‘Nadaría con los tiburones’

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

RETRATO:

Orígenes. Madrid, 1979. Currículo. Licenciada en Biología, se conoce bien el Zoo: empezó trabajando en una de las taquillas y más tarde se hizo monitora de grupos de niños. Desde hace dos años trabaja en el delfinario (junto a otros cinco compañeros), cada día se zambulle varias veces para hacer el espectáculo de los delfines. También ha sido profesora de esquí. Aficiones. «El deporte, leer y estar al aire libre». Debilidades. «Dormir, me encanta, me sale muy bien». Virtudes. «Supongo que la paciencia, además soy alegre». Defectos. «Muy orgullosa, si las cosas no salen bien me enfado».

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Berta puede contar historias del mar sin salir de la Casa de Campo, de un mar sin corsarios ni tesoros, pero sí con delfines y sirenas (sin duda es una de ellas). De carácter muy tímido, es a la vez espontánea, joven y descaradamente feliz, como corresponde a quién da la cara en un espectáculo público. Existió el hombre que susurraba a los caballos, ahora estamos ante la amazona que baila con delfines. Trabaja en el Zoo de Madrid con ocho delfines de la especie «mular». Los conoce por su nombre y apellidos.

Pregunta.- ¿Siempre quiso ser un delfín?

Respuesta.- ¿Qué? ¡¿Yo un qué?! (Risas) No, la verdad es que nunca tuve la intención.

P.- ¿Y otro animal?

R.- Puestos a elegir, mejor un pájaro: un buitre o un águila.

P.- ¿Los delfines son inteligentes?

R.- Por supuesto, a su manera, asocian ideas y entienden las señales que les hacemos.

P.- Si son inteligentes, ¿por qué le hacen caso?

R.- ¡Ah! Los delfines más inteligentes son los que menos caso hacen, en realidad. Dependen de nosotros y lo saben.

P.- ¿Cuántas señales distinguen?

R.- Muchas, muy distintas, de 15 a 20 indicaciones diferentes que les damos con las manos. Algunas con las piernas.

P.- ¿No se puede rascar la nariz?

R.- (Risas) Sí que puedo, pero es mejor que tenga las manos en su sitio, debo estar centrada en el animal.

P.- ¿Es novillera de delfines?

R.- Más o menos… si se sienten amenazados te avisan. Un golpe de mandíbula en el fondo de la piscina suena como un martillazo.

P.- ¿Atacan?

R.- Hay que estar muy atento a sus señales, la verdad es que en el Zoo nunca se ha producido una agresión a un entrenador. Pero son animales, cuando defienden lo suyo pueden ponerse agresivos.

P.- ¿Le dio miedo Tiburón?

R.- De pequeña le tenía mucho miedo al mar, a los tiburones y a casi todo. Nunca me alejaba de la orilla, hasta que no tuve 15 años.

P.- ¿Nadaría con tiburones?

R.- Sí, nadaría con los tiburones del Zoo, pero que hayan comido antes, conste.

P.- ¿El delfín es el bueno del mar?

R.- Es cierto que se dice, pero habría que comprobarlo. Me cuesta imaginar a un delfín echando una mano a una persona en peligro.

P.- ¿Se ha lanzado algún espontáneo?

R.- No ha pasado nunca, aunque no me extrañaría que alguien lo hubiera intentado. Y no le doy más pistas.

P.- ¿Le consta?

R.- Serían muy valientes si lo hiciesen. Son animales muy grandes y fuertes como para lanzarse al agua sin conocerlos.

P.- ¿Quiénes son sus enemigos?

R.- La orca, el tiburón ¡y el hombre!, claro. Por culpa del hombre pueden confundir una bolsa de plástico con un calamar.

P.- Nunca duermen del todo, ¿cómo Zapatero?

R.- (Risas) ¡Supongo que el poder siempre está en alerta!

P.- ¿Lo suyo es un circo?

R.- A mí no me gusta que le llamen así, nos gustaría al resto de entrenadores que fuera algo más pedagógico.

P.- ¿Enseña o doma?

R.- Ninguna de las dos cosas: entreno. Los entrenamos para que realicen un ejercicio a cambio de un premio.

P.- ¿Y ellos qué enseñan?

R.- Mucha paciencia, aprender a observar. Me conocen mejor a mí que yo a ellos.

P.- ¿Notan si tiene un mal día?

R.- Puede que haga gestos más bruscos y lo perciben, sin duda. Cualquiera tiene un día despistado.

P.- ¿Añoran la libertad?

R.- Llevan muchos años aquí, algunos han nacido en este lugar. Si los soltáramos tendrían que ser reeducados en pescar peces vivos y defenderse.

P.- ¿Vienen a verles a ellos, o a usted?

R.- Bueno nosotros hacemos mucha parte del espectáculo, saltos, inmersiones… De todas formas, supongo que vienen por ver a los delfines más que a las entrenadoras (y entrenadores, claro).

P.- ¿Hacemos una encuesta?

R.- (Risas) En ese caso habría que preguntarles a ellos.

P.- ¿Haría lo mismo con sardinas?

R.- Creo que no quedaría igual de vistoso.

P.- ¿Es un Gran Hermano con aletas?

R.- ¡No tiene nada que ver! Entre ellos puede haber peleas, se dan con la cola o se muerden. Pero no son animales malos, no tienen la maldad del hombre.

P.- ¿Le gusta mojarse?

R.- En la vida sí, colaboro con Médicos Sin Fronteras y con la ONG Zerca y Lejos.

P.- ¿Algo en contra del pescaíto frito?

R.- No, mientras no sean pezqueñines.

P.- ¿Aguirre es el delfín de Rajoy?

R.- (Risas) En eso no me meto, es que en las profundidades del mar hay otra dimensión de las cosas.

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