Entradas etiquetadas como ‘deportes opinión’


El insulto

junio 4th, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Poner de hoja de perejil a un árbitro, linier o jugador del equipo contrario, es algo que viene en los estatutos (no escritos) de un club deportivo. Da igual la modalidad y tampoco importa la clase social del increpante: a la hora de repasar la corte celestial vale lo mismo un cochero rumano que un aristócrata del Piamonte.El insulto en el deporte es un género literario que suele ejercerse en compañía; están los que corean los fondos, los que se incorporan nuevos con estribillos de moda, los corrientes, los catetos y los improvisados. Estos últimos son especialmente divertidos, se producen cuando el envalentonado hincha cree que le siguen otros y de repente se encuentra solo en el ridículo, aquello que comenzó como ca…, se convierte en cachis para cachondeo de la grada.
No hay una fórmula matemática, pero se cree que el insulto es de mayor gravedad dependiendo de la distancia que separa al espectador del objeto de su mofa. Lo que en la quinta fila de un anfiteatro alto roza el Código Penal, más abajo a pie de campo se convierte en una regañina inocente. Es decir: que para insultar hay que estar acompañado, lejos y sentirse parte de la masa (no soy yo el que habla sino un ogro gigante que se parece a mí). El insulto no es cosa de valientes -obvio-, pero nunca se ha exigido certificado de moral y buenas costumbres al comprar la entrada. Si analizáramos con la cámara lenta a los vociferantes más contumaces de los campos llegaríamos a conclusiones pasmosas: aquel padre de familia, hombre respetado en su trabajo y amigo de consejo, se puede convertir en una bestia parda. Y todo porque el árbitro no apreció que era mano, ¡coño mano, si yo lo he visto desde aquí! Podrán enterrarlo en cal viva, meterle astillas entre las uñas, arrancarle la piel con un cuter, pero ese hombre jamás dará su brazo a torcer; antes muerto que arrepentido. El espectador cabreado siempre tiene razón.

El insulto no conoce categorías ligueras, es igual de agrio en tercera regional que en el Bernabéu, incluso en algunas competiciones infantiles se dan casos de padres que echan fuego por la boca, dándoles igual que el recinto sea el polideportivo de un colegio de curas. El insultón deportivo es una persona que se cree en posesión de la verdad, sin discusión, y al que sostenga lo contrario le pone el pelo verde. Digamos que es el último escalón del delirio del instinto de la propiedad: con mi entrada pago la opción a ciscarme en la madre del que va de negro, tengo derecho a criticar a la junta directiva, a la mujer del presidente y a todo bicho que anide en un palco. En el fondo es muy morboso darle caña al que manda, aunque sólo se pueda hacer en un campo de fútbol.

La bronca, un estado emocional pasajero, en algunos casos parece cosa corriente. Seguro que en los meses de parada liguera se montan unos clínic para insultadores vocacionales, esa gente no puede estar así hasta septiembre, demasiada tensión acumulada en sus cuerpos. Tienen un problema froidiano con sus madres, es cierto, pero gozan de una garganta excelente. Se les reconoce porque tienen un aliento de perros, el excremento oral también deja resaca. Les salen unas tildes marrones, con costra, y unos puntos suspensivos realmente nauseabundos.

Compartir:


Campeones olímpicos del cotilleo

mayo 14th, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El Comité Internacional Olímpico seguro que se rige por otros criterios distintos a cuando salimos de vacaciones y regresamos con postales típicas. Los del CIO son los únicos que van a Mallorca y vuelven en el avión sin la ensaimada. Valga esta reflexión turísticogastronómica para proponer que los países que celebren los Juegos puedan aportar un deporte local para la historia.Igual que Grecia contribuyó con el atletismo, otras naciones han aportado de forma oficial y también oficiosa. No ha hecho falta que Río de Janeiro organizara unos Juegos para que todos estuviésemos de acuerdo en que el voley playa debería estar en la lista de los deportes más aplaudidos. La contemplación de esos cuerpos morenos y rebozados en la arena ha hecho más por el olimpismo que todas las charlas con power point de los mandatarios públicos. Lo mejor de un buen culo es que no necesita pie de foto.
Si uno se pone en lo mejor, que nos den el ansiado Madrid 2012, es hora de reivindicar deportes castizos como el juego de la rana. Se trata de un jueguecito bastante aburrido, pero que hasta principios de los 70 causaba sensación. Las bases son comprensibles para cualquiera: rana metálica con boca abierta, concursantes deben meter piedras por ella, o en su defecto en unos agujeritos próximos. En función de la puntería así es la puntuación. No es lo más divertido del mundo, pero si se juega en biquini tiene su encanto según las tomas que haga el realizador encargado del asunto.

Aunque la gran aportación olímpica que podría hacer España es coser trajes con total naturalidad. Para eso ya nos hemos entrenado en programas del cotilleo que manejan cámaras ocultas y entrevistan a la madre de la portera que a su vez un día vio cómo el conde Lecquio se metía el dedo en la nariz, y no contento con su incursión forense luego añadió unas palabras en italiano. El despelleje, la tertulia hueca, el hablar y no parar, debe ser la aportación de Madrid a los Juegos del 2012. Es un deporte barato, para practicarlo basta con una bolsa de pipas, un banco de parque (o silla de tijera) y se pueden ir sumando los jugadores que quieran. El que diga la mayor barbaridad se queda con el premio, una cena con Jorge Javier Vázquez en Valdemorillo.

Alumnos aventajados como Luis Roldán, y ahora Enric Marco (el que se inventó su pasado en los campos de exterminio, cuando en realidad es un replicante sin recuerdos como en Blade Runner), nos garantizan que podemos sacar grandes triunfos en el medallero.

El chascarrillo vecindonguero, como actividad física, ayuda a mover las neuronas más que una partida de ajedrez con Karpov.Para mantener vivo el árbol genealógico de la familia Janeiro hay que contar con una memoria de elefante, igual que para descubrir quienes son las momias que acompañan a Carmen Sevilla en Cine de Barrio e intentar ubicarlos en alguna película en blanco y negro. Nuestra gran aportación a los cinco aros entrelazados ha de venir por la parte de la inventiva y el cotilleo. Ya que ellos van más rápidos, más sueltos y corren más, al menos nosotros les ganamos por la lengua. En un maratón de comadres y voceros comiendo pipas no nos quita el podio nadie.

Compartir:


Público taurino

diciembre 4th, 2004 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Una vez le preguntaron a Curro Romero qué público prefería para sus faenas, si el de Las Ventas de Madrid o el de La Real Maestranza de Sevilla, y el torero respondió: «A mí el público que me gusta es el del tenis porque están callados y aplauden lo justo». Pero eso ocurrió hace mucho, cuando Juan José Castillo narraba las jugadas como un gentleman de la televisión en blanco y negro, prodigiosa voz la suya que hacía más estilizadas las voleas de Santana, fue él quién patentó aquella expresión multiusos: «¡Entró, entró!» En aquellos tiempos si alguien tosía en mitad de un set se le echaba de la pista entre murmullos de desaprobación. Ahora es distinto: el respetable que acude a las canchas lo hace para disfrutar del espectáculo en su sentido más lúdico, incluso con bocinas futboleras.
Pretender que el personal en La Cartuja guarde un circunspecto silencio como en Wimbledon es una estupidez. Y estoy convencido de que para los jugadores es un festival de adrenalina sentir el aliento colectivo de una masa que ruge; Rafael Nadal disfrutaba con los coros palmeros que le hacían desde las gradas, y torero él se sintió más sobre albero maestrante que sobre tierra batida, ahí se le vieron quites y adornos, escenas de peligro y también toreo de salón. Sevilla ha dado ejemplo de cómo se puede remendar un deporte creado por los británicos para las aburridas tardes de té y risitas a media voz, para dotarlo de sangre española en las venas. Lo que se vive en el pabellón es un ambiente de final copera que le da otro aire distinto, más vivo. Nada que ver con los aplausos rácanos de Roland Garros, donde acude el pijerío parisino para estampar las gradas con los colores de moda. En Roland Garros hay gente que parece bajada de un cuadro, sólo les falta ponerse un marco para subrayar la indiferencia burguesa, esa apatía natural que viene con los cromosomas y distingue del pueblo llano. Me refiero a ese amplio colectivo de los «antes muerta que sencilla».

Sevilla es otra cosa. Lo sabían los organizadores, habían calculado muy bien la presión que podía ejercer el público y buena parte del éxito del equipo español es suyo. Cuando convenía a Nadal y Moyà, el público hacía el campo más ancho y luego lo estrechaba para defender, es un simple ejercicio de práctica con el diafragma, cuestión de retener la respiración en el momento oportuno. Y luego «un poquito de por favor», un «oé, oé, oé» para minar la moral estadounidense.

Este sentido lúdico del tenis, tan distinto a cómo era, tiene un lado negativo para el juez de silla. El del partido Nadal-Roddick habrá terminado sordo, los tímpanos huecos como si alguien hubiera hecho una mudanza en el interior de las orejas. El pobre hombre intentaba poner orden con el protocolo habitual pero sus «silencio, please. Grasiasss», acento de Wisconsin, sólo contribuían al cachondeo general. Tan quemado salió que me cuentan que se va a pasar a la petanca, al menos allí las bolas caen sobre un suelo mullido y la gente se excita menos.

Compartir:


Generación Gasol

agosto 27th, 2004 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Pau Gasol es el español nuevo que ha surgido de las alturas. Cada cierto tiempo se le toma el pulso a la sociedad de nuestro país para ver cómo anda y ahora se impone el estilo de este joven catalán más que alto, criado a la sombra de la democracia, alejado de prejuicios centralistas, ambicioso con motivo y líder en la cancha. Pau no conoció a Franco, ni los planes de desarrollo, nunca condujo un 600, no hizo la mili, no fue un flecha de campamento y no tiene nada que ver con la Macarena de Los del Río.
Es un español que triunfa en los Estados Unidos de América sin necesidad de taconear o tocar la guitarra; capaz de hablar idiomas con la solvencia de un políglota y la rapidez de un taxista.Hasta llegar él nunca habíamos sido ni tan altos ni tan elegantes en los movimientos.

Antes tuvimos en la cancha a Romay, un tipo encantador contando chistes y como animador de galas televisivas pero que se botaba el balón en la punta del pie (sus zapatillas de la mili lucen en las vitrinas del Museo del Ejército junto a la Tizona; tienen la dimensión de una patera y las anchuras de un aeroplano). Antes de Gasol, los gigantes habían sido tipos de verbena a los que se visitaba en una caseta, por su culpa los niños tenían pesadillas durante todo el invierno.

Para ser un arquetipo social se ha de dar la circunstancia de que la persona elegida no lo haya querido; exacto, eso es. Con él termina el complejo ante las suecas de las películas de Esteso, o el hidalgo español de triste figura y más penosa cuenta corriente que encarnaba José Luis López Vázquez. Ahora las suecas y resto de vikingas se le acercan con ganas de piropearle, arriman manteca con ganas de rascar, algo insólito en nuestras latitudes carpetovetónicas.

Por lo tanto, hay vida sin llevar bigote, calcetín gris perla y peine en la cartera. Gasol es el español laico independiente pero de verdad, el modelo que soñaron los exiliados liberales del siglo XIX que se comían las palomas de las Tullerías porque andaban sobrados de ideales pero cortos de manteca que echarse a la boca.

No es un producto de laboratorio como lo fue Nadia Comaneci, sino la feliz consecuencia de la normalidad y los alimentos bien preparados. No sabe de coplas, no se emociona con las canciones de rompe y rasga, no tiene líos en las revistas del corazón, parece un tipo corriente, salvo que su cabeza sobresale entre las filas de los que hacen cola para coger el rancho en la Villa Olímpica de Atenas. Y además gana en un deporte que inventaron los gringos para humillarnos a todos los demás. Está por encima de las dos Españas porque les saca la cabeza, sobrepasa las dimensiones hasta ahora conocidas.

No es el mejor jugador de baloncesto del mundo, tampoco creo que le importe, pero tiene la mirada de águila de Michael Jordan, ese hombre que vivía en el viento. Su mayor mérito ha consistido en pegar a la pantalla a los que no tienen ni pajolera idea de baloncesto (la inmensa mayoría). ¿De dónde ha salido este chico? Se preguntan los que siguen las andanzas de los Beckham boys…De ahí arriba.

Dos árbitros pitachuflas le han dejado sin medalla, da igual, él se ha puesto el himno en los auriculares de su walkman.

Compartir:


La vidilla olímpica

agosto 18th, 2004 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

No sólo de saltos se alimenta el hombre, y la mujer. Una vez superado el estrés de la competición, a uno le quedan ganas de holgar, sobre todo cuando se tienen 20 años y un cuerpo elástico. Asuntos del rascar le llaman. Ustedes me entenderán, llegada la hora de la siesta de los faunos, te puedes encontrar con el culo de Ana Paula Conelly, culo campeón por sí mismo a la espera de que lo santifique el medallero olímpico.
Ana Paula pertenece al real y muy glorioso cuerpo de jugadoras de voley playa, no es que tengan gran conversación sobre los presocráticos, pero te puede alegrar el día. A la grupa le han puesto un nano-quini, un traje de baño que lleva tatuado el hierro de la casa: Brasil. Pero le cabría otro país más largo: Swazilandia, por situarnos en el mapa. Bajo su trasero arqueado a la espera del saque podría pasar el Queen Mary II con toda la tripulación de gala.

Príapo también era un dios muy respetado, hijo de Dionisio (rey del vino) y de Afrodita (tremenda hembra que también dejó sus marcas olímpicas para la historia). Príapo despierta a los corredores de pentatlón con una descarga placentera.

Tomar un café en la Villa Olímpica tiene mucho peligro, igual topas con Ana Paula que con las chicas de jockey sobre patines (tienen el encanto de imaginarlas como extras en cualquier anuncio de Martini). Y quien dice bellezas de ébano sobre la pista también se refiere al equipo de natación sincronizada, autómatas de la sonrisa a las que es fácil imaginar duchándose juntas, peinándose juntas, ligando juntas y dándose la pintura de los pies a cuatro manos.

Entre ellas, Gemma Mengual, a la que no se le conoce una mala tarde, ni en el estrés de la inauguración cuando convirtieron la pista del estadio en un híper de la vanidad musculada. Allí estaba Gemma en su condición de sirena de mar de Nike, tal cual ella, una belleza de friso. Y eso que el uniforme de andar por la villa está sacado de una canción de Martirio: «con chándal y con tacones arreglá pero informal». Pero siempre hay gente que le saca partido a la adversidad: la diferencia entre un atleta y un dominguero es la forma de lucir el chándal, básicamente eso, y también las horas de gimnasio, los masajes deportivos, las tablas de abdominales (que en realidad son abominables), y el no llevar las llaves del coche en el bolsillo.

Los del triple salto no llevan nada en los bolsillos porque se pasarían la vida buscando monedas y calderilla en la arena. Sólo el estilo de los deportistas es capaz de convertir un lugar sórdido en el casino de Montecarlo, ellos también cruzan sus apuestas y el resto lo hace Eros, que en su versión más canalla es Príapo.En un lugar tan vaciloforme se puede estirar el ojo y darse al placer de contemplar el deseo recién salido de la ducha y con el pelo mojado.

Las judokas, en la intimidad, sólo llevan puesto el cinturón negro. Para eso los jamaicanos han organizado un festival nocturno de mucho coloque, aunque sin sustancias dopantes, un baile en honor a su dios Bob Marley (el que fumaba lento pero murió deprisa).La alegría es una estatua de las brasileñas de voley playa, idolatrar un culo no puede ser pecado.

Compartir:


Prueba 2+

diciembre 31st, 1997 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: M. ANGEL AGUILAR

Texto prueba ++++

Compartir: