Si fuera Custer huiría ahora mismo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Distingamos lo fundamental de lo esencial. Lo fundamental en un país democrático es que sus instituciones funcionen, lo esencial es que haya estabilidad en las presidencias de los clubes de fútbol; no me refiero a una república bananera, sino a nosotros mismos. El anuncio de «me voy porque estoy harto de los niños» protagonizado por Florentino Pérez, ha tenido más audiencia que si Antonio Resines se casa con su hermano de Los Serrano por lo civil, en ceremonia gay-incestuosa que tanto éxito tendría en los índices de pantalla. Incluso más audiencia que si Bush admite que está fatal de lo suyo y que lo deja todo para colaborar en la India.

Florentino Pérez, en adelante Don Dimisión, se ha dado a la huída antes de que la realidad viniera a quemarle el palco en un final digno de Frankestein cuando el pueblo sube a la colina con antorchas.A sus antiguos compañeros de cúpula merengue no les ha gustado que se fugara justo en el momento más inoportuno, esta noche llegan los indios del Manzanares dispuestos a conquistar el fuerte del Séptimo de Caballería, incluso tienen la intención de beber a morro el whisky del general Custer. Si yo fuera Custer ensillaba a mi caballo más veloz y me ponía a galopar hasta que anocheciera, da igual el destino, cualquier sitio con tal de que no lleguen las voces de Concha Espina sería suficiente. La historia le tenía reservado a Custer una pradera donde morir con las botas puestas pero cuando la realidad aprieta es mejor vivir con las zapatillas de andar por casa que fenecer cargado de gloria. Por lo tanto el miedo escénico existe pero no está en la hierba sino en el palco, en esa hierba que sólo es esplendor en la película de Elia Kazan cuando Natalie Wood apuntilla la historia de amor con la frase: «La belleza siempre subsiste en el recuerdo». Vale, admitamos a Roberto Carlos como belleza para redondear el cuento.

Don Dimisión tuvo su peculiar idus de marzo cuando la escalera de acceso a la presidencia se le llenó de Brutus por todas partes, y antes de que le hicieran un traje prefirió lanzarse de cabeza al mar de los tiburones dentados. Las criaturitas que diría Lopera, (ese cazador de metáforas del Guadalquivir), le salieron chuletas, malos estudiantes, rebeldes y encima ricos. Pero Don Dimisión no los podía enviar internos a un colegio en Suiza porque algunos ya saben idiomas y otros son capaces de ligar con la directora, así que ahí os quedáis monadas: yo a Boston y tú a California.Esta noche tienen la ocasión de mostrar la cerviz y sacar el mono de trabajo, pero mientras el reloj avanza los indios bailan ya en la Castellana, no es la danza de la lluvia sino la de la risa floja. Para que se repita un fenómeno igual la luna tendrá que alinearse con Júpiter, la Bolsa dar sus beneficios a los países pobres y un rayo de luz colarse por el ombligo de Penélope Cruz para rebotar en las campanas de la catedral de Toledo. Digamos que no es imposible pero sí lejano, y todo para que se vuelva a invertir la lógica galáctica. Custer estaría en las montañas lejanas al abrigo del viento y con una bolsa de pipas.

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