Los ratones coloraos

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Los ratones del despacho eran un movimiento disuasorio, parte de la estrategia nada más, pensábamos que la caza del roedor era lo más arriesgado que se podía hacer en la Plaza de Cibeles. La fiesta, o ?guateque?, estaba en otros negociados, (por cierto que el nombre de la operación recuerda a lo de ?saca el güisqui cheli?, poco serio). Estábamos pendientes de las rendijas del nuevo Ayuntamiento y el butrón informativo surgió por la parte de urbanismo que siempre es un departamento difícil de sellar; ante la presión de la corruptela saltan la silicona y el climalit que da pavor. Es el poder del dinero que todo lo engrasa y todo lo agiliza, con pasta los cojos corruptos son capaces de ganar una final de cien metros. Los detenidos parece que agilizaban trámites en función de la mordida, eran una cooperativa de buenas voluntades que desastacaba los expedientes y los hacían más ligeros.
Lo prudente es prestar colaboración a la justicia y esperar nuevas informaciones, justo lo que hicieron el alcalde Gallardón y el vicealcalde Manuel Cobo, el término cooperación salía subrayado con fluorescente de sus bocas. Lo que no es de recibo es la sombra de sospecha que Rubalcaba lanza como el que quiere pescar peces gordos con redes de chanquetes. Las palabras del Ministro del Interior son unos puntos suspensivos negros sobre la clase política instalada en el Ayuntamiento de Madrid, sobre todo cuando afirma: ?hay funcionarios implicados y otros que no son funcionarios?. Si lo sabe que largue, y sino que guarde silencio para siempre como dicen en las bodas. Como tampoco es casual el desembarco de fuerzas que tanto recuerda a una forma ?malaya? de instruir desde un juzgado. Semejante brío se echó en falta en otros lugares de Madrid, como Ciempozuelos donde se fue más cauto. Será que hay una forma de entrullar de derechas y otra de izquierdas, según convenga.
No estaría de más que el alcalde Gallardón siguiera con la limpieza que ha empezado con los ratones de su despacho, (y que le han convertido en un Gallaorduille de la Ville). Igual con un poco de queso y unas trampas se coge a los del guateque con las manos en la comisión y la pasta calentita. La oposición le recuerda, con tino, que parte de sus obligaciones son tener controlado el Ayuntamiento y que también se peca de falta de cuidado. Un poco de control interno es necesario cuando se gobierna un Ayuntamiento de dimensiones casi de ministerio, (sin segundas intenciones). Metidos en el ?guateque? podríamos cantar otras canciones, tal vez la de ?si yo tuviera una escoba?, muy adecuada para dejar el suelo limpio de ?corrutos? como diría Pepiño Blanco y de ratones coloraos, azules y comisionados.

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