Rómulo, Remo y… Alberto Ruiz-Gallardón

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Rómulo y Remo eran dos becarios que se apuntaron a la teta que no era, torpes y mal orientados. Los dos fundadores de Roma comparados con Alberto Ruiz-Gallardón son dos meritorios que apenas llegan a alcanzar el relieve de la Historia. El alcalde nos convocó ayer a un desayuno y lo de menos es que el zumo de naranja era como para disolver un piquete por la vía rápida. Cuando Gallardón se fue hacia la tribuna con las manos dispuestas y el verbo caliente, Madrid comenzó a responder a las preguntas de ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿estamos solos en la galaxia? Traje oscuro, a rayas, la tradicional camisa azul con corbata en tonos rojos, y ese balanceo peculiar cuando expone ideas, que apenas se aprecia si no te fijas en la punta de sus zapatos que nunca paran quietos.Cada idea se acompaña de un firme pisotón; si las suelas llevaran chapas sonarían a academia de claqué. Como el alumno aventajado de la clase, salió a la palestra a ponerle notas a sus concejales a los que aprobó, (no iba a ser de otra forma, Gallardón no es Florentino, que se arrepiente de sus pecados en público). Y, por supuesto, se aprobó a sí mismo porque para eso se llama como el personaje que más le gusta.
Si alguien en su partido (al que sólo aludió al final y por casualidad) pensaba que le iban a meter en un pozo, se han equivocado desde el oso hasta el madroño. Con su exposición a lo Castro, discurso personalista y extenuadamente largo, dejó claro que con una ciudad puede proyectar una forma de gobierno aplicable a otros niveles.Gallardón municipal no es menos activo que Gallardón autonómico, y que los demás saquen sus consecuencias. Puestos a analizar, se echó en falta algún guiño hacia la corporación municipal anterior.Vale que no le guste el chotis con el entusiasmo de Alvarez del Manzano, vale que no le ponga el organillo y las historias de la casta Susana, pero no todo arranca en una noche de triunfos de hace un año. Lo mejor es cuando anunció que había cumplido con las promesas electorales, ahí pensé que había mejorado al Creador… Gallardón hizo Madrid en un año y el resto de la legislatura la dedicó a montar en bicicleta pero sin manos. Bien mirado, los pies no los nota porque pisa el cielo.

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