La última sonrisa

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimados candidatos… unidos ayer por la fiesta del 2 de Mayo, y el canapé: se acabó el tiempo de sonreír. En el acto protocolario de ayer, en la casa saliente de Gallardón, se daban un aire a un pelotón ciclista que pedalea por un tramo neutralizado. Tenían tiempo para ir en grupo, para no adelantarse unos a otros, incluso para la foto y la broma. Nadie pensaba en la meta, o al menos lo disimularon muy bien. Hay quien dice que Simancas miró hacia arriba buscando el despacho de la Presidencia y que Esperanza comentó algo acerca de la decoración, pero quizá sólo sean bulos de esta corte en sí misma alimentada de rumores. Pero se acabó el fair play y valen las entradas por la espalda, los agarrones, pisotones verbales y todo aquello que Von Clausevitz incluía en su concepto de batalla. Incluso con el dardo en la palabra que diría Lázaro Carreter, y si el dardo tiene curare de los indios, mejor.
Madrid ha amanecido sembrada de carteles que dicen: «El Papa ha venido a verte». Y ustedes podrían decir: «Yo antes que él y pienso estar más días». La verdadera pegada de carteles, en el sentido de pegada que entiende Poli Díaz, se acentúa con todo tipo de recelos y miradas de reojo al oponente. A partir de este momento cualquier palabra, acto, mitin, o vídeo que hagan, puede ser usado en su contra. Tienen derecho a no permanecer en silencio, a llamar a su jefe de gabinete cada tres minutos, (hasta agotarle las pilas de la batería y las personales), y a hacer una llamada diaria a su casa (para que no les olviden). No hay campaña electoral que se parezca a otra por mucho que les pique a los amantes de la demoscopia. Donde más se acentúa el duelo es en la Comunidad de Madrid donde la izquierda tiene opciones reales de recuperar el poder, por lo tanto la derecha se ve obligada a imprimir mayor fuerza a su discurso. Lo siento por los demás candidatos pero este mayo es asunto de dos, de Esperanza y Rafael. Otra cosa es que luego se apunten actores secundarios que puedan modificar el guión, pero en el cartel de la película que hoy cuelga de un cine de la Gran Vía aparecen sólo ellos. Como en los mejores duelos del oeste caminan dándose la espalda.

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