Campeones olímpicos del cotilleo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El Comité Internacional Olímpico seguro que se rige por otros criterios distintos a cuando salimos de vacaciones y regresamos con postales típicas. Los del CIO son los únicos que van a Mallorca y vuelven en el avión sin la ensaimada. Valga esta reflexión turísticogastronómica para proponer que los países que celebren los Juegos puedan aportar un deporte local para la historia.Igual que Grecia contribuyó con el atletismo, otras naciones han aportado de forma oficial y también oficiosa. No ha hecho falta que Río de Janeiro organizara unos Juegos para que todos estuviésemos de acuerdo en que el voley playa debería estar en la lista de los deportes más aplaudidos. La contemplación de esos cuerpos morenos y rebozados en la arena ha hecho más por el olimpismo que todas las charlas con power point de los mandatarios públicos. Lo mejor de un buen culo es que no necesita pie de foto.
Si uno se pone en lo mejor, que nos den el ansiado Madrid 2012, es hora de reivindicar deportes castizos como el juego de la rana. Se trata de un jueguecito bastante aburrido, pero que hasta principios de los 70 causaba sensación. Las bases son comprensibles para cualquiera: rana metálica con boca abierta, concursantes deben meter piedras por ella, o en su defecto en unos agujeritos próximos. En función de la puntería así es la puntuación. No es lo más divertido del mundo, pero si se juega en biquini tiene su encanto según las tomas que haga el realizador encargado del asunto.

Aunque la gran aportación olímpica que podría hacer España es coser trajes con total naturalidad. Para eso ya nos hemos entrenado en programas del cotilleo que manejan cámaras ocultas y entrevistan a la madre de la portera que a su vez un día vio cómo el conde Lecquio se metía el dedo en la nariz, y no contento con su incursión forense luego añadió unas palabras en italiano. El despelleje, la tertulia hueca, el hablar y no parar, debe ser la aportación de Madrid a los Juegos del 2012. Es un deporte barato, para practicarlo basta con una bolsa de pipas, un banco de parque (o silla de tijera) y se pueden ir sumando los jugadores que quieran. El que diga la mayor barbaridad se queda con el premio, una cena con Jorge Javier Vázquez en Valdemorillo.

Alumnos aventajados como Luis Roldán, y ahora Enric Marco (el que se inventó su pasado en los campos de exterminio, cuando en realidad es un replicante sin recuerdos como en Blade Runner), nos garantizan que podemos sacar grandes triunfos en el medallero.

El chascarrillo vecindonguero, como actividad física, ayuda a mover las neuronas más que una partida de ajedrez con Karpov.Para mantener vivo el árbol genealógico de la familia Janeiro hay que contar con una memoria de elefante, igual que para descubrir quienes son las momias que acompañan a Carmen Sevilla en Cine de Barrio e intentar ubicarlos en alguna película en blanco y negro. Nuestra gran aportación a los cinco aros entrelazados ha de venir por la parte de la inventiva y el cotilleo. Ya que ellos van más rápidos, más sueltos y corren más, al menos nosotros les ganamos por la lengua. En un maratón de comadres y voceros comiendo pipas no nos quita el podio nadie.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*