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Mister Steen

noviembre 22nd, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado amigo… Unos cuantos años antes de que usted nos descubriera vino a España don Próspero Merimée, él quedó fascinado con una tal Carmen y usted ha quedado marcado con los chorizos de Barajas.Don Próspero creó un mito universal y usted viene a alimentar la leyenda urbana de que en este país hay mucho pícaro. Por esto último no nos vamos a dar por ofendidos porque chorizos en libertad condicional tenemos desde ilustres personajes de las finanzas a raterillos de medio pelo; si está interesado en profundizar en el apasionante mundo del presunto le haremos llegar un catálogo en colorines. No es por quitarle el ánimo, pero ¡qué mala suerte amigo!: dos veces que viene por Madrid y dos hurtos. Su caso recuerda al de aquel desgraciado que se sentó en el pajar con tan mala suerte que se clavó la aguja perdida en el glúteo, acabando así con el tópico.
¡Cáspita, malandrines!, exclamó, pero en inglés, porque cuando uno se pone de mala pipa le sale el idioma materno; también le entiendo. Y lejos de aporrear cualquier mostrador cercano se puso a redactar una carta que podemos incluir en la antología del disparate popular. No se ofenda si le digo que ha merecido la pena que le levantaran la cartera porque el texto es magnífico (aquello que decía Gila: «Me habéis matado al hijo con el petardo en la oreja, pero me he reído un montón»). Otra cosa es que la sutileza, la fina manera de contar las cosas tenga largo recorrido.¿En Inglaterra también dicen ese refrán que habla de cerdos y de margaritas? Responder a tan alta muestra de talento y humor no está al alcance de cualquiera, aunque supongo que le interesará más que le devuelvan lo suyo a que se inicie una bonita batalla epistolar de ida y vuelta. Por nosotros no se preocupe, porque al madrileño le gustan mucho las cosas con sentido del humor; venga usted cuando quiera y lo comprobará (con suerte no le quitarán nada).

Mister Steen tiene cara de buena gente, de tipo divertido y de mundo. En la foto se da un aire a Eduardo Punset, por lo tanto nunca sabremos si está de guasa o elaborando una nueva teoría de la gravitación terrestre. En la confianza de que nunca le devolverán lo que le afanaron en el aeropuerto reciba el saludo de un entusiasta. Todo nos lo podrán quitar menos el penacho, decía Cyrano de Bergerac (porque nunca estuvo en Barajas). Vuelva usted para inaugurar la terminal, en el sindicato de manguis le añoran porque le tienen por buen cliente.

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Los ‘matabambis’

noviembre 16th, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Escopeteros infames: se acabó el negociete de cazar a traición presas cautivas; finalmente la Guardia Civil ha desmontado el chiringuito de sangre y cartuchos que os hacía ricos. Si asco dan vuestros métodos no menos repugnancia producen vuestros clientes, aquellos convencidos de que el dinero justifica los resultados, los que pagan por matar de tapadillo y previo pago de la tropelía cinegética a sabiendas de que es una barbaridad. Prueba de que el montaje era rentable es que se organizaban viajes al extranjero para cumplir con el ritual de la muerte: la piel de cebra que ha aparecido no está cazada en Lavapiés. Carnicería es un término suave comparado con vuestras técnicas, ¿cómo calificar a quién abate a un animal auxiliado por radares, visores nocturnos, silenciadores y miras telescópicas? Con la ayuda de un tal Geiper que es el talento que os servía para eludir policías y vigilancias, un sherpa del monte bajo.
Pobres víctimas metidas en un callejón sin salida, (espero que la Justicia se lance sobre vuestra crueldad de igual manera: sin miramientos ni atenuantes, a tiro fijo), dicho sea en memoria de los corzos, gamos, rebecos y demás inocentes que decoraban vuestro salón de caza. Animales a los que se despellejaba cuando la sangre todavía mana y la carne humea, y a los que se les cortaba la cornamenta (que es el orgullo de un venado) sin esperar a que el corazón dejara de latir. El que tenga las manos libres de pólvora que tire la primera escopeta al suelo, bien sea de la banda o algún cliente que ahora se quiera ir de rositas. La sangre de un animal no sale con agua caliente y estropajo. Fusileros furtivos, matacabras, tipos extraños que sirven al señorito pijo y caprichoso incapaz de cobrar una pieza con las pautas de un cazador como es debido.

Esperar que hayáis leído a

Delibes es mucha osadía, vosotros sois de los de escopetazo al bulto y… si tiene patas cochino y si tiene rizos monaguillo, os da igual en vuestra moral que tiene el color de los billetes grandes. El verdadero proceso sería dejaros cara a cara con un jabalí herido y a ver quién es más fuerte, una suerte de medieval juicio de Dios pero en versión actualizada. O poneros en manos de un jurado popular de la selva, con leones, tigres, buitres y hienas, y la presencia de los huérfanos y viudas de vuestras batidas. O quizá bajo un sol de justicia junto a esos animalitos tan simpáticos que son las hormigas rojas, previo unte de miel y azúcar en vuestra cara dura.

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‘Torrente sería la antítesis de cliente’

noviembre 16th, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

«Al Prado vamos cuando no hay nadie, de madrugada en silencio» / «Yo sin hacer nada estoy divinamente (como decía uno de mis clientes, Luis Escobar)» / «Lo único actual en el taller es la radio. Pero no escuchamos tertulias, así no hay peleas» / «Haría un artemanía en televisión» / «Lo ‘kitsch’ es una multinacional y la sede estaría en Oriente»

Hay otros museos no aptos para visitantes por los que se mueven los restauradores: las obras son eternas pero los marcos envejecen y hay que cambiarlos. En esa labor está metida Cala Bordallo, así como en atender su negocio en el centro de Madrid, donde 30 artesanos trabajan como si estuvieran en pleno Siglo de Oro.Han hecho marcos para el Museo Sorolla y también los últimos que han colgado en la exposición del Prado sobre Ribera.
Pregunta.- ¿Da gusto verse colgado en El Prado?

Respuesta.- La verdad es que sí, no sólo ahora con Ribera, también hemos reparado muchos marcos góticos.

P.- ¿Cómo toman medidas?

R.- Al Prado vamos cuando no hay nadie, de madrugada, en silencio, sacas unos metros digitales que no toquen la obra. Haces fotos y lo copias exactamente igual.

P.- ¿Acompañados por la Benemérita?

R.- Sí, como si fuéramos maletillas que torean a la luz de la luna. Por supuesto hay expertos supervisando el proceso.

P.- ¿Trabaja en un marco de belleza sin igual?

R.- (Risas) A mi me gusta mi trabajo, todos los días me dejo el gusto en esto.

P.- ¿Currar con angelitos es celestial?

R.- (Risas) Es mucho más celestial que trabajar sin ellos, son una grata compañía. Yo creo en un ángel en concreto.

P.- ¿Cómo encuentra artesanos en la era digital?

R.- Es muy difícil, tienen además una responsabilidad enorme.A quién trae algo para restaurar se lo tienes que dejar estupendamente, sin poner en peligro la obra.

P.- ¿Tiene sentido lo artesano hoy?

R.- ¡Siempre! Por eso trabajamos de manera coordinada y global

P.- ¿Madrid tiene buen gusto?

R.- Cuando termine el alcalde de hacer obras se lo diré. En mi calle abrieron zanja y va para dos años.

P.- ¿Qué es el buen gusto?

R.- Un equilibrio, algo puede estar estupendo, pero si se pasa es un horror.

P.- ¿El punto está en la obra o en quién mira?

R.- No, no: el punto está en la obra. La tienes que saber ver (esa es mi función).

P.- ¿Todo por amor al arte?

R.- Sí, sin duda. En el fondo digo: ¡qué loca! Cuando surgen problemas te puedes arrepentir

P.- ¿Dejaría su trabajo?

R.- Yo sin hacer nada estoy divinamente (como decía uno de mis clientes, Luis Escobar). Me llevo divinamente conmigo misma.

P.- ¿Trabajan como en el siglo XVI?

R.- Se asemeja bastante en cuanto a los materiales, lo único actual en el taller es la radio a todas horas, siempre con música.

P.- ¿No escuchan tertulias?

R.- No, así no hay peleas en el taller.

P.- ¿Usan ayuda mecánica?

R.- Existen copiadores pero no los usamos porque somos un taller pequeño donde se prefiere poca producción pero bien hecha.

P.- ¿Se acabó el remordimiento español?

R.- Hace tiempo que no veo esos muebles típicos de despacho de notario.

P.- ¿Eran muebles-ataúdes?

R.- Estaban a mitad de camino, hubo un tiempo en el que los despachos de todos los juristas eran de ese estilo.

P.- ¿Superados por el mueble castellano?

R.- ¡Eso es peor!, más monjil, de casa de ejercicios espirituales.

P.- ¿Oficio rentable?

R.- No, hay cosas más rentables por ejemplo cortar marcos de fábrica y pegar.

P.- ¿Emocionalmente rentable?

R.- Sí, rotundamente sí, hago aquello que me gusta.

P.- ¿Haría un artemanía?

R.- Sería bonito enseñar cómo se restaura un marco del siglo XVIII. Yo haría un artemanía en televisión.

P.- ¿Sobran piezas?

R.- La madera se rompe poco la escayola más. Si te equivocas de medidas se repite, hay elaboraciones muy complicadas.

P.- ¿Es oro todo lo que reluce?

R.- Y absolutamente auténtico (también hay oro falso, la diferencia es el triple en precio y visualmente también se nota). El oro de verdad es más complicado de poner porque es muy fino, hay que cogerlo con polonesas.

P.- ¿El buen gusto se cultiva?

R.- Sin duda, tener una cierta sensibilidad innata es importante, hay que mirar con interés las cosas.

P.- ¿Torrente entraría en su taller?

R.- (Risas) ¡Yo creo que no!… sería la antítesis del cliente ideal. Debo ser la única española que nunca ha visto sus películas.

P.- ¿Teme a los chinos?

R.- Sí, a mi negocio también han llegado. Es un arte horrible y efímero.

P.- ¿Sabe que hay muebles prefabricados?

R.- Claro y me espantan. Yo para todo soy muy artesana, también para la comida.

P.- ¿Lo kitsch es una multinacional?

R.- Sin duda y la sede estaría en Oriente.

RETRATO

Orígenes. Almendrajelo (Badajoz), 1958. Currículo. «Estudié restauración (por afición a pintar y a ver pintura), y el resto lo aprendí sobre la marcha en la antigua tienda de marcos de mi tío, en el barrio de Chamberí que tenía 50 años de antigüedad. Lo que hice fue reconvertir la tienda Analcai en algo más, en un centro artesano integral, donde se trabaja con los materiales antiguos.Luego contraté a artesanos que no venían de escuelas de artes y oficios. Curiosamente no tengo despacho, ¿para qué?». Debilidades.«La gente, la buena vida y las cosas bonitas». Aficiones. «No hacer nada cuando no trabajo». Virtudes. «Honesta y valiente». Defectos.«¡Bastante visceral!».

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Saltamontes urbanos

noviembre 10th, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimados ‘traceurs’ (traducido podría ser el comando pá-habernos-matao): ya era hora de que alguien reconociera de manera pública y rotunda que el camino más recto entre dos puntos es la línea recta; hemos llegado a un momento en el que la obviedad es revolucionaria.Y, si en el trazado se encuentra un puente, banco, vehículo o valla, se salta y en paz. Vuestro movimiento combina lo original con lo circense y lo popular, por lo tanto tiene pinta de calar hondo, y lo mejor es que viene de una filosofía urbana, de ser saltamontes del asfalto aprovechando los accidentes geográficos del paisaje. Es como la canción: no hay río grande, ni valle, ni montaña que no sea capaz de cruzar por ti. Allá que voy pero siempre con una preparación física en condiciones, uno que se trague una farola no es un traceurs sino un torpe imperial, un toli; los tontolabas no puntúan en esta categoría.
Recomendación inteligente la que recoge vuestra web: antes de saltar los jardines es recomendable «inspeccionar la zona porque no es muy agradable una boñiga de perro estampada en la espalda».O los colmillos del mismo perro alojados en zona blanda. Es elogiable que le hayáis encontrado la parte divertida a trotar la ciudad, una cosa son los caminos trazados y otra los que nos quedan por descubrir. La aventura comienza cuando te sales de una vereda y pruebas a ver qué pasa, dicho sea con todo respeto por la propiedad privada salvo por los enanitos de jardín que son de un mal gusto contagioso. Saltar la ciudad es algo que bien conocemos los madrileños.Entre Tarzán de liana en liana y pasear el carrito de un niño por una acera cualquiera no hay grandes diferencias, cambie usted los cocodrilos por cívicos convecinos que cruzan sus coches.Lo que no les recomiendo, por el bien de su salud, es que hagan yamakasi por las obras abiertas, mucho cuidado con caer en una zanja bíblica de las que conducen directamente a los calores del infierno. Hay riesgos a los que no conviene enfrentarse nunca.

King Kong puede ser su ídolo, el gigante mono caminó por Nueva York en línea recta hasta llegar a lo más alto del Empire State.Él también lo hizo por amor al riesgo, y por supuesto por sostener a la rubia en la palma de su mano. ¿Qué la gente se asustó al verle caminar como un tanque?, ¡es posible!, pero jamás olvidaremos la cara de placer de la chica y la respiración cariñosa de Kong.También Romeo escaló el balcón sin esperar a que los Thyssen patentaran la plataforma del ascensor. Si no te saltas las normas (alguna vez) nunca sabrás lo que es bueno.

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‘No vienen políticos al mercado’

noviembre 8th, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

RETRATO:
Orígenes. Cabeza del Buey (Badajoz), 1964. Currículo. «Trabajo en el mercado por azar. Tengo la carrera de Enfermería, pero cuando acabé había mucho paro, apenas había trabajo y mal pagado en residencias de ancianos. Comencé con una mercería en este mercado, en 1983, y luego le compré el puesto al frutero, que se jubilaba. Algo de eso entendía porque mis abuelos tenían una finca con frutales en el pueblo. Durante un tiempo alterné este trabajo con otro en Mercamadrid». Aficiones. «Navegar en el pantano de San Juan. Tengo barco y título de patrón». Debilidades. «Respeto la siesta». Virtudes. «Soy muy paciente y buena vendedora». Defectos.«Soy un poco rebelde».

En un mercado ocurren muchas cosas, algunas muy cotidianas, pero ninguna de ellas es corriente. Por allí pasa la vida, la gente, el IPC, el lenguaje castizo de despachar con arte. Según Conchita «se vende según el carácter», o lo que es lo mismo: se vende como se es. Ella es trabajadora, se levanta con las calles sin planchar para ir a por género a Mercamadrid, y luego traerlo al mercado de Antón Martín, donde hay otros 125 puestos. El suyo le costó dos millones de entonces, «no había ni bonotransporte».Hoy pagarían por él más que por un piso en La Castellana.

Pregunta.- ¿Le puedo llamar verdulera?

Respuesta.- Me pueden llamar lo que quieran, depende de quién lo diga. Tengo un cliente que me dice: «¡hola verdulerilla!».

P.- ¿Hay que tener labia?

R.- Mucha. Si viene una a por una coliflor le vendo también un manojo de espinacas, lechuga y si no quiere algo más también intento vendérselo (risas). A los gorditos les recomiendo productos para hacer dieta.

P.- ¿Se despacha en castizo?

R.- Yo eso lo mantengo: ¿a cómo va esto?, ¿a cómo me lo pones?, coja usted la vez

P.- ¿Miedo a las grandes superficies?

R.- Los que tenemos negocios familiares luchamos a base de trato.

P.- ¿Conoce a todos sus clientes?

R.- Por supuesto a los habituales, pero también vienen muchos de paso, muchos sacan fotos. Los ingleses y los japoneses son los que más fotos hacen al puesto.

P.- ¿Y usted posa?

R.- Si me lo piden y puedo, ¡claro! Con unas mexicanas que vinieron mantengo el trato: me escriben, llaman por teléfono

P.- ¿La más habitual?

R.- Todas las mañanas viene una señora mayor a estar conmigo (Adela), echa el rato porque está mejor que con sus vecinos.

P.- ¿Hay trabajo para todos?

R.- La verdad es que nos conformamos con poco (risas). Si te mueves por el dinero te tienes que ir.

P.- ¿Y rencillas, también?

R.- Son inevitables. Por ser mujer he tenido muchos problemas, los fruteros que llevaban más años lo llevaron muy mal.

P.- ¿Le agobiaron?

R.- Me contaban las cajas que vendía. ¡Yo no sabía las cajas que había traído y ellos sí!

P.- ¿Ha vendido una lechuga a Gallardón?

R.- No vienen políticos al mercado, ni en campaña electoral.No les interesamos.

P.- ¿La bruja de Blancanieves era colega?

R.- Casi, casi (risas). A mí lo que más me gusta es la mandarina, ¿sabe lo que le digo?

P.- ¿Existe la fruta de la pasión?

R.- ¡Sí! Es el maracullá.

P.- ¿Funciona?

R.- Un vez recomendé unos mangos a una señora mayor, le dije que eran afrodisiacos una cosa que la tomas y sienta muy bien.Al día siguiente me dijo que había pasado una noche malísima (se los comió duros).

P.- ¿La relación perversa manzana-mujer?

R.- Creo que hay más hombres perversos. La manzana está en todas las dietas, es la mata-hambres (risas).

P.- ¿Cuál es la fruta de moda?

R.- Desde que El Vaticano dijo que el Papa Juan Pablo II tomaba papaya, se venden mucho más. Antes no se gastaba.

P.- ¿Quedan verduras naturales?

R.- En Madrid no existen esas huertas que había antes, las han convertido en pisos. Me refiero a las de Orcasitas o Legazpi.

P.- ¿Aquí se ve el IPC?

R.- ¡Qué va! El IPC se manipula mucho. Te dicen según estadística y yo me pregunto ¿quién las hace?

P.- ¿Y la crisis?

R.- Cuando hay crisis dejan de comer judías y comen más patatas.

P.- ¿Qué tienen que ver pollo y repollo?

R.- (Risas) Para mí tienen que ver muy poco. Repollos locos no hay.

P.- ¿Y la ternera con la ternura?

R.- Cuando veo el bloque de ternera no me acuerdo de la ternura, ¡para nada! No soy vegetariana, como de todo, incluso acelgas que antes no me gustaban.

P.- ¿Se lleva los tomates que nadie quiere?

R.- Parezco la recicladora porque hay cosas que te da pena tirar y las gastas.

P.- ¿Da comida a quién lo pide?

R.- Desde hace tres o cuatro años viene mucha gente pidiendo, las pensiones son muy pequeñas, tienen que pagar la rehabilitación de las casas y no llegan.

P.- ¿Tiene una pequeña ONG?

R.- Es terrible, fueron buenos compradores, pero ahora se encuentran con malas pensiones. A una señora le pagaron para que dejara su piso y se fuera a una residencia, al despedirse me dijo: «espero morirme antes de que se me acabe el dinero».

P.- ¿A cuánto están las uvas?

R.- Ahora a 1.99, este año hay uvas para aburrir. Estarán más baratas en Navidad.

P.- ¿Por qué comemos uvas el 31 de diciembre?

R.- Por tradición, la verdad es que en Navidad las uvas están malísimas (risas).

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Los tres díscolos

noviembre 7th, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimados Sabanés, Rodríguez e Iglesias, ¡vaya una forma de empezar la semana! Lunes de pereza y banquillo. La presencia de tres ediles del Ayuntamiento de Madrid ante los juzgados de Plaza de Castilla no es nada edificante. Ni son ustedes peligrosos comandos de agitación callejera, ni los sucesos del Paseo de la Virgen del Puerto pueden equipararse con la goyesca carga de los mamelucos. Si hubo leña, provocación, palabras gruesas y empujones a mansalva, fueron debidos al calentón del momento.Lo que es más raro es que a José Luis Morcillo, responsable de la Policía Municipal, hoy todavía le dure el rebote. Hubo un tiempo, no muy lejano, donde los problemas políticos se discutían en los foros públicos y no terminaban en los tribunales. Además de ser una foto injusta, la de tres ediles en el banquillo, es un precedente peligroso; el ciudadano espera que la vida política sea dura, canalla en ocasiones, agria en casi todas, pero siempre el debate por encima de la denuncia. En otras palabras: por mucho que se hubieran dicho hasta el precio en la calle, no deberían haber llegado al juez.

Historia curiosa la de la arboleda perdida que en 1991 fue salvada gracias al compromiso de los vecinos con la entonces concejal de Medio Ambiente, Esperanza Aguirre. Aquel pacto se hizo añicos el pasado mes de julio, las máquinas tenían que operar, y las máquinas no saben de sentimientos. En ese momento lo que hicieron Inés Sabanés, Oscar Iglesias y José Manuel Rodríguez fue intentar detener el sol con un dedo, o lo que es lo mismo la poderosa industria de construcción de la nueva M-30. ¡Y hasta ahí podríamos llegar! Pero todavía se puede pedir algo: si los árboles son seres vivos, no olvidemos que los políticos, con mayor motivo, y que política se hace en la calle, en una acera, en una acción de apoyo a los ciudadanos. Contra eso cualquier recurso cabe menos el policial y la consiguiente denuncia ante el juez.

Cordura, pongamos las cosas en su sitio. Ni es el mes de julio, ni hace calor; ya se aflojaron las venas de los cuellos hinchadas por el vocerío. La foto de la plaza de Castilla no favorece al alcalde. Sería más apropiado encontrar un lugar para tomar café con churros, todos, y detener la noria de las acusaciones. Es de esperar que Morcillo, o Pedro Calvo que es el jefe, minutos antes de iniciar la vista retiren la denuncia para mayor gloria de los madrileños. Dicho sea a favor de la savia derramada de las acacias y de la normalidad municipal.

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La comunidad del anillo

noviembre 5th, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimados y literarios alcaldes de la Sierra Norte: vamos a convertir la zona en parque temático de la obra de Tolkien, no porque alguno de ustedes tenga los juanetes como Gollum ni la caspa del mago Saruman, sino por el paisaje. Si en Almería fueron capaces de representar el viejo Oeste sin que se vieran los toros de Osborne, ¿por qué no va a ser Madrid un sitio ideal para recrear El Señor de los Anillos? Hay enclaves que tienen una semejanza brutal con la película, pero por si hiciera falta se pueden mejorar con un poco de imaginación. Por ejemplo: para conseguir el misterio gótico del Bosque de Fangorn pueden inspirarse en las obras de la M-30 tan cargadas de duendes y trampas; los Campos de Pelennor (donde se dan pal pelo ejércitos multitudinarios) comparados con los atascos de la carretera de La Coruña son un parque infantil en tiempo de merienda. La torre de Isengard se da un aire a la casa en alto de Torrelodones, aquella que fue de Franco y ahora de un empresario del cine. Y las minas de Tirith, una ciudad según Tolkien «excavada en la osamenta de la tierra», es una conejera al lado del tremebundo Valle de los Caídos (donde sólo descansan los que cayeron hacia un lado).

Idea fantástica que puede mandar al ratón Mickey y a otras figuras de ficción al paro directamente, o al desguace de los muñecos de trapo que acaban siendo guata para sillones de cine. Una cosa es un parque temático donde las atracciones se fabrican para la ocasión y otra el paisaje natural, algo insuperable por la solemnidad y los siglos. Un bosque no se fabrica en cuatro tardes, ni se recrea el cauce de un río con una tuneladora traída de Alemania. Incluso hay canteras que son decorados de Opera sin que los propietarios lo sepan. En ese sentido nuestra sierra es afortunada: igual vale para un fondo de cuadro de Velázquez que para recrear el mayor cuento para adultos que se conoce.

Expertos en la saga cinematográfica se quedaron pasmados por el realismo tan salvaje, ¿para qué gastar más gasolina buscando el paraíso cuando queda tan cerca?, no perdamos el norte señores. Ahora sólo queda avisar a la DGT para que cambie los carteles y allí donde hay triángulos con un gamo los sustituya por «peligro cruce de brujas», «atención duendes sueltos», «precaución hobbits huyendo de orcos». Tolkien murió arruinado y sin conocer el éxito comercial de su obra, ¡por el tinte de pelo del mago Gandalf que no lleguemos a eso! Antes disfrutemos de la leyenda con una nueva comunidad del anillo, saquemos petróleo sin pinchar la tierra.

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Su Eminencia alerta

noviembre 3rd, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Su Eminencia alerta
Estimado Cardenal de Madrid, Eminencia: le comprendo perfectamente en la campaña que ha iniciado para que los fieles no se lleven la hostia a casa. Aquellos que comulguen poniendo la palma de su mano izquierda extendida deben tragar la sagrada forma en la misma iglesia, y nunca llevársela escondida. Primero no tiene sentido y después se presta a asuntos turbios. Para el cristiano la sagrada forma es el cuerpo de Cristo que ha sido consagrado en plena liturgia, no hay otro símbolo superior, por lo tanto hace bien en defenderla y corregir a los que de ella hagan mal uso. O peor aún: ante los que de manera perversa la utilizan con fines satánicos; no hace mucho en San Fernando de Henares robaron directamente del sagrario. Es duro decirlo pero existe un comercio de segunda mano de la hostia consagrada, un manta con tremebundas intenciones que a nadie benefician. Unos hacen de hechiceros del mal y otros se lucran con vergonzosas artimañas.

Los símbolos hacen a una sociedad, y en la nuestra la comunión es el eje central de la liturgia cristiana. Incluso los que viven alejados de la religión sienten un respeto prudencial por los símbolos religiosos, entre otras cosas porque la vida laica también está llena de ellos. A nadie en su sano juicio se le ocurre robar una forma, o molestar cuando se celebra misa. Pero es posible que algunas ovejas caritativas, algunos cristianos de buena fe, se presten a dar una de ellas a terceras personas sin conocer qué uso harán de la misma. Igual les cuentan una historia de desvalidos para ablandar sus corazones. El diablo es una empresa milenaria también, una de las primeras multinacionales que existen, no descansa nunca y aprovecha cualquier resquicio para actuar.

Para que esta carta no parezca un sermón, (le prometo que no es la idea, en todo caso hago de monaguillo ocasional, mayor y calvo), me uno a su campaña para evitar que otros hagan un uso perverso con el primer símbolo de los cristianos, dicho sea con el respeto que sentimos los ateos.

En su misiva de fin de semana deja la vigilancia en manos de los que acudan a misa y vean que otra persona se guarda la forma en el bolsillo, (es posible que haya ovejas descarriadas como también hay ovejas torpes que por error cometen una mala acción.El infierno está lleno de buenas intenciones, ¡qué le voy a decir a Su Eminencia que no conozca!). La forma se toma directamente del oficiante, o se recibe en la mano, pero en ningún caso se guarda para una mejor ocasión.

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‘Tenemos hasta una dentadura postiza’

noviembre 2nd, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

RETRATO

Orígenes. 1960, en Puente Almuhey (León). Currículo. «Soy hijo de los cómicos de la legua, de los que se narraban en El viaje a ninguna parte, nací en un pueblo de León porque allí estaba la compañía de teatro de mi padre. Estudié empresariales y pronto surgió la vocación de escritor, comencé con la poesía y luego escribiendo para niños. En la última Feria del Libro firmé 90 ejemplares, ¡qué son muchos! En la empresa llevo 20 años, comencé poniendo multas en la calle, con la ORA». Aficiones. «Hablar con la gente, las relaciones humanas». Debilidades. «Estar rodeado de mi gente, soy el mayor de siete hermanos». Virtudes. «Procurar ser muy sincero». Defectos. «Cabezón, empecinado».

Los movimientos de Madrid en autobús son cifras de éxodo galáctico, cada año 475 millones de personas se desplazan por la ciudad en los 1.950 vehículos de los que dispone la EMT. No es de extrañar que se pierdan cosas. Lo recuperado va a dar a la oficina de José Manuel Contreras, poeta de vocación y gerente de oficio. Un hombre que escribe libros para niños, mientras las mañanas las ocupa en cosas de adultos.

Pregunta.-¿Un poeta con corbata?

Respuesta.- No pasa nada, el alma de poeta va por dentro, no es sólo la vestimenta.

P.- Decía Machado: «Se canta lo que se pierde».

R.- (Risas) Entonces estoy en el mejor sitio posible.

P.- ¿Cree en los agujeros negros que se tragan la materia?

R.-Aquí tenemos los objetos encontrados, (los perdidos no aparecen por definición) Nos llaman incluso sin haberlo perdido en la EMT.

P.- ¿Tanto poder tienen?

R.- Muchos reconocen que lo perdieron en la calle pero creen que al final nos los traen.

P.- ¿Qué hace el conductor?

R.- El objeto lo entrega en su estación, etiquetado. Se registra en un libro y a la mañana siguiente nos llega a nuestra oficina.

P.- ¿Cuántos llevan cazados?

R.- Desde primeros de año tenemos 400.000 recogidos, de ellos se han entregado el 43%. Si hay alguna pista nos ponemos en contacto con su propietario (a veces ni sabe que lo ha perdido).

P.- ¿Se pierde más en los búhos?

R.- Al revés, se pierden más cosas en los de la mañana, hay más autobuses circulando.

P.- ¿Cómo se justifica la propiedad?

R.- En nuestra página web aparece un detalle sucinto «paraguas de caballero», dejamos que luego el propietario nos amplíe datos.

P.- ¿Cuántas cabecitas locas hay?

R.- Muchísimas y van por etapas. En época escolar se dejan las mochilas con los libros, o la tartera con la comida.

P.- ¿No se la pueden comer ustedes?

R.- No, no todo lo que es material perecedero tenemos que eliminarlo.No podemos conservar una tortilla de patatas, lamentablemente.

P.- ¿Ni picar?

R.- ¡No es propio, no es propio! Da lástima pensar que alguien no va a comer ese día porque se dejó la tartera en el autobús.

P.- ¿Esas muletas?, ¿un milagro?

R.- Debió de ser: o no le hacían mucha falta o anduvo en ese momento. También tenemos un bastón de ciego.

P.- ¿Iba muy ciego ese ciego?

R.- Posiblemente (risas), pero seguro que no era invidente quién se lo dejó.

P.- ¿Lo más insólito?

R.- Tenemos hasta una dentadura postiza, pero no envuelta, tal cual, en pleno uso.

P.- ¿Se cayó por un frenazo?

R.- No, no estaba enganchada en ninguna parte del vehículo.

P.- ¿Está reclamada?

R.- No y no tenemos sistema de ADN para conocer a su dueño.

P.- ¿Y hacer como en Cenicienta?

R.- Ir probando la dentadura por ahí como si fuera el zapatito de la princesa resultaría muy repugnante.

P.- ¿Algún animal?

R.- Nos llegó un loro, con su jaula y pipas. También tuvimos un oso grande, ¡pero de peluche!

P.- ¿Juguetes eróticos?

R.- Recuerdo que se dejaron un consolador (nadie reclamó).

P.- ¿En condiciones de uso?

R.- Totalmente, y también un disfraz de cuero con un par de consoladores.Quizá la dueña se dedicaba al oficio de consolar.

P.- ¿Los políticos no pierden nada?

R.- Nos han llamado sus secretarias para preguntar, pero nunca sabremos si era para ellas o para sus jefes.

P.- ¿Tiene un cuarto de los ratones?

R.- Un almacén donde se guardan los objetos siguiendo un protocolo de seguridad: no estropearlos y llevar una custodia adecuada.

P.- ¿Un cuarto de los locos?

R.- Hay veces que entras y se escucha un ruido: los teléfonos móviles suenan hasta que se les acaba la pila, o zumban, igual que los relojes con alarma.

P.- ¿Es poético su trabajo?

R.- Mucho, por la relación entre lo perdido y lo encontrado.

P.- ¿También les llegan amores perdidos?

R.- Hummm haberlos hailos. Es curioso porque algunos nos piden una foto del coche en el que se conocieron, ciertas unidades las tenemos guardadas en Fuencarral.

P.- ¿Y personas que buscan cariño?

R.- Recuerdo a una señora, enferma de cáncer, que nos llamaba cada semana porque no tenía nadie con quién hablar.

P.- ¿Dejó de llamar?

R.- Dejó de hacerlo. Quizá ella perdió una buena amistad y aquí se la recuperamos, (eso espero).

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«Los vivos somos muertos de permiso»

octubre 31st, 2005 - Sin categoría - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Con 77 años y 30.000 cadáveres a sus espaldas, uno de los ‘profesionales’ más veteranos del mayor cementerio de España reflexiona sobre la vida y la muerte, su trabajo y su cruda idea de la eternidad

De haberle conocido Sergio Leone, seguro que le habría ofrecido un buen contrato para algún spaghetti-western: alto, delgado, fuerte, serio y formal. Manos rudas por las que han pasado kilómetros de soga para descender ataúdes. Quizá por eso le gustan las películas de John Wayne y las echa de menos, «ahora lo que ponen en Cine de Barrio da pena verlo». En cambio no le atrae aparecer en los medios, «no, porque una vez estaba en un restaurante de la carretera de Vicálvaro y uno se acercó a la mesa y me dijo: yo te conozco, ¡tú eres el que ha enterrado a Carrero Blanco!, te he visto en la televisión. Y era verdad».

Higinio Ballesteros Hernández tiene 77 años y toda una vida dedicada a la muerte (macabra contradicción). De niño vio el entierro de Calvo Sotelo, en julio del 36, y luego se escondió de las bombas que cayeron en la Guerra en las oficinas modernistas del cementerio de la Almudena. Con 19 años comenzó a trabajar en la limpieza, le llevó su padre que era jardinero en el campo santo, luego fue ebanista, ayudante de marmolista, ayudante de herrero, enterrador y así hasta llegar a jefe de las cuadrillas de enterradores. «En los buenos tiempos, hacíamos hasta 70 enterramientos en un día. Ahora, las cremaciones son la competencia». Las puertas del cementerio de la Almudena las han cruzado desde su puesta en marcha (el 13 de septiembre de 1884) más de un millón de cadáveres, Higinio ha dado sepultura a 30.000, «del primero no me acuerdo del nombre pero sí que está en el cuartel 122». Durante la conversación repite no menos de cuatro veces las condiciones laborales tan duras, «a veces tenías que cavar una fosa en una hora, siempre con la pala. Y había que mover cinco metros cúbicos de tierra, a brazo, sin máquina alguna (hoy lo siguen haciendo igual)».«Lo más triste, para mí, ha sido enterrar a niños pequeños, de dos a cinco años de edad. He procurado siempre ser profesional y no mostrar mis sentimientos pero en esas ocasiones se me caían las lágrimas».

«La otra vida no existe»

Se jubiló hace 12 años pero todavía es una personalidad entre los trabajadores del cementerio, que le saludan con respeto.De sus recuerdos de oficio saca como consecuencia un descreimiento absoluto, «la otra vida no existe, el cielo tampoco, sólo la muerte. Y los curas mienten». Esa afirmación la tiene clara desde que escuchó cómo una mujer le preguntaba a un sacerdote: «¿Mi hijo estará en el cielo, verdad?», el cura afirmó con la cabeza pero luego le dijo a otro cura que estaba al lado: «Éstos se creen todo lo que les cuentan». Admite que igual hay curas que sí creen en el cielo, pero él no los conoce, «total, ni soy amigo de los curas ni de creer». Es una lástima que después de tantos años como compañeros de oficio no hayan entablado una amistad, a fin de cuentas han trabajado juntos, «pero nosotros éramos invisibles, la gente nunca se fija en la cara de un enterrador.Sólo a veces nos daban alguna propina». Higinio, como un buen hijo, lleva flores a la tumba de sus padres: «Como no les puedo llevar un cacho de jamón, claro que si mi padre resucitara cuando me acerco con los claveles me daba de hostias hasta el final porque eso es tirar el dinero». Su base de datos personal le dice que se visitan mucho menos los cementerios, «el día de difuntos apenas viene personal comparado como era hace años cuando no se cabía por las puertas. Lo que no puedo soportar son las flores de plástico, ¡esas flores son una verbena!». Tampoco es mejor su concepto sobre la fiesta de Halloween, «una gilipollez para hacer negocio, nada más». Lo dice quién tiene respeto por la muerte pero miedo ninguno, «es normal que se caiga una rama, o escuchar un ruido, te acostumbras. Tenga en cuenta que he enterrado con lluvia, con rachas fuertes de viento, nevando, entre dos luces, ¡claro que una tormenta en el cementerio acojona!, ¡anda que no!» «Lo de los enterrados vivos es mentira, nunca he visto uno. Al revés, los que pude ver estaban todos listos pero bien listos».

Su idea de la eternidad es francamente cruda: «Somos una porquería completa: la muerte nos reduce a desfiguraciones, olores, descomposición.En un nicho, en cinco años te has consumido completamente. En cambio, en la tierra te conservas mejor porque hay humedad. De los nichos he visto salir a gente que eran como cartón piedra, los tirabas al suelo y rebotaban. Esos no huelen a nada, ¡qué va!» Recuerda los olores de los traslados, que eran muy fuertes, tanto que le cerraban el estómago, «otra cosa es perder el apetito, eso nunca. Cuando tocaba el hambre sacaba el bocadillo y me lo comía donde podía. Y si había sueño, una siesta en cualquier parte, cuando estás cansado se duerme en el cementerio igual que en casa». Tiene pensando que, cuando llegue el último paseo, le lleven al crematorio para luego arrojar las cenizas al mar, «es que llevo yendo 30 años en vacaciones a Almería, entre Adra y El Ejido, me gusta la zona. Mis sobrinos lo saben, como también que no le dejo herencia porque no tengo nada, ni piso en propiedad.Yo siempre he vivido sin preocupaciones de ninguna especie».Nunca se casó pero se le dieron bien las mujeres, salvo aquellas que salían despavoridas cuando les contaba cuál era su oficio.«Los vivos somos muertos de permiso y el recreo es cuando nos dejan andar por esta vida un ratito, de eso estoy convencido.Para mí no hay otra vida después de ésta. Al juicio final no voy a llegar, me bajo una estación antes».

No conoce a León Felipe pero está de acuerdo con la frase del poeta «cualquiera sirve para enterrar menos un enterrador», puntualiza: «¡Es que hay tantos poetas locos que es posible tenga razón!» Al final del reportaje esboza una tímida sonrisa, su cuerpo alto y enjuto (como si hubiera pertenecido a la cuadrilla de Manolete) esconde una cálida bonhomía. Es la sonrisa tímida de aquel que está acostumbrado a no mostrar sentimientos cuando está de servicio.

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