La historia como material inflamable

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cuando uno era bachiller había una sala distinta en el colegio, acristalada, con probetas, con una gran pizarra donde se escribían fórmulas magistrales. Era la clase de Química donde siempre olía un poco peor que en el infierno, se mezclaba el azufre con el serrín y el vapor de agua. Uno podría pensar que de aquellas probetas en continua efervescencia podría salir un monstruo de siete cabezas, lo que nadie podría imaginar es que de la clase de Historia, (aula que no laboratorio), salieran horribles consecuencias. Hoy la Historia es un material que se utiliza a voluntad, como la plastilina, y que se reescribe en función del interés que resulte más oportuno. Las palabras del ex presidente Aznar en Hudson Institute de Washintong son muy poco acertadas, según él los musulmanes se deberían disculpar por haber ?ocupado España durante ocho siglos?. En ese caso que se disculpe también el alcalde de Roma por haber colonizado Hispania y habernos dejado el origen de este idioma que ahora manejamos cerca de cuatrocientos millones de hablantes. Incluso que Roma les pase una pensión a los descendientes de Viriato por haberlo sometido a la más dura de las persecuciones, (eso sin referirnos a la cruel invasión naval de los fenicios con unos barcos dotados de una original vela). La historia tomada como una reivindicación continua es agotadora. Olvida Aznar que España ha sido siempre lugar de paso y mezcla cultural, y que si los árabes tienen que pedir perdón, (¿no eran tan españoles los ciudadanos de Granada como los de Valladolid, en plena Reconquista?), también deberíamos renunciar a su herencia cultural. Tendría que venir el alcalde de Damasco a reivindicar la mezquita de Córdoba, un sultán a llevarse La Alhambra piedra a piedra, y una comisión especial trabajaría en la desaparición de los nombres árabes de nuestras calles, ríos, apellidos y vocabulario. Además, el término España es de los Reyes Católicos y se nos conoce por uno de los estados más viejos de Europa. Hasta aquí la obviedad. Aznar tiene derecho a decir y a manejar la Historia a su antojo, pero sus palabras son un bidón de gasolina en una hoguera de San Juan, ¿qué musulmanes deberían pedir perdón: los que viven en África y Asia o los que ?presumiblemente- somos sus herederos en tierra española? Hay días magníficos en los que uno podría aprovechar para guardar silencio. Más que pedir perdón hagamos un trato, el de aprovechar que estamos juntos para edificar el futuro de España. El juicio retórico a Tarik y la revisión de la batalla de Guadalete creo que importan poco, hablemos de estatutos y de formas de estado. No juguemos con probetas que son peligrosas.

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