De oficio, buena gente

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado Ignacio: ciudadano de primera, guardia vocacional, buena gente con muletas. Treinta años en el mismo cruce preocupado porque los conductores no se enreden, es un currículo muy digno.Me consta que no lo haces por medallas, recompensa o pensión, lo tuyo es vocacional y tal cuál lo pensaste allí te pusiste a regular el tráfico, de eso hace treinta años (todavía Franco andaba coleando). El sueldo no es para grandes gastos pero los héroes nunca se han preocupado por llegar a fin de mes. A tí, en realidad, lo que te mola es cobrar en saludos y en gente que toque el claxon en señal de amiguete. Robinson Crusoe de las calles del sur que disfruta de la soledad como la mejor de las compañías, guardas para tí el secreto de la felicidad no vaya a ser que otros quieran imitarte y te hagan competencia desleal.Las utopías para el que se las trabaja, ¡haces bien!
En realidad eres un director de orquesta de conductores en apuros, el Von Karajan de los cruces peligrosos, el Barenboim de los pobres. Con tu actitud demuestras que para trabajar en aquello que nos gusta no hacen falta master MBA, ni aburridas conferencias de catedrático emérito. Sólo unos pocos son capaces de trabajar en aquello que soñaban cuando eran pequeños: y tú, desde muy joven, decidiste que aquel cruce iba a ser tu vida. Ya sabes que la mayoría quieren ser bomberos, toreros o futbolistas pero luego se conforman con otros trabajos menos creativos pero más calentitos y con corbata. Si Madrid fuera un circo, (¿acaso no lo es?), tú serías el trapecista loco al que todos aplauden.No te digo el apolíneo ligón que da tres saltos mortales, ni los forzudos que se columpian por parejas, sino el tipo entrañable que aparece en los carteles que se pegan a la salida del metro.

Ahora que te van a sacar por la tele, no cambies Ignacio, es mejor vivir libre con unas monedas en el bolsillo que tener tarjetas del banco y estar dentro del sistema. Tú que los ves circular en sus coches caros y con las ventanillas subidas: ¿a que sus vidas son más huecas?, ¿a que se les nota que las ilusiones las dejaron en el patio del colegio? En tu lugar me escondería un poco a esperar que pasara la marea de cámaras, curiosos, reporteros y damas de la alta sociedad con ganas de darte el coñazo y una taza de té. Te envidian, lo sé: no tienes jefe, ni horarios, no pagas impuestos ni pueden darte consignas. Vives tan libre como un astronauta en la nave espacial: los problemas de la tierra están ahí abajo, en el cruce. Estén tranquilos porque Ignacio cuida de esa parte de la galaxia.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*