Cinismo fiscal y carita de ángel

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

¿Debe el Gobierno tomar medidas para que no baje el tabaco?

No…

Rafael Martínez-Simancas.-
Todo poder tiene sus incongruencias, no se puede ser aliado de Al Capone y luego escandalizarse porque hay mafia; al menos que no salga la autoridad competente con discurso moralista y con la bandera única en defensa de la salud para construir una intervención ilegítima en el mercado. Libertad para todo, incluso para que las tabaqueras manejen el precio de sus productos y se defiendan del ataque cínico por vía fiscal. A nadie se le escapa que el Estado no puede ser arte y parte, cobrar beneficios por la venta del tabaco y al tiempo mostrar un lado paternalista de la vida que se resume en cuántos más pulmones se atasquen mayor negocio, (eso sí que es un pensamiento tóxico). Años de monopolio que parecen siglos no consiguen cambiar algunos comportamientos adquiridos, se olvida con frecuencia que es un sector no dirigido donde compiten empresas guiadas por las leyes del mercado cuyo primer mandamiento es superar ventas para alcanzar el máximo beneficio. Sólo un sentido meapilas de la economía puede tener a ese comportamiento por pecado nefando, y puestos a revisar industrias con efectos nocivos en nuestra salud, el tabaco no sería la única pero sí la que concentra una mayor reacción en contra.

El efecto mariposa aplicado a la economía se puede apreciar claramente, cualquier modificación en un mercado (por pequeño que éste sea), tiene sus consecuencias ampliadas en sectores inimaginables. Y, si recortan la publicidad del tabaco, sobran 78 millones de euros que las tabaqueras se gastaban en anuncios y que directamente van a beneficios de la empresa. Por lo tanto ese dinerito fresco les permite jugar con los márgenes de venta y rebajar los precios hasta cuotas impensables, el gato acorralado siempre tiene una salida imprevisible. Es lo que ha hecho Philip Morris al poner a su producto estrella, el Malboro, en precio nunca visto para mayor beneficio del consumidor. A ese movimiento de pieza de ajedrez, que la Administración no esperaba porque cuando se actúa en plan bombero cualquier colilla es un incendio, le ha respondido otro viento de mariposa: los estanqueros no quieren vender producto por debajo del precio al que lo adquirieron.Y aquí surge la gran tostada nacional: el Gobierno amenaza a los expendedores de tabaco con multas millonarias si continúan negándose a vender un producto que a su vez la autoridad denigra por peligroso. Es malo pero lo potencian, se nutren de sus beneficios y también lo rechazan, castigan al consumidor y también al que lo publicita. Cuando la ministra de Sanidad acuda a su próxima cita con el psiquiatra que le explique cómo es posible perseguir un producto y al tiempo castigar a los que se niegan a venderlo, va a ser una charla de diván de lo más entretenido.

Añadamos a este baile de las mariposas las familias que viven del tabaco en Canarias, los quiosqueros, gasolineros, etc a los que han prohibido la venta. Es posible que en los próximos días asistamos a nuevas tácticas de defensa, en los movimientos de la serpiente está en juego la supervivencia del ratón. Al consumidor le reservan en papel de bulto sospechoso, de agente pasivo, puede comprar tabaco pero no entrar fumando al estanco.Es de esperar que un día de estos desentierren al almirante Colón para iniciarle un juicio sumarísimo por haber traído aquella planta diabólica de las indias.

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