‘Los príncipes no me interesan’

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Orígenes. León, 1946. Currículo. «Licenciado en Arte Dramático y en Psicología. Siempre supe que me iba a dedicar al teatro de títeres. Hijo de emigrantes, viví en París hasta 1975, lógicamente pasando por mayo del 68. Puedo decir que yo sí estuve allí, aunque no por razones intelectuales, sino por ser hijo de la triste emigración española. En Segovia organizó Titirimundi, vienen artistas de todo el mundo, algunos pasan la gorra, forma parte del espectáculo callejero». Aficiones. «Los trabajos manuales». Debilidades.«¡Jé!, ¡la comida! y otras cosas inconfesables». Virtudes. «Imaginativo como un rayo». Defectos. «Demasiado ingenuo, soy un idealista».

«’Guiñol’ era un títere de guante que simbolizaba a un obrero de las sederías de Lyon» / «En las artes dramáticas se pasa hambre» / «En 1975 me censuraron un ‘leñe’. ¡Qué inocencia!» / «Si un muñeco se quemara, lo sentiría por el trabajo de hacer otro» / «El diablo maneja todos los hilos» / «Cristobita va de rojo porque resulta más estimulante»

La casualidad le llevó a actuar, por primera vez, en el Teatro de Comedias de Almagro, «tal era la emoción que se nos olvidó pasar la gorra (vivíamos de eso), nos consideramos bien pagados con estar allí». El tópico dice que el actor se parece a su personaje y en este caso se cumple, el parecido entre Julio Michel y Cristobita es asombroso. Julio es un humanista que además actúa. Acaba de llegar de Rusia, en diciembre actuará en el Teatro Abadía dentro del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Cantaba Serrat «titiriteros, hale hop, de feria en feria».
Pregunta.- ¿Se cumple el tópico?

Respuesta.- ¡Claro!, nosotros funcionamos mucho en verano.

P.- ¿Es un oficio de hambre?

R.- Lo sigue siendo para mucha gente. En las artes dramáticas hay quien lo pasa mal.

P.- ¿Por eso es dramático?

R.- Exactamente, más dramático no puede ser. Yo he pasado años duros, incluso he vivido represalias políticas.

P.- ¿Son inocentes los muñecos?

R.- Transmiten valores fundamentalmente, son arquetipos, tienen un comportamiento.

P.- ¿Cómo en las coplas de ciego?

R.- No exactamente, aunque sí que una vez actuamos con Amancio Prada, él cantaba romances que nosotros ilustrábamos detrás.

P.- ¿Tienen príncipe y bruja?

R.- (Risas) Nosotros no trabajamos ni con príncipe, ni con bruja

P.- ¿No venden los príncipes?

R.- Digamos que a mí no me interesan, aunque posiblemente «vendan».

P.- ¿Las personas somos manipulables?

R.- Sí, sobre todo cuando se tratan en masa, la idea me hace temblar.

P.- ¿Qué relación tiene con los muñecos?

R.- Espanta a los de mi oficio cuando lo digo: mi relación es meramente teatral, no siento afinidad por ellos.

P.- ¿Fuera del teatro hay vida inteligente?

R.- ¡Exactamente! Les tengo el cariño necesario durante la representación, pero cuando acaba, van al baúl y los olvido, totalmente.

P.- ¿Así de frío?

R.- Si uno de ellos se quemara, lo sentiría por el trabajo de tener que hacer otro más que por algo sentimental.

P.- ¿Sus hijos tienen nombre de muñeco?

R.- (Risas) No. A mi hija la he iniciado en el mundo mágico de las luces. Con ocho años le puse en la responsabilidad de hacer el apagón inicial y de encender la primera luz.

P.- ¿Hay guión?

R.- Bastante cerrado, pero el teatro de guante, portátil, admite más improvisación.

P.- ¿Se ligaba con el rollo teatral?

R.- Quizá, hace años, la imagen de bohemio me facilitaba ciertas cosas.

P.- ¿Los Lunnis son competencia desleal?

R.- ¡No! Dos buenos amigos los crearon. Ahora bien, hay un exceso de televisión, si pudiera, la limitaría.

P.- ¿Qué ponía en su DNI?

R.- ¡Actor titiritero! En el sindicato estábamos asociados a toreros, feriantes y otras gentes de mal vivir (risas).

P.- ¿Su oficio dónde se aprende?

R.- En el tajo, quiero montar una escuela al estilo de las antiguas de aprendices.

P.- ¿Su oficio dónde se olvida?

R.- Personalmente, cuando empieza mi vida privada, aunque en los periodos creativos no se olvida en 24 horas.

P.- ¿Cristobita va de rojo por casualidad?

R.- (Risas) No es casualidad, es porque resulta más estimulante.

P.- ¿Cómo se llama su chica?

R.- No tiene nombre, es la princesa cautiva en el castillo encantado.Él la llama «princesa».

P.- ¿Pero no vendía el rollo principesco?

R.- Bueno, entro en contradicción: en realidad es su chica.

P.- ¿Dicen tacos?

R.- En el año 1975 me censuraron un «leñe», ¡qué inocencia! No les hace falta decir tacos pero pueden tener cierta violencia, manejan la cachiporra.

P.- ¿Es usted como Jose Luis Moreno?

R.- Es titiritero e hijo de otro famoso.

P.- ¿Haría muñecos con cara de políticos?

R.- A lo mejor algún día, aquí nos falta ese humor. El personaje más famoso del cabaret es «guiñol», un títere de guante que simbolizaba a un obrero de las sederías de Lyon.

P.- ¿Es Madrid titiritera?

R.- En cuestión política, la que más de España. Aquí han ocurrido cosas que son más del teatro que de la realidad.

P.- ¿Tamayo y Sáez eran dos muñecos?

R.- Sí, sí. Estoy absolutamente convencido. Aquellas elecciones fueron un gran guiñol.

P.- ¿Dios es de su oficio?

R.- Es el que maneja los hilos.

P.- ¿Y el diablo?

R.- ¡Mucho más! Ése si que maneja todos los hilos.

P.- ¿Por qué ir al teatro cuando dan fútbol?

R.- Porque es un lenguaje universal que emociona, (aunque también lo siento porque me gusta el fútbol, soy del Madrid). Si puedo, cambio la hora.

RETRATO

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*