Por el amor de Dios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La estabilidad mundial depende de unas viñetas y de la fuerza que tengan las quejas en contra. Hasta que terminó la Guerra Fría la gran amenaza eran los misiles, en cambio hoy es la libertad de expresión nacida precisamente para dotar a los individuos de mayor libertad. Unas caricaturas del profeta Mahoma mostradas en la prensa danesa han generado una ola de protestas por el momento no amainadas, al revés van a más porque el pueblo llano no ha leído a Mc Luhan. El diario ?Jyllands Posten? publicó unas caricaturas que incluso para el moderado rey de Jordania son ?un crimen injustificable?, sin más paliativos. El verdadero choque de civilizaciones está ahí y lo hemos ayudado a crecer desde los medios de comunicación al montar la famosa aldea global. Cualquier persona tiene acceso a fuentes de información lejanas, por lo tanto se puede sentir mucho más ofendida que cuando no le llegaban esas noticias. La transparencia tiene estos efectos secundarios pero a la vez es irrenunciable, no vamos a reinventar la censura para contentar a los ofendidos, las democracias no tienen paso atrás, (en cambio los gobiernos medievales gozan de extraordinaria longevidad).
El debate lo planteaba Oriana Fallaci aunque es posible que no diera la solución: con bombas e invasiones, todas amparadas por la política exterior de Estados Unidos, no hemos hecho más que alimentar fenómenos marginales del terror como Al Qaeda y resto de sucursales. Está comprobado que ese no es el camino pero nuestra obligación, como occidentales, es encontrar puentes lo más urgentemente posibles, de otra manera el choque puede ser brutal. Lo que para nosotros son simples caricaturas, para el islam es una ofensa incalculable y eso no puede ser, en esta balanza hay quién juega en desventaja. Signo de las sociedades avanzadas es tener una prensa libre, pero tanto ese concepto como el de democracia, tolerancia, ausencia de Dios en la sociedad civil, son intraducibles para el islam. En otras palabras: en el mundo árabe no han tenido un Concilio de Trento ni a un Lutero que les haga una reforma. Hablamos dos lenguajes diferentes y en principio irreconciliables. El ministro de Exteriores de Irán ha pedido que se reúna la Conferencia Islámica para hablar del ?ataque al mundo musulmán?. Una desmesura que desde las cancillerías occidentales se ha respondido con prudencia y mesura.
El problema no es Dios sino dónde lo situamos en la vida corriente. Hace un año en Canal Plus tuvieron la falta de gusto de cocinar un Cristo al horno y El Vaticano no envió a la Guardia Suiza para arrestar a Polanco. Pensemos que si hay un Dios sea único y no se alimente de rencores.

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