Mister Steen

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado amigo… Unos cuantos años antes de que usted nos descubriera vino a España don Próspero Merimée, él quedó fascinado con una tal Carmen y usted ha quedado marcado con los chorizos de Barajas.Don Próspero creó un mito universal y usted viene a alimentar la leyenda urbana de que en este país hay mucho pícaro. Por esto último no nos vamos a dar por ofendidos porque chorizos en libertad condicional tenemos desde ilustres personajes de las finanzas a raterillos de medio pelo; si está interesado en profundizar en el apasionante mundo del presunto le haremos llegar un catálogo en colorines. No es por quitarle el ánimo, pero ¡qué mala suerte amigo!: dos veces que viene por Madrid y dos hurtos. Su caso recuerda al de aquel desgraciado que se sentó en el pajar con tan mala suerte que se clavó la aguja perdida en el glúteo, acabando así con el tópico.
¡Cáspita, malandrines!, exclamó, pero en inglés, porque cuando uno se pone de mala pipa le sale el idioma materno; también le entiendo. Y lejos de aporrear cualquier mostrador cercano se puso a redactar una carta que podemos incluir en la antología del disparate popular. No se ofenda si le digo que ha merecido la pena que le levantaran la cartera porque el texto es magnífico (aquello que decía Gila: «Me habéis matado al hijo con el petardo en la oreja, pero me he reído un montón»). Otra cosa es que la sutileza, la fina manera de contar las cosas tenga largo recorrido.¿En Inglaterra también dicen ese refrán que habla de cerdos y de margaritas? Responder a tan alta muestra de talento y humor no está al alcance de cualquiera, aunque supongo que le interesará más que le devuelvan lo suyo a que se inicie una bonita batalla epistolar de ida y vuelta. Por nosotros no se preocupe, porque al madrileño le gustan mucho las cosas con sentido del humor; venga usted cuando quiera y lo comprobará (con suerte no le quitarán nada).

Mister Steen tiene cara de buena gente, de tipo divertido y de mundo. En la foto se da un aire a Eduardo Punset, por lo tanto nunca sabremos si está de guasa o elaborando una nueva teoría de la gravitación terrestre. En la confianza de que nunca le devolverán lo que le afanaron en el aeropuerto reciba el saludo de un entusiasta. Todo nos lo podrán quitar menos el penacho, decía Cyrano de Bergerac (porque nunca estuvo en Barajas). Vuelva usted para inaugurar la terminal, en el sindicato de manguis le añoran porque le tienen por buen cliente.

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