Equilibristas del IPC

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Querida y sufrida familia madrileña para la que hoy, día 15, ya es final de mes. La estadística dice que el 56% de los madrileños no logra coronar la cuesta, ni empujados por la caridad, y no aciertan a saber cómo otros lo consiguen. Ven en televisión a personajes vacíos, de bolsillos llenos, que les inundan con mensajes de Beverly Hills mientras ellos contemplan un paisaje vivo de tejados, gatos, chimeneas asmáticas y ropa colgada. El mismo que veían sus abuelos y los abuelos de los gatos. Para ellos la bonanza económica es un futurible que tienen como la cara oculta de la luna: un lugar que nadie ha visto jamás y sobre el que hay serias dudas de si algún día llegará el ser humano.
La mayoría absoluta de los ciudadanos de Madrid las pasan canutas para cumplir con sus deudores y tienen su economía llena de trampas para cazar osos en Siberia. Les faltan los recursos pero no las ideas y se las apañan, (que es un verbo nacido en la época del estraperlo y la achicoria) para estirar las sopas de sobre, añadiéndole más agua; y por la noche sueñan como Carpanta con un pollo humeante al horno. Para ellos el lenguaje de los economistas es como las películas de ciencia ficción que rodaba Tony Leblanc en Almería.No entienden de Wall Street, ni de Down Jones, ni del Nikkei pero en cambio si que saben adelantarse a las previsiones del Instituto Nacional de Estadística. Antes de que el IPC creciera en una doble pirueta mortal, ellos ya lo tenían contabilizado en la subida de los productos de primera necesidad.

Ya se sabe que los expertos van más lentos, pero cuando un pobre ve que sube el chopped porc es porque la cosa se pone mal.

Equilibristas del IPC que hacen maravillas con los recursos económicos que les quedan y rascan de donde pueden una nómina que, a veces, llega del paro. Es fácil imaginarlos como la familia de Pinito del Oro, subidos al trapecio mientras el foco de luz les acompaña.Para ellos no hay premios, ni reconocimientos públicos. Nadie les hará un grupo escultórico en una plaza céntrica.

El Ayuntamiento debería estudiar la propuesta, quedaría una imagen con más valor y arrojo que la de Cascorro. A fin de cuentas Eloy Gonzalo estaba soltero y no tenía que tirar de los niños, los parientes y demás familia. La necesidad no es un horizonte sino un mar de arenas movedizas. Practican la economía creativa que se basa en el múltiple uso que se puede hacer de una pastilla de avecrem. Son unos valientes.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*