Sangre blanda

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Hay gente que habla con los muertos, gente que dice ver ángeles, gente que escucha sonidos que nadie percibe y gente que maneja el lenguaje de la sangre. Estos últimos son muy peligrosos porque tienen alterado el mecanismo de la captación de las emociones: no entienden de daño ni de pena. Donde el común de los mortales ve sangre a borbotones con un olor especialmente desagradable de cañería rota, ellos sólo contemplan un líquido sórdido humeante que mana; en apenas diez días de enero las noticias manchadas de rojo han subido a categoría de portada. Los niñatos pijos de Barcelona que le metieron fuego a la mendiga no vieron llamas, ni escucharon gritos, era un juego como otro cualquiera, dice la policía que además grababan en video sus fechorías para luego regocijarse.
Otro enajenado fue capaz de matar a su pareja en la puerta de casa cuando ella regresaba con los niños de ver la Cabalgata de Reyes, me pregunto qué entenderán por Reyes Magos esos críos a partir de ahora. Se suponía que tenían que desenvolver paquetes al día siguiente, no envolver a su madre en un sudario para siempre y quedarse en la tierra de nadie que es un orfanato público.En esta geografía de la sangre, y más al sur, un tipo disparó a un conductor que había atropellado a una niña, no le dio tiempo ni a bajarse del coche, allí mismo aplicó el talión con puntería extrema. Para los expertos fue bastante crudo, ni le dio opción a sacar la bandera blanca, quizá muriera antes de llegar a entender lo que estaba ocurriendo como les sucede a los secundarios del cine que desaparecen sin dar una explicación, todavía al protagonista se le da la opción de las últimas palabras. Importa poco que el agresor fuera gitano, da igual, la hermandad de la sangre no distingue de razas, credos, religiones, ni de cuentas corrientes sino pendientes.

Todos ellos comen la misma comida que cualquiera pero su organismo metaboliza mal, sabemos que ocurre pero no las causas como pasa con la electricidad. En su esquema mental la calle del perdón no hace esquina con la misericordia, ni ha llegado el metro hasta el barrio de la piedad, incluso les podrían clavar un alfiler en el centro de la conciencia sin que movieran un músculo como acto reflejo. Leen en otros libros, se emocionan con otra luz, tienen menos dudas y les pesan menos los recuerdos, por eso son ágiles como panteras de salón. Parecen iguales pero son muy distintos porque no llevan en su código las palabras comunes sino el deseo de venganza. Son peligrosos porque muta su genio en un segundo y tiran a dar, nunca disparan a las piernas, compararlos con lobos es falso, al menos el lobo siente un punto de piedad por las crías. Ellos no, de vez en cuando saborean restos de carne humana entre sus colmillos y siguen durmiendo la siesta.

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