Marilyn cantó en Valdemoro

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El consejero Güemes no es Marilyn, ni el Hospital de Valdemoro es el Madison Square Garden, ni era el 19 de mayo de 1962 cuando ella (la rubia Monroe, no la rubia Aguirre), irrumpió bajo un foco y fundió los plomos con un ?Happy Birthday mister president?. Aquello fue un descaro alocado y a-lacado, un destello de cariño, un pellizco de sensualidad y la primera vez en la historia en la que un presidente se hizo más de carne que de púrpura. Amén, Marilyn que estás en los cielos.

En el querer no hay engaño como decía Cervantes y cuando uno canta el cumpleaños feliz lo de menos es pedir al vocalista que entone; cuenta más la intención. Y así, Güemes con los impagables coros de Granados, aparecieron con una tarta en el cumpleaños de Esperanza Aguirre. Fue un acto improvisado y por lo tanto sentido. Salvadas las distancias Güemes no es Marilyn, aunque compartan el mismo estilista.

La sanidad madrileña no está para canciones pero en el acto contó más el deseo de agradar. Los presentes dicen que el dúo Güemes-Granados nunca llegarán a grabar un disco, (menos mal, los Pimpinela pueden respirar tranquilos), pero eso no es lo que importa. Quédense con el gesto, quizá el último de una Navidad entrañable, salvo por la huelga de basuras del metro que amenaza con reconvertir el suburbano en una gran fosa séptica urbana.

Si me dan a elegir me quedo con la improvisación de Marilyn, más que nada porque en aquella rubia había mil vatios de sexualidad en cada nota. El Señor la tenga en su gloria, y a Esperanza Aguirre le de muchos años de salud.
A partir de este enero todos los cantos sonarán a elecciones. Pero aquel día, en Valdemoro, Güemes salió de una tarta metafóricamente hablando. A Cabrera Infante le habría encantado porque dijo que su vida había sido la persecución de cuantas rubias había conocido, ?ya fueran auténticas o falsas?. Y, Aguirre, es muy auténtica.

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