El experimento Marín

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Pasó la época de los grandes oradores, pasó la época de los buenos discursos, pasó la época de los debates inteligentes y llegó el diputado biónico, un tipo encargado de pulsar el botón que diga el grupo parlamentario en el momento oportuno, el resto del tiempo lo puede utilizar en descansar su mente y evadirse de la política mezquina. Por lo tanto para llegar a diputado veterano basta con andar bien de reflejos, tener las uñas cortas y los dedos finos, (con las manos de El Algarrobo se aprieta el sí, el no, la abstención y se responde a una llamada de móvil a la vez).
Experimentos de comportamiento animal, basados en los trabajos con polluelos del Nobel Honrad Lorenz, nos dicen que hasta el más torpe de la granja termina aprendiendo que el botón verde es comida y el rojo calambrazo. Incluso los delfines del zoo realizan complicadas piruetas basados en el sistema de estímulo-respuesta, y también motivados por el traje tope-guay de la cuidadora, que suele ser el mejor reclamo del espectáculo. Sin disciplina no hay votación que valga y los delfines caerían sobre los curiosos de primera fila como granizo inesperado.

Aún sabiendo lo que tenían entre manos sus señorías la pifiaron al votar la subida de impuestos del tabaco, se equivocaron de botón, y así diputados socialistas votaron en contra de una propuesta del Gobierno. Rubalcaba les debería echar una reprimenda y negarle la sardinita de buenos chicos, a ver si aprenden de una vez que la política moderna tiene un solo cerebro pero muchos dedos.No importa que lean El Jabato en la soledad del escaño, pero por lo menos que estén atentos a la jugada. En su defensa, y para que no les den con el látigo, argumentan que estaban perdidos, pensaban que se votaba otra ley, téngase en cuenta que era la hora próxima a la comida y que los comentarios de la victoria del Zaragoza ante el Real Madrid perjudican toda actividad intelectual.Hace tres años ocurrió lo mismo cuando seis diputados del Partido Popular votaron por error en contra de la renovación del Pacto de Toledo.

Y eso que Manuel Marín hizo un esfuerzo desorbitado por mejorar las condiciones informáticas de sus señorías, ya no hace falta que llamen al bedel para que haga llegar un papelito cuatro filas más allá, ni salir a dictar a la secretaria, tienen unos escaños que parecen sacados de la película Star Trek. Hoy todo está conectado, listo y dispuesto. Les da tiempo a realizar sus trabajos políticos y también a encargar la lista de la compra por Internet, todo son ventajas. Pero en lugar de estar a la altura de las circunstancias, votan lo que no deben en un acto de voluntad fallida. También es posible que la adicción a la nicotina provoque deserciones.El primero que escriba un libro sobre mecánica política se forra, poca letra y unos gráficos, igual que si entrenaran a polluelos.

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