Érase una vez en Marbella

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

A los presuntos de la Operación Malaya les acusan de tener coches de lujo, fincas espectaculares, ganaderías de toros bravos, caballos de raza, helicópteros, cuadros de Miró y joyas que se pesan por kilos. También se les podría acusar de mal gusto en grado máximo, de macarrillas de sombrilla, tiene la sensibilidad deformada por horas de exposición a las emisiones del teletienda.
Marbella supera a Érase una vez en América que rodó Sergio Leone en dos partes memorables, pero Marbella no es un punto geográfico sino una manera de entender el servicio público en beneficio de uno mismo y sus amiguetes, contando con la complicidad de otras instituciones que hacían como que silbaban y no sabían nada. Roca, mentor de las obras, gerente de urbanismo (al que Gil expulsó en su día por trincón), en el año 1992 estaba en el paro y hoy atesora una de las mayores fortunas del sur. Su finca en San Pedro de Alcántara es el canto a la opulencia de aquel que en su día juró no volver a pasar hambre, como Scarlata OŽHara. La alcaldesa imputada fue separarse del marido, echarse mechas, embutirse en un pantalón de cuero y buscarse un guardaespaldas que le cubría todas las sospechas. Eso sin contar con la reforma del cuarto de baño que realizó a mayor gloria del presupuesto municipal. Presuntos, malos, y horteras.
En esta trama que amenaza ruina está incluida Isabel García Marcos, médico, nacida en Salamanca, azote de Gil en vida y bandera anticorrupción hasta que tocó poder y le expulsaron del partido por bocazas. La chica quería ser famosa y lo intentó por todos los medios televisivos que le dejaron. Emilio Molero, diputado provincial del PSOE, se alegra de que García Marcos fuera expulsada en su día y rechaza la forma de hacer política espectáculo de la teniente de alcalde de Marbella. Es inexplicable que en su casa almacenara bolsas con dinero en virutilla que ascendía a sesenta millones de las antiguas pesetas, así como que adoptara las formas ?ostentóreas? (que diría Gil), y paseara de fiesta en fiesta cuando hace unos años condenaba esa forma ?frívola? de entender Marbella.
Mientras el pueblo soberano espera a que les den por la recalificación, y la gente se pregunta si los forajidos son ahora concejales de urbanismo y si en la parcela municipal todo está permitido. Entre la forma de financiar los partidos, el tres por ciento catalán y casos como el de Marbella está claro que la corrupción es una serpiente de siete cabezas, negarla es un absurdo. Zapatero está dispuesto a reescribir la transición, no estaría mal que por el camino sacara la escoba y limpiara las alfombras.

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