Tiempo de poetas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Hacía un calor rotundo, de mayoría absoluta, (nunca me han gustado los obvios que en verano recuerdan que hace calor y en invierno se quejan del frío). Y en eso Angel Antonio Herrera bajó de su Sierra Maestra de la crónica rosa, que en él es rosa-rojo del canalleo porque disfraza a un forense que abre la carne fresca. Y presentó su poemario que rima con sudario ya que es también la tela que envuelve al poeta en el último viaje, pero AA Herrera está vivo y coleante por todas las Cubas que contiene su libro, entre ellos ?Donde las diablas bailan boleros?, en homenaje a Cabrera Infante que fue un gran poeta de las rubias y el sexo pero escribía en prosa para no humillar.

Madrid era una corrida de toros esa tarde y una boda en el Hotel Miguel Angel donde el poeta temblaba como un novio mientras Luis María Anson recitaba de memoria. Victoria Vera le puso cuerpo al verso; el autor escribe para estar en boca de mujeres rotundas y memorables. Hay quién prefiere esculpir en mármol y quién elige morir en la orilla de unos labios carnosos. Herrera es el poeta de playa que regala versos que los borra el agua de mar. Un gran gesto a lo Rostand.

?A solas produzco muchedumbres? dice un verso suelto. Los demás están en la vida o compilados en ?Arte de lejanías? (Ediciones B).
Envidio de Angel Antonio que es capaz de asesinar en cuartilla inmaculada al personaje más pintado, como cuando dijo que Artanxa Sánchez Vicario era ?El Increíble Hulk con bragas?, y también versifica como un dandy sin cortejo.
Y, además, es poeta.

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