Atentos al trampolin

(“COLPISA“/VOCENTO, martes 19 de marzo 2013)

Si lo que ha pasado en Chipre fuera el epicentro de un tsunami económico en el mediterráneo apañados estamos; todos los datos nos llevan a pensar que Merkel puede aplicarnos la misma presión a los países del sur. De momento no suenan las alarmas y el Gobierno no anima a buscar la salida de emergencia, (entre otras cosas porque no habría botes para todos). El mensaje que transmite la fontanería monclovita es que Chipre no es España y para apuntalar la idea han trabajado durante todo el fin de semana en acuñar frases templadas para crear espejismos de bosque que calmen a las Caperucitas ahorradoras. Pero lo cierto es que al Gobierno le baja el sudor frío por el cuello cuando alguien menciona la posibilidad de un nuevo rescate a la banca.
Las técnicas para desviar la atención del problema pueden ser varias: la semántica ya está en marcha, las llamadas a la calma también, falta acudir a Mesmer que a mitad del siglo XVIII publicó “De planetarium influxu”, una tesis que relacionaba por primera vez de manera académica el magnetismo entre dos cuerpos con fines terapéuticos. En la rueda de prensa del consejo de Ministros no puede aparecer la vicepresidenta con un péndulo porque llamaría la atención pero la idea es que circulen otros asuntos que distraigan al personal de la gravedad de la economía sureña sometida a la inquina de la señora Merkel. “Chipre no es España” repitan conmigo, pero el miedo a un corralito nos hace temblar las canillas. Si a la señora Merkel le interesara llevarse por delante a Italia, o a España, para asentar su poder lo hará sin miramientos, (antes lo sospechábamos pero a partir de Chipre ya hemos visto como se las gastan en Berlín).
Las teorías de Mesmer, basadas en Paraceslo y la influencia de los cuerpos celestes en los seres humanos, están vigentes. A falta de un gran péndulo sobre el que descansar la mirada y aflojar los párpados tenemos una enorme piscina con varios trampolines. La idea es que cuantas más personas estén atentas a cómo cae Falete menos mirarán como cae la Bolsa. Falete convertido en agente del Gobierno sube con pánico los peldaños que conducen al trampolín y desde allí se aproxima al extremo de la rampa sabiendo que le espera un precipicio. El resto de los ciudadanos igual pero a sus pies están los tiburones financieros que aguardan el momento del chapoteo para hacer su trabajo sumergido.
El pellizco placentero que proporciona el suspense del trampolín nos evade de todos los peligros. No hay Plan B porque según el Gobierno “estamos haciendo las cosas como deben ser”. Ya, claro, ¿pero y si los cocodrilos se comen al orondo Falete? Nos podemos preguntar qué pasaría si la banca española necesitara de un nuevo empujón y tuviéramos que acudir a Europa a pedir otra ayudita por favor. En ese hipotético caso los grandes palacios se convertirían en lamentables corralitos edificados con buenas palabras pero entre orines.

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