Niños malos buscan cariño

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Conste que el titular no va por el Congreso del PP sino por el tirón de orejas que le dio Florentino a sus ex jugadores. El anterior presidente del Real Madrid hizo aquello que sueñan (muchas veces) los padres con hijos díscolos: ‘no os envío a un internado en Suiza, soy yo el que abandona la casa para irme a los caribes tropicales y cambio un dolor de cabeza por una cadera de mulata, ¡anda y que os den!’. Ya nos dijeron en el colegio que la mala educación traía malas consecuencias, pero hasta el florentinazo del lunes nadie había ‘cantado’ ante un micrófono las verdades del barquero: son muy pocos ejemplarizantes, bastantes indolentes y del todo zafios. El negocio del fútbol va muy deprisa, se mueven muchos millones y nadie había caído en la cuenta de que es un deporte, ¡cáspita!
Pero no se preocupen los utópicos porque este toque de atención habría sido fantástico si a la mañana siguiente los galácticos, (no sólo la plantilla del Real Madrid), hubieran devuelto los deportivos para ir a entrenar en transporte público, ¡y una higa! Los destinatarios del mensaje se hicieron los sordos; para los brasileños era un tambor lejano del Carnaval, y para el resto una salida de pata de banco. Don Dimisión antes de abandonar el barco soltó una verdad como un templo, ahora está por ver cuánto dura el efecto y quienes se dan por aludidos. Ronaldo parece un personaje en busca de autor más necesitado de un sicólogo que de un quiromasajista. El resto de jugadores ricos está por la labor de continuar su peculiar disfrute de estos años de dineros y rosas.
La culpa de que el fútbol haya dejado de ser un oficio para deportistas no la tienen los jugadores sino los que pagan y se encaprichan de estrellas mediáticas antes que de obreros del balón. Un jugador que sea bueno pero nacional y tirando a feo lo lleva claro, aquí o se tiene un nombre extravagante o se maneja un cutis como para anunciar maquinillas, abstenerse los que sólo tengan en su cabeza objetivos puramente deportivos y con apellido terminado en zeta. Los directivos de fútbol forman la clase más atípica, pocas cabezas buenas se sientan en los palcos, y es ahora, después de varios experimentos de cruzar sangre de pura raza cuando se dan cuenta de que el resultado no les gusta.
Dan ganas de calzarse unas Kelly Finder de las que recomienda la ministra Trujillo-paseíllo y lanzarse a la calle a buscar vida inteligente más allá de los palcos vips. Y no volver a confiar en el deporte de elite hasta que un galáctico no renuncie a sus ganancias y se haga monje budista. Tarambanas, que son unos tarambanas con reloj de oro. Niños grandes que le dan patadas al dinero, chiquilicuatres consentidos. Estrellas se llaman.

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