Historia de la tele

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cada uno es muy libre de elegir a los amigos que tiene, unos se guían por el interés, otros por el corazón y algunos por la pasión. Entre mis amigos más pasionales cuento con Constantino Mediavilla, periodista de raza, que siempre ha tenido el buen gusto de decir la palabra adecuada en el momento oportuno. Hombre de radio, y ahora multimedia, se ha pasado media vida (en su caso media-villa) trabajando en este oficio nuestro de contar las cosas a diario con el afán de un becario permanente, es decir sin hurtar un segundo a su abnegada tarea de informar.

Constantino ha hecho, (y lo hace diariamente), un trabajo serio, riguroso, puntual y exquisito por la información de Madrid. No está sólo, le acompaña un grupo profesional de reconocida solvencia, entre ellos Nieves Herrero.

Mi deuda con él es de afecto, y amistad con amistad se paga puesto que siempre ha sido conmigo un señor.

Mediavilla y su proyecto mediático eran una de las opciones de televisión que concursaban en la Comunidad de Madrid. Me consta que a pesar de haberse quedado en las puertas del paraíso, Mediavilla hará televisión. Eso es una buena noticia para los madrileños puesto que tenemos garantizada la calidad del producto.

Ignoro qué botón hay que apretar para que aparezca la señal de la televisión que Constatino defiende como el que sabe que la tierra no es plana y que sólo es cuestión de navegar unas leguas más para encontrar las Indias. Pero tengo la certeza de que finalmente podremos disfrutar del proyecto diseñado desde Madridiario.es, y otros medios de comunicación afines.

Digo esto en plena ola de calor, y no crean que me afecta el calentón sino que pienso, humildemente, que esa televisión será una buena propuesta. Lo escribo y lo firmo tal y como lo pienso.

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