Lujuria y vértigo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

A la ministra de Cultura le va la Lujuria, pero en disco, un grupo heavy de Segovia que cuando ensaya se le escucha en Badajoz, no hay roquero discreto. Lo ha dicho Carmen Calvo y además ha desvelado tener una «agenda de vértigo»; lo del heavy se comprende porque después de un Consejo de Ministros debe dar un gustazo cósmico poner Lujuria en el coche oficial hasta que tiemblen los subsecretarios. El heavy depura el alma y afloja los tapones de cera en el oído. Lo del vértigo de la agenda es más contradictorio, aunque una vez conocí a un comandante de aviones mastodónticos que lo padecía, «el truco es no mirar para abajo», me recomendó.Y no es mal consejo. Si uno tiene miedo a nadar entre tiburones lo mejor es pensar que son chanquetes que han ido al gimnasio y continuar hasta la orilla. Si ignoras el peligro, él te respetará, es lo que pensaba Caperucita hasta que tuvo una diferencia de opiniones con un lobo que no era culto.
Para organizar la agenda y no caer en la Teoría del Caos de Feigenbaum, la ministra cuenta con la ayuda de un gabinete que le marca las horas. Dice que son ellos los que le maquillan el vértigo, tengamos en cuenta que todos los grupos roqueros (o no), desean ser bendecidos por carta de la ministra de Cultura. Antes, cuando una familia veía que su niña tenía posibilidades de artisteo, procuraba llevarla a la capital para que la viera una figura. En ocasiones empeñaban lo que no tenían para que el secretario de la estrella les recibiera con mala cara y les dijese que se volvieran a casa. El pueblo cordobés de Carmen Calvo, Cabra, está al lado del mío, Rute, y creo que los dos conocemos proyectos que naufragaron por no tener un conocimiento. Los productores de discos saben que si le mandan un ejemplar ella les devuelve una carta de puño y letra, que es como el abrazo del señorito, no hace mal y dice mucho.A los Lujuria les ha puesto: «¡Animo chicos, hay que seguir teniendo ideales!», sin duda, letras muy emotivas, pero que a nadie se le ocurriría escribirle a Rosendo: «¡Animo chico!». El verso heavy admite otro tipo de licencias gramaticales.

Al desvelar que responde a todas las muestras culturales que le llegan al despacho, la ministra lo que ha hecho es darle una vuelta a la noria del vértigo. A partir de ahora no habrá rondalla, ni coro rociero que no le mande una grabación; a todos les pondrá «¡Animo chicos!»”. Al final de la nota escribe que su música no es de karaoke, ahí comete una ligereza porque en los karaokes se concentra la voz del pueblo. La estrella es Frank Sinatra, que era todo menos un hortera; todo es como se toque. Cuenta David Torres que enmudeció escuchando El Bimbó tocado por un bajo. Y, en todo caso, puestos a escoger es mejor lujuria que vértigo, más que nada porque hay mareos que son un placer (musical).

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