La pequeña niña

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimada Rocío: (madre de la pequeña Arancha que al nacer rompió la báscula): es una pena que se haya perdido la tradición de los natalicios. Hace unos años le hubieran redactado una nota felicísima glosando el nacimiento de su hija tal que así: «Doña Rocío, señora de, ha alumbrado una hermosa niña de apenas siete kilos diez gramos que llevará el nombre de Arancha. El nacimiento ha tenido lugar en la clínica La Paz de Madrid, tanto la madre como la hija lucen radiantes y estupendas. Dado el tamaño al nacer de la niña ha sido la pequeña la que ha agradecido, personalmente, los cuidados al equipo médico y sanitario». Esas notas eran muy socorridas y le daban alimento al NODO, porque le aseguro que si le llega a ocurrir en época del llamado «invicto» a ustedes dos les reciben en El Pardo en audiencia oficial con la guardia mora duchada y con los correajes limpios. Y no es para menos porque no todos los días uno tiene la oportunidad de ser madre, o padre, de una bebé tan hermosa.

Alumbrar a un bebé que pesa como un niño de un año debe ser una obra de ingeniería ginecológica; todos nos imaginamos el esfuerzo de empujar a una criatura excelsa y también nos imaginamos las voces de pánico del médico cuando asomara la cabeza por allí: ¡qué viene, qué viene!, y el personal sanitario situado como si fuera la barrera de una falta dispuestos a recibir lo que la naturaleza manda. Dos brazos para recoger el fruto de su vientre parecen pocos. Y eso que usted ya le había avisado al doctor: esa barriga no era normal, aquello tenía un tamaño desorbitado, además hace unos años alumbró a otra niña que superó los cinco kilos. Dicen que puede ser genético, aunque más parece que sea un asunto de cabezonería familiar: si nos ponemos a hacer niños que sean en condiciones. Pezqueñines no, gracias. Les entiendo perfectamente porque no hay cosa que anime más que un bebé rollizo con pliegues en las carnes para darle mordisquillos cariñosos.

Haya récord o no, lo importante es que Arancha está en este mundo y que usted ha superado el trámite parlamentario de alumbrar a un prodigio de la naturaleza de los que se dan muy de vez en cuando. Señal de que una región prospera es que aumenta el número de nacimientos; si son todos del porte de su hija, mejor para Madrid. Y si es cierto que todo niño trae un pan debajo del brazo, su pequeña ha traído el pan, dos platos, vino y postre. Que usted la críe bien y nosotros la veamos.

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