Altos y absurdos

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La derrota de la Armada Invencible y el sentimiento nostálgico por la pérdida de las colonias, tiene su prolongación en la selección española de baloncesto. Somos el equipo que hace felices a los demás, los que más expectativas levantamos y los que más mojones vamos sembrando por las canchas del mundo. Ayer fue Francia la que nos vapuleó por treinta puntos, igual que antes fueron Angola o Estados Unidos. En Barcelona le dimos la antorcha a Epi y los suyos no pasaron de dos desayunos y una merienda en la ?Vidilla? Olímpica.
El nombre del rival da lo mismo, también nos habría ganado una selección de bedeles casados del Parlamento Europeo con juanetes y las botas cambiadas de pie. Y encima dicen que ha sido por la presión de perder el día antes frente a Alemania, el factor sicológico, el cansancio acumulado de la competición. Factores que sólo parece que nos afectan a nosotros, Francia parece que no tiene tanta presión y que incluso es capaz de ganar de forma holgada y de coger la medalla de bronce que se nos escapó.
Las justificaciones dan igual; jugamos como nunca, perdimos como siempre. Y luego querrán tener audiencia, espectadores, seguimiento y devoción. El baloncesto español es una coña marinera en pantalón corto, una contradicción in terminis, un trotar con el sol de cara; eso sí los jugadores se dan un pote de campeones del mundo. Y ahora a esperar la siguiente que será en Japón el próximo verano. Ya verán como nos gana hasta el señor nikkei.

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