España SA

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Según Mateo, Jesús de Nazaret entró en el templo y sacó el látigo de la ira; en cambio, Zapatero ha preferido ponerse de parte de los mercaderes. Jesús derribó las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas en un claro gesto intervencionista(Jorodorwsky escribe sobre la simbología de los ojos de las palomas en la Biblia); Zapatero hizo un acto de fe en el Ibex 35 y en el mercado. No se esperaba que el presidente entrara en la Bolsa a «mandar parar», como en la alusión a Fidel que se hace en la letra de Carlos Puebla, pero se demuestra así que a efectos de política económica tanto la derecha como la izquierda sueñan con el mismo paraíso capitalista.
De todo el discurso «histórico» (adjetivo que el presidente repitió varias veces) flota la idea de que España es una gran empresa, parábola de la economía moderna que nos rebaja de ciudadanos a elementos de la cadena de producción, ¡pero todo sea por el negocio! Concepto éste que supera la frase joseantoniana que resumía otro sentimiento colectivo de empresa común, aquello de que España es «una unidad de destino en lo universal». Al menos José Antonio vendía la idea envuelta en banderas de Flandes; ahora los tiempos no están para nimiedades y se ataca con un mensaje claro: somos una empresa que se mantiene unida mientras exista intercambio comercial entre sus pueblos.

España SA es la superación de cualquier ideología; entramos en terrenos de contables: pierde Ortega, gana Solbes. Y si somos una empresa, que vayan temblando los excedentes de producción cuando nos vaya mal. Si somos una empresa que me den el mono de español para llevarlo limpio y, orgulloso, trabajarme el premio al mejor obrero del mes. Si somos una empresa se entendería que fuéramos un país opable y que viniera Alemania a comprarnos unas islas, y entonces aparecería un caballo blanco y así estaríamos opados (apócope de ocupados), durante un tiempo. Si, finalmente, el concepto de España SA se mantiene, que nos cambien el DNI por la tarjeta de crédito que cabe en todas las urnas dotadas con banda magnética y nos evitamos la carajera de la documentación falsa que denuncia José Blanco.

La perversa idea de una nación convertida en negocio se le tendría que haber ocurrido a la derecha, salvo que esa derecha económica haya utilizado a un presidente socialista para que les sirviera de portavoz ocasional. Es decir, que el capital siempre gana y luego se fuma un habano robusto en Zalacaín pasándose la ideología por donde ese día recomiende Carmelo, el maître que sabe mejor que nadie lo que come la fiera del poder.

Pero que España es un gran negocio, a veces turbio, lo confirma la memoria de la Fiscalía Anticorrupción, cuando recuerda el aumento en un 40% de los delitos urbanísticos en 2006. Justo ese año de crecimiento «histórico», como recordaba el presidente. En cierta medida, la labor de los piratas ayudó al crecimiento del PIB de la Inglaterra victoriana. Pues ahora nosotros igual.

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