El lince suelto

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado lince ibérico: en una urna de cristal, (como si fuera la sangre de San Pantaleón a la espera de licuarse en milagro), esperan sus cagarrutas a que un equipo de «CSI» sea capaz de averiguar dónde vive. Su aparición por los montes de Madrid es del todo fantasmagórica, lleva camino de marcar una legislatura.Por un lado tiene entusiasmada a la ministra de Medio Ambiente, que está dispuesta a paralizar una carretera por una simple deposición y, por otro, la presidenta de la Comunidad sospecha que el regalito ha sido llevado a la zona aposta. Una y otra se disputan la ampliación de una eme, (la M-501) y al final han topado con una «eme» de verdad.

Si hay que estar de lado de alguien tomemos partido por la defensa del ecosistema aunque sea con una muestra de mal gusto, porque el lince pudiendo haberse dejado el móvil, o un peine, tuvo que olvidar un residuo orgánico.

No se ha vuelto a ver a uno de ellos por la zona desde los años 80, cuando Starsky y Huch tenían aquel coche tan molón; la voracidad de la peletería acabó con ellos. Pero si en el monte ha aparecido una deposición es que no debe andar lejos el animalito, sabido es que al pájaro se le conoce por su huella y científicos del Museo de Ciencias aseguran que efectivamente es lince. A este mar de fondo se añaden las declaraciones del dueño de un lince europeo en cautividad que asegura: «todo depende de lo que haya comido el animal», y así tenemos liado el disparate que va a servir como argumento para La escopeta nacional IV el día en el que Berlanga se decida a ampliar la saga de los Leguineche.También es posible que la presidenta tenga razón y una mano amiga haya llevado hasta la zona lo que se produjo en lugar más alejado, porque algunas cosas inertes cobran vida propia cuando se trata de parar un proyecto.

Gracias al episodio del lince ibérico Madrid vive sus particulares jornadas del monstruo del Lago Ness, nadie lo ha visto pero todos hablan de él. Mientras tanto, la ampolla de cristal con la deposición corre grave riesgo ya que se aproximan las altas temperaturas y la prueba se puede estropear. Su exposición ante el pleno de la Asamblea regional puede provocar huidas en las bancadas, la deyección es sinónimo de deserción.

Y en cuanto a usted, (amigo lince que va suelto), dé la cara sin miedo. Si es suyo lo dice y en paz. Cualquiera puede sufrir un espasmo de colon en pleno campo; cientos de excursionistas lo hacen todos los domingos.

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