¿Quién tiene mi porciento?

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

DESPUÉS de que CiU retirase la querella contra Maragall y que el PP hiciera tres cuartos de lo mismo con la moción de censura, el ciudadano de a pie (conocido como “paganini” por su afición a apoquinar impuestos) se pregunta si todo no habrá sido un tejemaneje entre iguales. Aquí nadie aclara quién ni cómo se ha llevado el tres por ciento de las obras públicas, pero la clase política salva los muebles de la inundación antes de que lleguen las nubes. “¡Tongo!” se ha escuchado desde una de las esquinas de España, país invertebrado para todo menos para poner la mano. La verdad es que el asunto mosquea, aquí huele a Rinconete y Cortadillo en su versión de Trinconcete y Raspadillo agencia de colocación de marrones y cobro de porcentajes. Por debajo de la economía real circula una sumergida que proporciona pingües beneficios. Lo que han descubierto en Marbella es otro agujero negro pero lleno de petróleo, dólares, piratas y cobradores de maletín. Un nuevo caso digno de Torrente si no fuera porque las detenciones son reales y los implicados muy conocidos en la sociedad de la Costa del Sol. Aquí nos encontramos de nuevo con otro arcano: en Marbella se ha vivido durante años con un nivel de renta ficticio que proporcionaban los ingresos de cualquier índole. Gil, que para sus asuntos tenía cierto sentido del humor, podía haber montado un parque temático de la “cosa nostra”. Según parece los había de toda clase y jaez: calabresa, rusa, centroeuropea, árabe, asiática y nacional. Todos ellos se cruzaban en sus potentes coches con su correspondiente rubia de bote y pagaban al contado en una catarata de lujo interminable, gastaban incluso cuando no tenían necesidad. El ciudadano atado a la nómina y cogido por los perendengues de Hacienda sospecha que hay otra vida mejor que ésta y que no necesariamente tiene que morir para conocerla. Es la vida al margen de la legalidad de los comisionistas, los mafiosos y los que trincan sin pudor alguno aquello que no es suyo. Y lo peor de todo es la sensación de que nunca sabremos qué parte del producto nacional bruto la forma ese dinero oscuro. Por el bien de la confianza en la clase política y en el respeto que nos debemos todos deberían aclararse las sospechas. Lo peor que podría pasar es que en el Carmel echaran cemento sin dar explicaciones y sobre las comisiones pusieran consenso sin más palabras. Era Sabina el que cantaba “¿quién me ha robado el mes de abril?”, poco hurto parece según están las cosas, más bien parece que nos han levantado varias hojas del calendario. El mamoneo nacional es la corruptela del baratillo, lo que circula sin que lo veamos, la mano que entorpece la cuna.

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