Gallardón se presenta

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Hay verdades que no las soterra ni Dulcinea, (aquella excavadora de nombre quijotesco que perforó la M-30). Hay ideas que están más fijas que las piedras del Coliseo de Roma. Y, hay personas más tenaces que un batallón de termitas con casco. Gallardón es el ejemplo de político con el timón más atornillado que se conozca: su ambición marcó un rumbo y de ahí no se apea ni medio grado a estribor. Ese empecinamiento le ha hecho muy ?popular? entre aquellos que no le votan y algo cuestionado por los suyos, desde la militancia a la cúpula regional del partido. Una cosa es ir de verso suelto y otra tocar las narices cada poco en cuánto.

A la Agencia EFE le ha vuelto a repetir que quiere ser diputado para ayudar a Rajoy. No hace falta tener un master en ideologías liberales para darse cuenta de que el alcalde de Madrid quiere situarse a la altura de Rajoy por si el candidato popular se despeña en las generales. Y, ya de paso, estar a la altura de Rato, Aguirre o cualquier otro que busque el liderazgo de la derecha española. Incluido algún presidente de empresa privatizada con deseos de entrar en política cargado de luces, (y de apagones).

En el PP están un tanto cansados del vedetismo del alcalde de Madrid y algunos piden un Congreso en el que vuelva a quedar claro su peso en el partido. Pero aunque lo volviera a perder, como ya ocurrió con la operación Cobo, Gallardón volvería al día siguiente a mostrar su firme disposición a apoyar a Rajoy. Es aquello de que nunca dejes que la realidad te estropee una buena noticia, o antes muerta que tristoncilla.
Nada haría pensar que es una ambición ilegítima, (en política todas lo son), salvo el detalle de que cuando habla de los ?grandes alcaldes de Madrid?, olvida a Álvarez del Manzano, y elogia a Tierno y a Barranco).
Si la operación Gallardón fuera un proyecto de la NASA podríamos decir que el cohete tiene algo raro antes de despegar.

Como estamos en agosto y tampoco es un mes de grandes debates políticos, podríamos pensar que Gallardón busca un cisma en su partido y una ruptura en toda regla, al menos crear una grieta por la que se vean las contradicciones. Y él quedar como un santo varón que dio lo mejor que tuvo pero fue aplastado por el poder de Aguirre. Ese victimismo le daría mucho atractivo entre aquellos que no le votarían nunca, pero cosas más extrañas hemos visto alrededor de este alcalde que cambió la vara por el ego y la prudencia por la opulencia, (por sus obras los conoceréis).

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