Llegó Rato y mandó parar

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado señor Rato: la entrada que hizo ayer en el acto del PP era propia de su tocayo don Rodrigo Díaz de Vivar. Estaba en uso de la palabra la candidata Aguirre, siempre tan pulcra con el adjetivo y comedida con la prosodia, cuando irrumpe usted, salta el himno del partido, al disc jockey se le va la mano con el volumen y se monta la de San Quintín en versión mitinera. Aquello parecía Trillo rememorando el islote Perejil. Los presentes reconocen que hubo tutto porque se temían la llegada del Jefe supremo. Y no es que usted mande poco, entiéndame, pero desde que el Jefe anda de maniobras conjuntas igual aparece en un acto con la Filarmónica de Boston al paso. Además el sitio, el Meliá Scala se presta para hacer entradas a lo Norma Duval: espectaculares y memorables.
Recuperada Esperanza Aguirre sin que hiciera falta el frasquito de sales (o en su defecto la foto de Rafael Simancas), ahí surgió su verbo poderoso y su voz bien modulada (tiene usted la mejor voz de la derecha, aunque crea que se lo digo a todas. La mejor voz de la izquierda es la de Griñán). Mensaje en la línea de «vamos a ganar, oé, oé» y «esto no es nada, la liga está ganada». Su presencia refuerza los trabajos que el partido hace en Madrid y le da categoría cuando pintan bastos. Les llega la hora de volver a convocar actos en la calle y saben que tienen el aire revuelto y las velas atravesadas, pero en algún momento lo tendrán que hacer, y sus palabras fueron de confianza en la gestión pero sobre todo en la capacidad de ilusionar. A veces hace falta aplicar terapia de choque para que un partido reaccione y no se venga abajo en mitad de la confusión.

Sé que la frase: «El PP de Madrid es el mejor PP de España» va a traer cola, pero no le falta razón, al menos es su mejor escaparate.Tenían otro bastión del partido en Galicia pero se les ha pringado de chapapote y dudas. En cambio, en Madrid el trabajo ha sido eficaz y ha servido como mascarón de proa de la política nacional.Pero sea por la guerra, la movilización de la calle, la crecida de moral de la izquierda, o por nervios internos, a los suyos se les ha quedado un tanto mustia la faz.

Su irrupción como cantaba Carlos Puebla: «Llegó el comandante y mandó parar», va a ser muy comentada. A partir de ahora todos los candidatos darán el mitin con un ojo en la cámara de la tele y otro en la mesa de mezclas por si hay trompetazo. Todo muy bien, pero la próxima vez pruebe a tocar en la puerta con los nudillos suavemente.

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