Ahora, a por Cervantes

Don Miguel, escóndase, van a por usted, corra, métase más adentro en el agujero. No le han hecho ni puñetero caso en estos siglos pero buscan símbolos de identidad nacional para hacer una cultura en la que no creen, para mostrar su tibia como en el final de “2001, Odisea en el espacio”, peor aún: hacer un sopicaldo asqueroso de modernidad en formol. Si Rajoy pudiera uniría su pierna a la de Durán y Lleida para hacer un cuerpo unido que dentro de otros cuantos años permaneciera junto, hasta soldaría a Artur Mas con Soraya Sáenz de Santamaría, hasta coser a una España invertebrada que decía Ortega.

Pero lo suyo es un asunto distinto, su Hidalgo no salió a pelear con rueda de molinos. Don Quijote hubiera pasado de plantearle batalla a un rebaño pequeño de ovejas merinas que es en parte en lo que se ha convertido la política nacional; en aburridos balidos de rebaños que impiden ir por los caminos que siguen polvorientos. Si consiguieran localizar algo bajo el subsuelo de la iglesia madrileña en la que excavan, (quiera Dios que no lo hayan logrado antes del Telediario de la noche, lo iba a lamentar mucho), pero si continúan con el georadar quién sabe lo que puede pasar. El antiguo consejero de Educación del gobierno regional de Gallardón, Gustavo Villapalos, levantó la Plaza de Ramales de Madrid para buscar los restos de Velázquez y no lo logró. Velázquez fue más inteligente, supo esconderse a tiempo, y no hubo foto de Villapalos triunfante.

No me gustaría que hicieran un cambio en sus estatuas porque aparecieran nuevos signos físicos, no busco un escritor del Museo de Cera, es más deberían sacarlo de semejante lugar en caso de que esté porque a los niños les puede confundir. Es Cervantes uno de los grandes españoles olvidados al que reyes, príncipes, copríncipes, arziprestes y capitanes generales en América que pasaron, y ya no le quiero decir los virreyes de Perú, el Nueva Granada, Nueva España y Rio de la Plata que estuvieron más pendientes de lo suyo que de leerle. Menos mal que luego García Márquez, Cela, Unamuno y hasta Cabrera Infante le volvieron a sacar de paseo literario como se merece.

No hubiera planteado hoy batalla contra el caballero de la Blanca Luna, no hubiera luchado en las playas de Barcelona contra nadie porque no hay rival, porque no debe haber lucha. Y en sus Novelas Ejemplares hay enseñanzas para la vida y la política. Es imposible establecer que se disuelva una cosa de la otra y es imborrable recordar su ejemplo. Huya ahora que está a tiempo, déjenos su ejemplo y vuelva allá al donde habita el olvido porque será donde le buscaremos sus lectores. El Quijote cabalgará siempre a nuestro lado mientras la vida avanza. Decía mi abuela que ella cada vez que volvía a leer a Sancho o al Hidalgo aprendía algo, (cumplió 98 años). Por eso, háganos un favor y escóndase hasta dónde sea posible en una venta. Es un ruego por las letras españolas.

Compartir:

Deja una respuesta

*