La caza del Febrero Rojo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

En el cuartel general de Aguirre, en la Puerta del Sol, alguien que se ha leído la novela de Tom Clancy ha pensado que se van a enterar los alborotadores del Hospital de Parla. Desde los desgraciados incidentes del viernes se ha instaurado ?La Caza del Febrero Rojo?, todo aquel que estuviera por la zona y que sea cargo electo del PSOE, o de IU, resulta sospechoso y se va a enterar. No tenemos imágenes del puente de mando del sumergible, pero es fácil imaginar a un Sean Connery pegado al telescopio. Lo más parecido a un cocodrilo cuando sale de cacería es un submarino, en ambos casos hay movimientos suaves hasta que la presa no está cerca. Un submarino nuclear tiene la agilidad de una bailarina y la capacidad de destrucción de un terremoto; y mientras no sea descubierto es un elemento ideal para la observación de movimientos del enemigo. Y la proximidad de las elecciones convierte a cualquier charco en un océano insondable.
Lo suyo es que llamen a declarar, urgentemente, a quienes participaron en la agresión, (o que acudan a comisaría por su propio pie). Tomás Gómez hace mal si no se desliga, de inmediato, de aquellos que confunden la acción política de la izquierda con el salivazo y el empellón. Mientras el líder de los socialistas madrileños no se desmarque con energía va a tener al ?Febrero Rojo? pegado a su estela. Queda mucha campaña todavía y como se caiga una teja, coja la gripe un consejero, o se le funda un faro al coche de Aguirre, ya sabe Gómez a quién le van a pedir cuentas.
Cuenta Julio Anguita, en su interesante biografía ?El tiempo y la memoria?, (Editorial La Esfera), que a veces miembros de la izquierda tienden a confundir lucha de clases con gritos de todas las clases. A esos, Julio, les llama ?militantes horteras?. Por el bien de la izquierda que en Madrid representan Tomás Gómez, e Inés Sabanés, hay que cortar de raíz todo intento de macarrismo urbano por lo que tiene de mal ejemplo y de peor talante. No vaya a ser que algunas actitudes alimenten reacciones de signo contrario, y ocurra como le pasó a Gómez ayer que tuvo que suspender un acto por amenaza de bomba, (se podía haber ahorrado el mitin por la megafonía del coche patrulla, un acto que parece más sacado del final de ?Thelma y Louise? que de una ceremonia electoral). Para contribuir a la calma no hay nada mejor que no alejarse de ella y actuar con cabeza. Loquitos de uno y otro signo hay unos cuántos y ellos tienen ganas de dejar su minuto de gloria aunque sea amenazando con bombas o insultando a Güemes y Granados. A Gallardón no le gritan porque hace campaña en Barcelona.
Dejemos la carga de los mamelucos para la exposición del 2 de mayo y volvamos a la cordura de las ideas y de las propuestas serenas. Aquello de: ?no me grites que llevo chanclas?.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*