El sabio con botas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cuando anunció que dejaba plantado a Morientes por Marchena muchos se echaron las manos a la cabeza. Normal, salvo para quién haya sufrido los rigores de llevar la camiseta rojiblanca, primero es la supervivencia y luego las florituras. Para entender al nuestro entrenador hay que saber que Luís Aragonés fue un futbolista de pana, camiseta imperio y pañuelo de cuatro nudos en la cabeza, (de los que salían al campo a currar de sol a sol), muy poco amigo de la diplomacia o de los trajes de Armani. Todo lo contrario jugador metrosexual, de haber coincidido en el mismo vestuario con Beckham le habría pinchado con el palillo de dientes en el culo, por pijo. Luís pertenece a la España sufridora que los domingos comía arroz con pollo y tenia al garbanzo como fuente de energía natural. Huele a Abrótano Macho y a Alvarez Gómez, todavía se corta el pelo a navaja y guarda una saludable distancia con la realidad para que no le estropee sus deseos. Si naces en Alemania y tienes buen porte te llamaran ?Kaiser?, pero si eres del Madrid sitiado del 38, barrio de Hortaleza y tienes aspecto de tipo corriente, te pondrán ?zapatones?. Ojito con equivocarse: en las botas de Luís hay un tratado de balompié mundial. Haber sido jugador del Atlético junto a Ayala, Reina, Panadero Díaz y Ovejero, es padecer una agonía cada domingo. El 15 de mayo de 1974, en Bruselas, fue capaz de romper con el maleficio. Nos situamos en la final de la Copa de Europa, estadio de Hesysel a reventar, marcador empatado a cero, los atléticos eran los pobres que se habían colado en la casa del rico a comerle la merienda, por lo tanto frescos a la vez que insolentes. El árbitro pitó una falta indirecta, el todopoderoso Bayern de Munich replegado en la barrera. Antes de que el balón se estampara contra la red, él se dio la vuelta al centro del campo levantando su mano derecha, sabía que estaba dentro. ¡Los indios fumando en la Casa Blanca!, por un momento la lógica se invirtió pero el cosmos tiene sus leyes que impiden que la insolencia sea permanente, sólo admite la insolencia pasajera. Finalmente ganó el Bayern. Punto y pelota, a tomar por saco la alegría del colchonero que en el libre indirecto de Heysel alcanzó cotas sublimes de éxtasis, pero ya decían en mayo del 68: ?ellos tienen el poder, nosotros la poesía?.
Luís afirma que van a Alemania a por todas y si él lo dice tiene más autoridad que nadie. Lo pronuncia quién ha sido jugador del Betis y del Atlético, (dos equipos de arte y ensayo), el único entrenador en la época dura de Gil que pasó sin oler a chamusquina. Sabe que el destino no le va a dar la oportunidad de lanzar otro libre indirecto sobre la barrera del Bayern, pero es posible que pueda ajustar las cuentas con los alemanes, en su propia casa. No posee la aristocracia de la duquesa de Alba, nunca le invitarán a Mónaco al ?baile de la rosa?, pero cuando se cruce en el ascensor del hotel con Beckenbauer es muy probable que el viejo rival le ceda el paso en señal de reconocimiento y respeto. Un tipo excepcional vestido de hombre corriente.

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