Ilustres estorbos

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Desde hace un tiempo Maragall mira por el retrovisor y no ve a nadie pero sospecha que le siguen. Algo le lleva a pensar que un hombre que camina con dos sombras es un ser extraño, de ahí le vienen los recelos. A pesar de que las personas con las que se cruza le hacen gestos, le escriben carteles, le sugieren que se mire en el espejo, no se entera.
Montilla le sigue a rueda y le va a hacer un exterior con tumbada rozando estribera (al estilo Fonsi Nieto) que cuando se quiera dar cuenta, le habrá ganado la carrera. El ministro de Industria no disimula su entusiasmo en ser el candidato socialista a la Generalitat. Maragall le había despreciado calificándolo de «charnego», pero al final un hijo de la emigración andaluza le va a quitar el sitio a un aristócrata de la política catalana.

El problema que va a tener el PSOE es dónde coloca a Maragall después, en qué estantería y qué recados le va a encargar. Todo partido tiene una cuota de herencia obligatoria, no muy feliz, con la que se tienen que apañar. A Solana lo enviaron a la OTAN para que no hablara de política nacional, pero cuando puede suelta un misil (será por deformación profesional), lo del delirium tremens les ha dado en todo el Montenegro a los nacionalistas.Harían bien en ir pensando qué terapia de ocupación no traumática le pueden dar a Maragall, para que no se le salten las bielas cuando le lleven a los talleres de reparación de chapa y consignas.

Los partidos, en este caso el PSOE, deben tomar ejemplo de las televisiones, que cuando no saben qué hacer con unos personajes, los envían a una isla y allí los tienen cabreados entre ellos, contando la comida que falta y los mosquitos que sobran. O, en su defecto, una reserva para ilustres estorbos que por la mañana no hagan nada y por la tarde lo pasen a limpio.

El retorno de Maragall a Roma podría estremecer los cimientos del mundo cristiano que anda muy irritado con El Código Da Vinci.Enviaron al más casto de todos, a Francisco Vázquez y nos cayó un chorreo divino; Su Santidad nos puso a escurrir, ¡y eso que Vázquez es creyente, no como Puente Ojea que tenía alergia a las sotanas! El refuerzo de Maragall en la embajada de la Santa Sede terminaría por provocar un cisma parecido al de Benedicto XIII (el Papa Luna). O una discusión teológica similar a la que se originó en el concilio de Nicea cuando se discutió si los calvos resucitarían con, o sin pelo.

Una reserva de estorbos naturales, un espacio protegido donde las figuras políticas sin función puedan vivir en libertad: conspirar y hacer pactos secretos, sería algo extraordinariamente positivo.Los niños podrían ir de excursión a visitarlos, con la garantía de que no son personas peligrosas ni contaminan ideologías perversas.

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