Bombero ocasional

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimada Elvira Rodríguez, en este crudo invierno de Madrid las chispas saltan en todas partes; no sólo se quema el edificio Windsor, también hay pirómanos con carnet de partido que cuando los dejan solos incendian rastrojos con el viento en contra (tan torpes son que se echan el humo en la cara). Por lo tanto, Acebes lo tuvo claro y le mandó coger el hatillo de los conflictos, y para Majadahonda a poner orden donde no hay concierto, a tomar el timón antes de que el barco cruja y a cantar las cuarenta a los díscolos. Misión arriesgada donde las haya, porque a pesar de contar con los beneplácitos de Génova corre usted el riesgo de entrar como elefante en cacharrería. Aunque si fue capaz de entenderse con el Medio Ambiente, se supone que no le asustarán aullidos de lobos escocidos. Con su designación, el partido entiende que hay que enviar a una persona solvente, con gran capacidad de trabajo para arreglar el marroncito interno. Y de voluntad y esfuerzo a usted no le da clase nadie.
Animo porque la misión se antoja interesante; después del traspiés del tresporciento de Maragall no se pueden consentir más sombras sobre la clase política, la gente comienza a mirar a sus alcaldes como secundarios de una película de gansteres y no es plan de que paguen justos lo que otros pecadores cobran en comisión.No es tanto un problema interno de su partido (que también), sino de imagen hacia el exterior. La sensibilidad del votante cuando se trata de un pueblo está al nivel de los pétalos de una rosa, nada más tocarla se puede echar a perder. Ya nos irá contando cómo se pilota una crisis local para que no llegue a drama nacional, cómo distribuye responsabilidades y dispersa afectos, por qué planta va a comenzar a repartir espuma. Cómo lo va a hacer para que no parezca que le ha quitado los poderes al alcalde Foxá, que ha reaccionado con un gesto británico al enterarse de su nombramiento. Ni se le ha movido un músculo de la cara.

Misión hasta que pasen los hielos, tanto la escarcha política como las heladas del termómetro. Cuando llegue la primavera habrá terminado su trabajo y se dará paso a las elecciones locales, el término gestora tiene un carácter provisional por definición.A pesar de las bajas temperaturas en su despacho van a estar calentitos; aplique el criterio de censar polluelos para reconducir díscolos: uno a uno y con mucho amor. Sólo un político es capaz de entender a otro de su especie. Una curiosidad: ¿usted vive en Majadahonda o lo suyo es ser bombero ocasional?

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