De Monti a Newton

(“COLPISA/ EUROPA PRESS“, SIN ETIQUETA, 30 de mayo, 2012)

En Italia para acabar con la crisis ficharon a un gobierno de tecnócratas y el experimento tampoco les ha salvado de la proximidad de las llamas. Podemos anotar como resultado del experimento que los tecnócratas pueden ser tan inútiles como los políticos, (cuándo se hacen las cosas mal). En España no tuvimos necesidad de acudir a las urnas para elegir al peor presidente posible de Bankia, Rato “el deseado” más que salir ha huido dejando un pozo sin fondo quién era pregonado como el mejor gestor que vieron los tiempos.
El duelo acabaría ahí si no fuera porque no conocemos la profundidad de la fosa, en realidad nadie lo sabe porque no hay un interventor que tenga bemoles para cifrar el roto de Bankia y el del resto de la banca española, agujero al que hay que añadir las indemnizaciones de aquellos directivos que tenían la famosa “cláusula caníbal” en su contrato: llevarse la indemnización cruda. De momento lo que sabemos es que el invento cae y nosotros detrás con la inercia correspondiente. Quizá sería el momento adecuado para nombrar a eminentes físicos como ministros de Economía porque sólo ellos entienden las leyes de la termodinámica: nos puede parecer que las cosas no están peor porque andamos dentro de este movimiento continuo, (y lo de “movimiento” sin malas intenciones), pero lo cierto es que nos despeñamos hacia un catapún que no es término científico pero se entiende.
Menos Monti y más Newton para explicar hacia dónde vamos y a qué hora regresaremos a la Edad de Piedra dónde no habrá enchufe para el Ipad, más Física para contarnos cómo son los agujeros negros que se han producido en los balances, de qué manera se han tragado a los pequeños inversionistas y de qué material están hechas las corbatas de los directivos que se van de rositas, manteniendo el estatus y con la indemnización que no acabará en ningún caso en una residencia de ancianitas. Sólo desde esa esquina de la ciencia que linda con la magia podemos encontrar alguna claridad.
El indemnizado es una de las castas que se han creado durante los años de la burbuja y tiene sus privilegios. Pero aún siendo escandaloso el roto que dejan y lo que les corresponde por la “cláusula caníbal”, es mucho peor no saber la velocidad a la que caemos porque el movimiento constante engaña a la vista, es la misma sensación que experimentan los viajeros de un tren que no perciben la velocidad pero al pasar sin detenerse por un andén levantan una polvareda que afecta a la gorra del jefe de estación.
Rajoy en cambio es más de Monti que de Newton porque no considera oportuno analizar en el Congreso lo que ha pasado en Bankia. A lo mejor le da miedo la inercia o que se le vuele la gorra al jefe de estación.

Compartir:

Deja una respuesta

*