El nardo en la palabra

Por: LUIS MARÍA ANSÓN

Rafael Martínez-Simancas es un periodista inteligente y coñón, con un instinto asesino para transitar por el spleen en la palabra. He leído su libro Estoy en el candelabro, entre carcajadas que todavía no se han extinguido cuando escribo esta canela que hoy resultará, estoy seguro, especialmente fina.
Martínez-Simancas se muestra cruel con Sofía Mazagatos, sin agradecerle que le ha dado título a su libro. «Me encanta cómo escribe Vargas Llosa. No he leído nada de él pero le sigo», dice la bella. Mi admirada y queridísima Carmen Sevilla asevera con razón: «Soy mayor, pero no tanto como para ser del Parque Jurídico». «¿Oh, se me ha caído el Dupont!», exclama la Cantudo, el icoño de los años 50, según Simancas, que se extraña de que la cantactriz no haya ingresado todavía en la Real Academia de la Historia. Norma Duval va más allá: «Estoy que no salgo de mi apoteosis».
«Fumar mata y si te mueres has perdido una parte muy importante de tu vida», afirma Brooke Shields con su cara cursilita y su cuerpo tremendo, no suficientemente glosado por Simancas en sus comentarios sagaces y de triple filo cachicuerno. En aquella película tonta del lago, la Shields era la suntuosidad de la carne. Su compatriota, el presidente Nixon, dijo en el funeral de De Gaulle: «Este es un gran día para Francia». Y una de nuestras ministras: «No he leído a Sara Mago». Carmen Ordóñez, en lugar de leer, lo que hacía es que «estaba con mis amigos: el Pá, el Chuli y el Cabra». «En dos palabras, esto es im-prezionante», corrobora Jesulín de Ubrique.
«A los españoles os veo mejor comidos y más guapos», reconoce, generoso él, Julio Iglesias. «Yo es que me meo que te cagas», añade una admiradora suya de Gran Hermano. «España huele a ajo», se lamenta Victoria Adams, en una tienda de «todo a millón», antes de que David falle el próximo penalti. «Para ciertos trabajos yo no reúno los requesitos», asegura una que canta y que se llama Belén Esteban. Mirándola, Idi Amin Dada dice: «No me gusta la carne humana, me resulta demasiado salada». «Las secretarias italianas son las que mejores piernas tienen», afirma con falsedad Silvio Berlusconi, que debería darse una vuelta por La Razón, para comprender que miente más que habla. «Mi hijo viene con un brazo debajo del pan», se sonríe la más bella y Sara Montiel concluye: «Hola, soy la nena».
Coño, esto no es un libro. Esto es un pedazo de periodismo vivo, del mejor periodismo que es el de la invectiva y la coña marinera, la carabina de Ambrosio, en fin, pero desmaquinada. Y adivina adivinanza, para terminar: Averigüe, querido lector, quien soltó esta perla en televisión: «Te ha tocado una bicicleta. ¿No la quieres? Y ¿por qué? Ah, que eres tetrapléjico. Qué bonito oficio».

Luis María ANSON
de la Real Academia Española

LA RAZÓN
MADRID, 27 de junio de 2004

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