Los tres díscolos

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimados Sabanés, Rodríguez e Iglesias, ¡vaya una forma de empezar la semana! Lunes de pereza y banquillo. La presencia de tres ediles del Ayuntamiento de Madrid ante los juzgados de Plaza de Castilla no es nada edificante. Ni son ustedes peligrosos comandos de agitación callejera, ni los sucesos del Paseo de la Virgen del Puerto pueden equipararse con la goyesca carga de los mamelucos. Si hubo leña, provocación, palabras gruesas y empujones a mansalva, fueron debidos al calentón del momento.Lo que es más raro es que a José Luis Morcillo, responsable de la Policía Municipal, hoy todavía le dure el rebote. Hubo un tiempo, no muy lejano, donde los problemas políticos se discutían en los foros públicos y no terminaban en los tribunales. Además de ser una foto injusta, la de tres ediles en el banquillo, es un precedente peligroso; el ciudadano espera que la vida política sea dura, canalla en ocasiones, agria en casi todas, pero siempre el debate por encima de la denuncia. En otras palabras: por mucho que se hubieran dicho hasta el precio en la calle, no deberían haber llegado al juez.

Historia curiosa la de la arboleda perdida que en 1991 fue salvada gracias al compromiso de los vecinos con la entonces concejal de Medio Ambiente, Esperanza Aguirre. Aquel pacto se hizo añicos el pasado mes de julio, las máquinas tenían que operar, y las máquinas no saben de sentimientos. En ese momento lo que hicieron Inés Sabanés, Oscar Iglesias y José Manuel Rodríguez fue intentar detener el sol con un dedo, o lo que es lo mismo la poderosa industria de construcción de la nueva M-30. ¡Y hasta ahí podríamos llegar! Pero todavía se puede pedir algo: si los árboles son seres vivos, no olvidemos que los políticos, con mayor motivo, y que política se hace en la calle, en una acera, en una acción de apoyo a los ciudadanos. Contra eso cualquier recurso cabe menos el policial y la consiguiente denuncia ante el juez.

Cordura, pongamos las cosas en su sitio. Ni es el mes de julio, ni hace calor; ya se aflojaron las venas de los cuellos hinchadas por el vocerío. La foto de la plaza de Castilla no favorece al alcalde. Sería más apropiado encontrar un lugar para tomar café con churros, todos, y detener la noria de las acusaciones. Es de esperar que Morcillo, o Pedro Calvo que es el jefe, minutos antes de iniciar la vista retiren la denuncia para mayor gloria de los madrileños. Dicho sea a favor de la savia derramada de las acacias y de la normalidad municipal.

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