Unos tipos que miran mal

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Álvaro Ussía tenía edad para hacer planes de futuro, salud para llegar a viejo y, según sus amigos, simpatía como para ser un donante de bonhomía. Pero el joven Álvaro se cruzó con unos porteros de discoteca que le cortaron todos esos planes que tenía para el resto de sus días; sin juicio previo aplicaron la sentencia contra el suelo de la noche hasta dejarle con el corazón literalmente partido. Álvaro murió porque desguazaron su joven cuerpo cargado de futuro, y ahora una foto suya preside un altar improvisado en una calle de Madrid. Velas rojas y flores blancas.
Será la justicia la que determine quienes son responsables y en qué medida, pero alguien tiene que poner coto a los desmanes de la noche. No es posible que en la puerta de los locales de moda rijan otro tipo de normas que no sean las constitucionales. ¿Qué diríamos si en los tornos de los campos de fútbol, en vez de profesionales de la seguridad, vigilantes con uniforme que han sido formados, pusieran a porteros de discoteca?, ¿Qué tal esos porteros de discoteca en las entradas de los edificios oficiales? Para ser un ?puerta? no hace falta más titulación que un certificado de pasar ocho horas al día en el gimnasio y tener el cerebro de un caniche, (salvadas las honrosas excepciones que pudiera haber).
Sucede que el estado de Derecho se esconde cuando dan las doce de la noche, cuál ratón de Cenicienta y entonces aparece el desgobierno de las mafias que elevan la bandera de los piratas a lo alto del mástil. No se puede dejar al arbitrio de un indigente intelectual la entrada, o no, de una persona a un local de copas por mucho cartel de ?reservado el derecho de admisión?. Desde el Ministerio del Interior no se ha regulado el oficio de ?portero de discoteca? y se deja al albur del dueño del local la elección de la persona que controlará la entrada de manera aleatoria y caprichosa. La foto de Rubalcaba con Jose Luís Moreno le viene de ?cine? al Ministro, pero tampoco estaría mal que se diera una vuelta la policía nacional por los lugares donde se atropella a la razón con resultado violento. Y, ya puestos, que se hiciera caso a la policía cuando levanta un acta y éste no cayera en el sueño de los justos.
En Internet hay recogidas cientos de peleas en las puertas de los bares de copas, allá dónde impera la ley del más fuerte. Tristemente hay zonas de copas, en todas las ciudades, donde se conoce que la legalidad brilla por su ausencia pero es consentida por alcaldes y empresarios. El sector de la noche necesita una regulación urgente y a medida. Y a esos tipos que miran mal recordarles que también la Ley se hizo para ellos, y no para que avasallen a los clientes con sus malos modales. Este vacío legal es el que ha permitido que el oficio de ogro sea rentable y mortal.

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