La cultura del error es un género por descubrir

Por: EMILIO LAHERA

Rafael Martínez-Simancas lleva más de veinte años ejerciendo el oficio de periodista. En el año 2001 obtuvo la Antena de Oro por la dirección creativa de Onda Cero y por el resumen de tertulias que hacía en La brújula del mundo, con Victoria Prego. Es también columnista de El Mundo, La Gaceta de Salamanca y el Boletín de la Tarde. Acaba de publicar el libro Estoy en el candelabro, editado por La Esfera de los Libros.

Pregunta: Oiga, ¿es tanta la estulticia existente?

Respuesta: Sin duda que usted, audaz periodista e informado crítico, intuye la respuesta: sí? es mucha, es tremenda, es apabullante, es como un eco de botellas de gaseosa vacías, es nada de ida y vuelta. La estulticia más que inundar, pringa. Caer en sus redes es peligroso: uno se deja el cerebro en casa y a partir de ahí todo es terrible. Ahora bien, entre la estulticia hay grandes pensamientos, no olvide que la cultura del error es un género por estudiar. Me refiero a esa gente que acierta cuando se equivoca.

P: ¿Hay que prever que será aún mayor con Internet, con su rapidez de expansión, cual de un virus se tratara?

R: Internet es un camino muy interesante, ahí he encontrado gran parte del material para el libro. Parece que si no tienes una página “güé” no eres nadie, y efectivamente así será dentro de poco. Le animo a que visite algunas “güés” de funerarias de América. Verá qué agradable es oír cómo se abre un ataúd para que nos muestren su acolchado interior. Luego están las salas de charla, los llamados chat. Una vez entré en uno de poesía y copié versos de San Juan de la Cruz, nadie se dio cuenta y alabaron mi original estilo. Internet más que virus a veces tiene ladillas informáticas. Las chorradillas de andar por casa cobran dimensión de pensamiento gracias a la universalidad de Internet.

P: ¿Se ha dado cuenta de que su libro es subversivo?

R: ¡Sin duda! Escribir es además de subversivo algo clandestino teniendo en cuenta el pobre índice de lectura. Pero he tenido suerte (vamos a la segunda edición), por lo tanto he dado con el sector pensante de la sociedad. Somos un reducto como el poblado de Astérix, unos pocos que resistimos el avance de las tertulias rosas y los programas deportivos. Hay que ser subversivo, en otro caso te conviertes en un trozo de carne animada.

P: Usted reivindica la inteligencia contra el “idiotil”. ¿No va a contracorriente, no es peligroso?

R: A los grandes héroes de mis lecturas adolescentes no le importaba el riesgo, al revés, les incentivaba. Lo “idiotil” es una mancha de contaminación en nuestro horizonte diario. Apliquemos el protocolo de Kyoto de reducción de gases a los que emanan estupideces. ¿Sabía que Bruselas dictaminó una normativa para controlar los escapes de metano de las vacas? Pues lo mismo. También en las bobadas hay metano concentrado.

P: En su libro de usted, la amargura trasciende la ironía. ¿No será usted un “amargao”?

R: He leído una crítica del libro en el que lo comparaban con un gran circo: atracciones, payasos, fieras, saltos increíbles, pero al final una carga de tristeza. Es una visión acertada, el buen humor es chocolate amargo. La risa inteligente lleva a la reflexión y de ahí a sospechar que no todo es tan bonito. En cuanto a si soy un “amargao”, usted mismo. Eso sí, a mi la sonrisa no me la quita nadie. Ya sabe que un pesimista es simplemente un optimista bien informado.

P: Del “Tercer mundo”, sin embargo, hay pocas “perlas” en el libro: ¿hablan menos los de allí o es que no tiene usted antena parabólica para escucharlos?

R: Hay una, la brutalidad que dijo Idi Amín Dadá: “No me gusta la carne humana, me resulta demasiado salada”. Si tenemos en cuenta que este personaje se comía a sus opositores, la frase es la más dura del libro. En el tercer mundo bastante tienen con sobrevivir. La chorrada mediática nos pertenece a nosotros, a los que consumimos mensajes bastante bobalicones. Pero sin duda que los gobernantes de esos países son gente que aportaría grandes cosas a la cultura del error, pero no les entiendo porque casi siempre tienen la boca llena con el muslo de algún opositor.

P: ¿Se da ya la cuota igualitaria de “idiotil” entre los géneros, igual que en el gobierno?

R: Totalmente de acuerdo. El género no es excusa para no caer en la estupidez manifiesta. La pifian por igual ellos que ellas, independientemente de su nivel social y su filiación política. Los que más riesgo tienen son los que más hablan. El sexo no es una división para la estulticia, dejemos el sexo para otras cosas más interesantes; además no conozco a nadie que hable con su sexo? salvo unas cosas que me han contado que hacen en Tailandia.

P: ¿Por qué la presentación de su libro responde a la de un libro divertido cuando es para echarse a llorar, cual si las letras fueran lágrimas?

R: ¡Y dale con que el libro es de llorar!, así no vendo ni uno. Más que el llanto lo que propongo es la compasión en algunos casos, la complicidad en otros, y el buen humor en todos ellos. No se trata de zaherir al personaje sino de sacar consecuencias propias. Si se fija bien, estas frases son del dominio popular pero nadie se había atrevido, hasta el momento, a realizarles la autopsia. También se puede llorar de risa aunque si te hacen una foto, en ese momento, sales con cara de estreñido con carnet de manipulador de alimentos.

P: ¿Se siente influido por la mano de Gómez de la Serna, la de Miguel Mihura, la de Jardiel Poncela…O de todas juntas? Lo digo porque sus textos tienen la mordacidad de Jardiel y la sabia distancia de D. Ramón.

R: ¡Ole!, gracias, tenga por seguro que agradezco su amable comparación. En serio: su comentario es de lo más acertado. En todos ellos he nadado, en su piscina mojé mis pies cuando no sabía escribir y años más tarde me zambullí a pleno placer. Salvando las distancias, al final del libro incluyo unas pequeñas perlas que son greguerías de los nardos. Por ejemplo: “Cuando nadie tiene nada que decir, viene uno y suelta lo suyo”.

P: ¿Comparte usted la opinión de que “Las mujeres y las espadas adquieren toda su importancia cuando están desnudas”?

R: En ese momento ambas son peligrosas. El torero, que está acostumbrado a lidiar con la muerte, lleva la espada en una funda hasta que llega el momento de la verdad. Antes que yo Benedetti ha dicho que una mujer desnuda ilumina toda una estancia. La verdad es que no sé nada de espadas, pero me apasiona ver las siluetas de mujer cuando entran en un cine con la proyección empezada. Ahí todos los cuerpos me resultan gloriosos. A veces, para el amor demasiada luz es una falta de prudencia. Por otra parte, hay peligros a los que la vida te invita con una sonrisa, ¿y quién no se ha cortado con el filo de un mal amor?

P: Hay que suponer que usted ha sido alguna vez amante, bien activo o pasivo, da igual; lo que nos gustaría saber es si alguna vez ha dicho eso de “Te voy a comer las pelotillas de los dedos de los pies”.

R: No, porque no me considero un poeta; pero a partir de ahora en la primera ocasión que tenga, aunque sea en un encuentro oficial con el Nuncio de Su Santidad, créame le voy a copiar la frase. Para que no parezcamos caníbales de la pasión, déjeme que le diga que hay sudores (de las personas que amas, claro, no del repartidor de pizza) que se deberían vender en frascos. El amor es muy caníbal.

P: ¿Para qué sirve una corbata, además de para intentar ahorcarse?

R: Para marcar distancia en la empresa si uno es ejecutivo de postín, o para ahogarse, efectivamente, si le han invitado a una boda pero no tiene costumbre de “abrocharse” el nudo. Siento una enorme compasión por las personas que se dejan la pala corta y el nudo muy gordo. Esas corbatas de esternón son a España lo que la silueta del toro de Osborne: un monumento nacional. La corbata tiene otra utilidad: atrae a la sopa y a los guisos con mucha salsa. Forma parte de la Ley de la Gravitación Universal de Newton.

P: Es usted un hombre de radio, sobre todo de radio. ¿Qué tal está la radio? ¿Y los radiohablantes?

R: La radio hoy es parecida a los monasterios de la Edad Media, el último reducto donde se guarda la inteligencia. Soy un consumidor de radio, de todo tipo de radio. En las llamadas de los oyentes está la España real que vota, los políticos son tan torpes que no las escuchan. Me apasiona el tiempo de las llamadas de Luis del Olmo, igual aparece un catedrático de Física Cuántica que un representante de calzados con alzas.

P: ¿Qué opina de las familias numerosas?

R: De entrada que son muchos, y luego que son gente unida y solidaria. El egoísta suele ser hijo único, todo aquel que haya compartido un cuarto de baño con sus hermanos pequeños sabe lo que es la cooperación internacional.

P: ¿Cree que el mundo estaría peor sin su libro?

R: Sin duda; este libro aporta grandes claves para la historia de la Humanidad. Recomiendo fervorosamente su atenta lectura y su compra. Así conseguirán pasarlo bien, distraerse, criticar a los personajes y con el dinero que se recaude de las ventas harán rico a su autor (cuestión que les agradecería por encima de todas las cosas).

P: ¿A quién piensa votar en las elecciones del próximo noviembre?

R: Creo que no me da tiempo a nacionalizarme ciudadano estadounidense, pero en todo caso, nunca a George W. Bush. Además de un estafador me parece un tipo peligroso. Me gustan más los candidatos demócratas porque parece que van todos al mismo dentista. Es fascinante cuando suben a los niños al estrado, ¡también a ellos les brillan los dientes igual de blancos!

P: ¿Qué prenda, qué libro y qué ave (y por qué) se llevaría usted, cual Robinson Crusoe, a una isla desierta?

R: Para “prenda” yo mismo? pero si es un asunto textil le diría que una gorra. Nadie con una gorra puede estar completamente desnudo. En las películas de vaqueros de mi infancia nunca perdían el sombrero, hágase a la idea. Un libro: La Forja de un Rebelde de Arturo Barea? o quizá unas Páginas Amarillas para buscar un helicóptero de rescate. Y un ave: una avutarda, por su vuelo grácil y la mala uva que tienen. Además creo que la avutarda y yo tendríamos grandes conversaciones acerca de la obra de Noam Chomsky.

P: ¿Qué opina del Comité de sabios de TVE?

R: Eso si que es realmente divertido. Creo que están a dos telediarios de inventar la Carta de Ajuste. Lástima que sus deliberaciones no se transmitan en directo, como las comisiones parlamentarias. Lo más curioso es que, mientras ellos reflexionan, la deuda del Ente crece y los espectadores se escapan. Un comité de sabios de TVE es como hacer taichí con el timón del Titanic minutos antes de pegársela contra el iceberg. Aunque quizá en mis palabras hay envidia porque no me han invitado a “pensar”. Cuando vea a Urbaneja se lo pienso decir, además de recordarle que en la Asociación de la Prensa de Sevilla dan un jamón en Navidad, y en la de Madrid “que si quieres jamones, chato”.

P: ¿Le ha sobrado material para sucesivos tomos, para una enciclopedia, quizá?

R: Aunque le parezca mentira continúo mi labor franciscana de recopilar frases. Al cerrar el libro no terminé con esa pasión. A unos les da por coleccionar mariposas y a otros perlitas. No está mal la idea de hacer la Enciclopedia Mundial de la Estupidez, (por supuesto habría que empezar a leerla por el final y las hojas se desencuadernarían al pasarlas). Pero tamaña obra, a la altura de las pirámides de Egipto, no se puede hacer solo. Le invito a usted para que se una a la avutarda, y a mí, para iniciar los cimientos del proyecto. Cosas más tontas se han convertido en dogmas de fe.

OCIOCRITICO.COM
MADRID, 4 de agosto de 2004

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