El alcalde y el lobo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado alcalde Gallardón: (tranquilo que no voy a escribir de los parquímetros), sino de las promesas que uno hace y luego las repite hasta la saciedad. Izquierda Unida (ese pequeño pero activo grupúsculo de irredentos de la villa) le ha contado las veces en las que prometió crear el Laboratorio de las Artes en el antiguo matadero Arganzuela: ¡quince desde el año 1999!, siete más que en el mambo de Pérez Prado. Usted dirá: ¿bueno y qué?, ¿o es que los de IU no le han dicho a su chico/chica más de quince veces que le aman, reiteradamente y de manera cansina, desde el año 2000? Si en amor y en política sacamos la cinta métrica es que vamos mal, en ambas disciplinas todo es relativo y está libre de comparaciones odiosas y de recordatorios inoportunos.Además, uno promete lo que le plazca si en ello no hay ánimo de molestar, sino de proyectar una idea de futuro mejor.
Llevados por ese ánimo sandunguero dicen que en el nuevo centro van a instalar una máquina virtual llamada el «prometómetro» que recogerá los mejores momentos de políticos de todo signo, de usted también claro. Esas declaraciones que se hacen al amor del efluvio colectivo que son los mítines, actos de ciudadanía o reuniones de patriotismo regional. La máquina creo que la traen de Alemania, del mismo sitio donde reciclaron aquella que sacaba Julián Lago en la tele hasta que se demostró que el tal polígrafo extranjero era de Cercedilla. El Laboratorio además de recuperar un espacio perdido de Madrid, (uno de esos lunares urbanos que nadie entiende), estará destinado a los creadores, que son aquellas personas capaces de distorsionar la realidad hasta convertirla en una mentira estética pero hermosa. Será un espacio para evadir la mente en colores, para dejarse persuadir y poner los sentidos en lugares donde nunca antes había pisado el ser humano.

Y, encima, dignifica el lugar donde miles de animales terminaron sus días para convertirse en piezas sangrientas que pringaban el mármol blanco de los puestos de los mercados. Una vez limpiada la sangre seca con agua a presión queda el arte, metáfora perfecta que sirve para darnos cuenta de que en el suelo que riega el miedo puede florecer la vida. Prometer es un verbo agradable, incumplir es su antagónico más ruin. No hay engaño en la promesa, ni mentira. En este caso usted sabía que vendría el lobo y aquí estará en el 2011, así que superada esta promesa vayamos a por otras, que este cuento ya nos lo han contado. Ponga la oposición el contador a cero porque la partida continúa.

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