El conejo como moneda corriente

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

En una reciente película de la factoría Disney los protagonistas se escapan del cuento, y así podemos ver como la princesa pasea con sus tules por Manhattan y el príncipe hace de cursi de la tarta en las calles de Nueva York. Pues algo parecido le ha ocurrido al gobierno al que los precios se le han echado a caminar solos. El pan, la leche, los huevos y resto de productos de primera necesidad han cobrado vida propia. A Solbes todavía no se le ha pasado el soponcio, dice que en primavera todo volverá a su cauce pero todavía está por conocer un precio que haya bajado después de una subida. Además del cambio climático podríamos hablar también del cambio económico, el precio de los alimentos básicos erosiona la capa de ozono de la economía familiar.
Pero en España somos unos cachondos y ante las crisis nos sale una gran capacidad de distraer el verdadero problema, de ahí que el Gobierno recomiendo consumir más conejo toda vez que el pollo se ha puesto que parece un pavo real: imposible, inalcanzable y esquivo. Así que esta Nochebuena la receta Solbes es la de conejo al horno, con ensalada de zanahoria (que es alimento de conejos), y de postre helado de Bugs Bonny. En el fondo es que no ?hemos interiorizado lo que vale un euro?, como dice el ministro de Economía. O dicho de otra manera: que somos unos cabecitas locas que nos lo gastamos todo sin tener en cuenta que un euro no son veinte duros. En breve asistiremos a cómo el Gobierno potencia el ayuno como medida de salvación nacional.
En Bali han encontrado un acuerdo in extremis para controlar la emisión de gases contaminantes, por lo tanto no descartemos que en España se llegue al control de la inflación a base de medidas creativas. Esto es lo que tiene la economía, alguien puede que no haya oído hablar de Keynes en su vida pero notará sus efectos cuando le crujan en la caja del hipermercado. ?Es la economía imbécil?, como dijo Bill Clinton. Se trata de eso y de las consecuencias que atosigan al consumidor de tal manera que en breve saldremos de los cajeros automáticos con los brazos en alto.
Al final de una legislatura bastante amarga, la economía ocupa un lugar predominante, nunca sabremos si ha sido muy tarde. Como suele pasar de nuestras miserias se lucran otros, en primer lugar los jeques del petróleo que juegan a la ruleta rusa con nuestros depósitos de gasolina. Pero, a pesar de la crisis del conejo, el consumo no se resiente. Los españoles, (va a tener razón Solbes), no interiorizamos bien el euro. De ahí que haya el escándalo de las compras de Navidad y el habitual tránsito de peatones con bolsas. Gente que calcula la inflación mirando la cara del conejo.

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