Fernando Alonso y las pulgas malas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Los que estábamos en la Salita Gasparini del Palacio de Oriente pudimos ver el cariñoso saludo del Rey a Rafa Nadal el pasado viernes, ahí no hubo protocolo sino admiración sincera. No en vano gracias a este mallorquín el himno español suena todos los domingos en alguna parte del mundo. Nadal es además de un campeón un tipo que cae bien, tiene buena imagen y aparece en los listados de los españoles con los que uno se iría de cañas. Todo lo contrario que Fernando Alonso al que ahora implican en un altercado con fotógrafos en el circuito de Montmeló. Da la impresión de que Alonso tiene que cargar con el sambenito de ser el borde del deporte español.
En su defensa argumenta que los fotógrafos le acosaron y que uno de ellos se subió a la rueda de la silla de un niño paralítico para tener mejor ángulo. A Fernando Alonso le han cargado el mochuelo de ser un tipo antipático con la prensa, (fatal porque no hay nada más cómodo que encontrar a una víctima expiatoria); en adelante le perseguirán por los circuitos hasta provocarle un corta-circuito en su sistema nervioso. Pero él tampoco ha hecho nada por evitarlo, al contrario siempre es “vedette”.
La razón de esa tirria, cierta o no, que se le tiene a Fernando Alonso podría estar relacionada con el deporte que practica. No se conoce a un corredor de maratón que tenga mala imagen, ni a un atleta; mucho menos un ciclista o un tenista como Rafa Nadal. La distancia que separa a Fernando Alonso de la simpatía colectiva son los caballos que tiene su vehículo; a ojos del ciudadano los conductores de Fórmula 1 son unos señoritos que conducen coches caros y acuden a fiestas pantagruélicas. No será verdad pero suena a cierto. Así que Fernando Alonso puede hacer las mejores carreras del mundo que tardará tiempo en quitarse el adjetivo de roñoso. Alonso, harto de la inquina que se le tiene en España puede decir como Unamuno: “¡qué corran ellos!”. Toda paciencia tiene un límite y cuando se conduce un coche de cientos de caballos es muy fácil huir en línea recta.
La única solución que tiene Alonso es cambiar a las dos ruedas y escalar el Tourmalet en una tarde calurosa de julio; sólo esa acción heroica le puede reconciliar con el común de los mortales.
También es posible que el campeón tenga malas pulgas pero eso le pasa incluso a los que pierden, por lo tanto no estaría el problema en esa parte. El meollo reside en esa capacidad que tenemos de simplificar el mundo en buenos y malos; a él le ha tocado categoría de demonio con ruedas. Un marrón como otro cualquiera.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*