El cuerpo de guardia de Obama

marzo 26th, 2014 - el boletín - Sin comentarios

(“EL BOLETIN“, miércoles 26 de marzo 2014)

Tres de los miembros de seguridad del equipo del presidente de Estados Unidos, esos pretorianos que tienen como misión poner su cuerpo por delante si alguien disparase al presidente, han sido devueltos a Estados Unidos después de una noche loca en Amsterdam. Hay uno de ellos que estaba tan borracho que ya se lo contarán cuando llegue al Pentágono donde supongo le cantarán las cuarenta por bobo.
Trabajar para la CIA, o para cualquier otro servicio secreto, está muy devaluado, no hay mas que ver el papel de tonto-plasta que hace el protagonista de la serie “El Duque”. Antes los pretorianos eran tipos duros pero ahora salvo los que custodian a Putin, que no temen al vodka, son unos torpes de manual. En el caso de Obama llueve sobre mojado porque en la cumbre de Cartagena de Indias se fueron por la noche de picos pardos olvidando que al día siguiente tenían que escoltar al “nomber one”. Quizá por eso se ponen las gafas oscuras, para que no les veamos los ojitos de parranda que han conocido las noches locas. Según las crónicas no dejaron lupanar por descubrir ni ron en sus despensas; si hay que salir es para darlo todo.
Es posible que estos tres agentes fueran los que consintieron que aquel traductor del funeral de Mandela vacilara al mundo con unos movimientos de manos que no habrían servido ni para conducir en tierra un avión en el aeropuerto de Castellón. Si fuera el caso lo mejor que podría hacer Obama es mandarlos a dirigir el tráfico de osos en cualquiera de los parques nacionales que tienen en su país. Para agentes secretos no sirven, de escoltas mucho menos y para nada como compañeros de juerga porque enseguida les sienta mal el vino.
Estos tipos cobran como si fueran Kevin Costner y rinden como “El Dioni”, son un mal negocio.

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marzo 26th, 2014 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

(Revista “AR“, marzo 2014)
Texto de Sara Campelo.

En noviembre de 2011, al periodista y escritor
Rafael Martínez-Simancas le nombraban
director de un conocido diario gratuito, sus
mellizos cumplían diez años y el diagnóstico
de un linfoma detenía en seco su reloj. Este
golpe sordo no acalló, sin embargo, el tictac de un hogar
que los pequeños Lidón y Víctor ponen en hora cada
día. Aquel otoño, Rafael me escribió: “No me puedo
morir. Mis hijos son muy pequeños”. Desde entonces,
este periodista de 52 años ha pasado media docena de
veces por el quirófano, se ha hecho experto en el ‘dialecto
Hodgking’ (denominación sobre la que él mismo bromea)
y ha publicado el libro Sótano octavo (Ediciones B),
en el que narra, con sinceridad no exenta de sentido del
humor, el proceso de su enfermedad: diagnóstico, tratamiento,
relación con los médicos, complicidad con los
enfermos y el trance de comunicar la noticia a la familia,
especialmente a los hijos.

Cuando te diagnostican una enfermedad de este tipo,
la noticia se recibe en solitario y se comparte de inmediato
con la persona más cercana… pero ¿cómo te enfrentas
a decírselo a tus hijos?

Nos planteamos que habría que contárselo también a
ellos y fue decisión mía hacerlo desde la normalidad
absoluta. Mi mujer me secundó con un “te acompañaré
en lo que hagas”, y les dijimos: “Papá está malito, tiene
una enfermedad que es grave pero de la que se va a curar,
¡por supuesto!”, y a partir de ahí nunca les hemos contado
nada que no sea cierto. Ellos me han visto peor y mejor,
me han visto vomitar, someterme al tratamiento entero,
salir de casa camino del hospital… y siempre he respondido
sinceramente a todo lo que me han preguntado.
El juego de la sinceridad es a pecho descubierto…

¿Alguna pregunta de los niños te ha generado desazón?

No. Lo que sí que han provocado sus comentarios han
sido momentos muy divertidos, como cuando en el patio
del colegio le dije a mi hijo Víctor que no llevaba abrigo,
y me respondió: “Papá, yo no tengo frío como tú. A lo
mejor porque yo no tengo quimioterapia”.

De hecho, uno de esos comentarios de Víctor constituye
el prólogo de tu libro.

Sí. Él entendió mi enfermedad en términos de lucha entre
duendes y ogros. Su hermana, Lidón, supo remontar un
bache en el cole porque aunque parece tímida y reservada
ha demostrado ser una niña con mucho aplomo, a pesar
de tener once años en ese momento.
Por lo que se ve, siempre has tenido una actitud transparente
hacia los niños.
He contado siempre lo que era verdad y lo que sentía:
cuando el agua me sabía a cobre, cuando les hacía cerrar
las ventanas porque no podía tocar nada frío por efecto
de la quimio, las veces que no podía llevarlos al parque
por cansancio e incluso cuando le acabé cogiendo manía
a su colonia infantil.

¿Crees que bajo la mirada cristalina de un niño se ven
las situaciones más duras y los problemas con una pureza
con la que los adultos no contamos?

Los niños ven las cosas cristalinas, cierto, pero también
tienen escapatorias con las que los adultos no contamos
y que tampoco nos son propias. Cada edad tiene su responsabilidad,
su forma de afrontar el problema. Lidón y
Víctor lo han entendido perfectamente, pero también tienen
momentos en los que no quieren preguntar por mí y
quieren pensar en sus cosas, incluso otras fases en las que
no quieren sufrir. Y hacen bien. Mis niños lo tienen que ‘‘Las preguntas
de mis hijos
han provocado
momentos divertidos
y frases llenas de
genialidad”

El apoyo de tus hijos, el habérselo contado,
que ellos estén ahí, ¿te ha ayudado a
ser más valiente y superar todo esto?

No. Yo no me quiero apoyar en ellos.
Debo hacerlo en adultos, contar con mi
mujer, mis hermanos y mis amigos, que
han sido fundamentales. A mis hijos debo
procurarles cariño y protegerlos del dolor.
Esa es mi obligación.

El libro lleva la siguiente dedicatoria:
“A los que van a la batalla sin temor”.

Sí, Sótano octavo es un libro de batalla
y por ello se lo dedico a los que van a la
lucha todos los días porque me parece
que son los importantes. Ellos, a los que
conozco y a los que no, a los que son y
a los que están por venir, a aquellos que
piensan que no les va a tocar y les tocará
algún día, esos son mis héroes, mis personajes
favoritos, mis compañeros, esos son
mi casta social.

Hasta el fatídico día de otoño en el que
te diagnosticaron el linfoma, tu salud era
envidiable. Con cincuenta años tu presente
brillaba como nunca.

Sí, el 3 de noviembre de 2011, antes de
tumbarme en la camilla en la que tenía la
ecografía chivata, tenía muchos planes por
delante. No podía imaginar que el futuro
me tuviera preparada esta jugada tan intensa.
Entonces, cuando te toca la bola negra te
preguntas: “¿Por qué yo?”. Pero inmediatamente,
cuando ves a niños de la edad de tus
hijos en ciclos de quimioterapia, piensas: “¿Por qué ellos?”.
Finalmente, te acabas por preguntar: “¿Para qué?”.
Son preguntas muy difíciles…
He tenido que sufrir un cáncer para que, tras una larga
trayectoria profesional, haya hecho la primera pregunta
seria en todos mis años de periodista: “Doctor, ¿me voy
a morir?”. Lo he preguntado cuatro veces en mi vida.
Afortunadamente, la respuesta siempre ha sido agradable,
pero hasta la contestación hay un intermedio en que
lo pasas muy mal, porque te pueden decir “sí” o “no lo
sabemos”.

En ese trance quizá sea mejor no preguntar…

No. Como paciente yo siempre he querido saber la verdad.
La vida está llena de temores y yo necesitaba tener
esa información porque la respuesta: “Te vamos a curar”,
era para mí la parte fundamental y a partir de ahí me daba
igual estar mal, el cansancio, los vómitos o las noches sin
dormir porque sabía que íbamos a ganar.
asimilar, y no siempre es fácil hacerlo con
una noticia tan dura como esta.

¿Crees que esta enfermedad los ha
hecho madurar más deprisa, de una
forma especial?

Yo sé que a ellos les ha dolido. No sé si
han madurado más o no, eso habrá que
verlo con el tiempo, tendrán que pasar
años para saberlo, pero para los niños es
una faena ver a su padre herido. Es una
tragedia, un conflicto y sé que, por ejemplo,
en el colegio hay veces que no lo han
pasado bien. No es una experiencia fácil
y estoy convencido de ello porque siendo
yo muy poco mayor que ellos perdí a mi
padre y fue un trance muy amargo.

Mucha gente en tu situación no hubiera
optado por la transparencia. Algunos
incluso lo ocultan a parte de sus familiares
y amigos. ¿Qué les dirías?

Yo no puedo aconsejar ni condenar. Cada
uno hace aquello que le parece oportuno:
no somos nadie para juzgar a otro, y
menos cuando esa persona está pasando
por una experiencia tan terrible. Hay
gente más cerrada a la que le cuesta
muchísimo abrirse. Yo lo he visto en el
hospital. ¿Lo pasan mejor que yo? Pues
no, tenemos la misma enfermedad y tampoco
te curas mejor por ser más abierto.

Sin embargo, muchas veces verbalizar
lo que estás pasando funciona como si
fuera una terapia.

Sí, pero tampoco te creas que yo lo cuento
todo. Hay veces que no me apetece y
hay que tener en cuenta, además, que si
lo sobrecuentas te puedes convertir en
un latoso y en una persona que solo sabe
narrar batallitas sobre su enfermedad.
Un poco de dignidad siempre viene bien, un poquito de
presencia, estado de ánimo y la necesidad de pensar que
esto es una pelea muy larga, muy dura, y habrá días peores,
otros más cansados y que al final tienes que capearlo
como venga.

Después de dos años y medio en la batalla… ¿ha cambiado
tu relación con los niños?

No, en absoluto. Sí que es cierto que aprecias más a la
gente que quieres, ya que a veces piensas que te va a quedar
menos tiempo y disfrutas del día a día como no te
puedes imaginar. Pero para un padre los niños son igual
de encantadores e igual de pesados tanto si estás malo
como si no.

¿Han leído ellos Sótano octavo, el testimonio de tu
enfermedad?

Lo tienen dedicado, pero les he dicho que se esperen un
tiempo para leerlo. De todos mis libros, es el único que
tiene dedicado cada uno. No lo hice con Doce balas de Cañón, o con
El Amor Patético.

Amigos en el rellano
Además del cuaderno de
bitácora de un paciente,
Sótano octavo es un manual
sobre la amistad, la que
ha recibido a raudales su
autor y que supone “gran
parte de la recuperación”,
según explica en un relato
en el que la gratitud más
conmovedora comparte
líneas con el gracejo más
ladino. “A veces me han
dado ganas de convocar una
rueda de prensa como hacen
los toreros y los futbolistas,
para que me acompañasen
los médicos y se ocupasen
de las preguntas técnicas,
ya que mis amigos me han
llegado a hacer preguntas
imposibles de resolver
sin haber estudiado
Medicina y sacado el
número 1 en el MIR”. A
través de las páginas del
libro, descubrimos que la
sinceridad descarnada no
siempre es bien recibida
por el paciente, que la
complacencia no ayuda
nunca, y menos cuando
estás enfermo, y que hay
cosas que jamás se deben
preguntar.

Llevo bastante
mal que me pregunten por
los vómitos y me llama
mucho la atención que
alguien que jamás te ha
regalado flores te pregunte
si quieres que te lleve un
ramo al hospital”. Rafael
asegura: “Si hubiera anotado
las promesas de cañas y
comidas creo que habría
llenado la agenda para los
siguientes años”.

Un asunto de
ogros, hadas
y duendes

Una tarde, volviendo
de una comida familiar
con su abuela, Víctor
Martínez-Simancas
escribió aun sin saberlo
y a modo de prólogo, la
primera página del libro
que su padre publicaría
después: “Papá: sé que
lo tuyo es un asunto de
hadas, ogros y duendes.
Las hadas son el
sistema inmunológico, tu
médula. Los ogros son
el linfoma que ataca tu
sistema. Los duendes
son la quimioterapia.
Como las hadas no
pueden con los ogros,
llaman a los duendes
y luchan con ellos para
expulsarlos”.

Y ¿qué dices del personal que te trata?

Mi fe en el doctor Canales, mi hematólogo, es total.
Siempre he pensado que con el tratamiento de La Paz, el
trabajo de los médicos, enfermeros y auxiliares, y también
con mi aportación, tengo lo suficiente para ganar.
Para un periodista, acostumbrado a contrastar fuentes,

¿es peligrosa la sobreinformación?

Jamás he buscado mi enfermedad en Internet. Ante cualquier
duda, siempre le preguntaba a mi médico.
Utilizas sin pudor la palabra ‘cáncer’. A muchos les
hiela la sangre solo pronunciarla y prefieren referirse a
ella como “esa larga enfermedad”.
Esta enfermedad se llama ‘cáncer’ y luego tiene apellidos.
En mi caso es un linfoma. Nunca lo he enmascarado.
Creo que estás obligado a enmascarar sus consecuencias
en caso de que hagan daño, que molesten a otros o incluso
a ti mismo, pero no la palabra ‘cáncer’. La palabra cura y
la palabra ayuda, y también te puede solucionar un problema,
un conflicto. Si a las cosas no las llamamos por su
nombre, nunca tendrán una dimensión real.

¿Qué te llevó a plasmar en un libro tu testimonio
sobre cómo enfrentarte al cáncer? ¿Buscabas alivio, ayudarte
a ti mismo o quizá pensabas en auxiliar a los que
están en tu misma situación?

La literatura es literatura. A veces ayuda y a veces destruye.
Soy escritor y periodista y tenía la necesidad de
contarlo. Contaba con un buen material narrativo y era
una excelente ocasión. Sótano octavo no es un libro de
autoayuda. En ningún momento pensé que podría venirle
bien a alguien.

Sin embargo, ayuda… He oído que no hay semana en
la que no recibas varios mensajes de lectores a los que tu
relato ha consolado.

Sí, es muy curioso. Es un feedback de gente que ha pasado
por lo mismo, ellos en primera persona o algún familiar,
y también de profesionales de la medicina. Para ellos es
un material inédito, la visión de un enfermo desde el otro
lado. Entre las cartas de los lectores hay mucho agradecimiento
y también un sentimiento descarnado.

¿Cómo te ha cambiado toda esta experiencia?

Me he vuelto más sensible y ha cambiado mi manera de
acercarme a los demás. He colocado a las personas en
escalafones: de más cercanos a prescindibles. También
me ha depurado: el cáncer te hace separar más el trigo
de la paja, te permite saber lo que es auténtico, cuál es el
objetivo principal y qué es lo secundario. Y, sobre todo,
te enseña a perder el tiempo lo justito.
“Esta enfermedad te hace apreciar más a los que quieres,
logra depurarte y te permite saber lo que es auténtico ‘‘

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Misterios aéreos

marzo 26th, 2014 - OPINION OTR/ Europa Press - Sin comentarios

(“OTR“/EUROPA PRESS, miércoles 26 de marzo)

La desaparición de un avión comercial en aguas del Índico con 227 pasajeros deja abiertas considerables incógnitas para la aviación civil, la primera de ellas cómo se puede perder la pista de un 777 durante quince días. Esas incógnitas irán a una comisión de expertos y de sabios en material aeronáutica, lo que me preocupa son los miedos y las dudas que provocan en los demás, entre los pasajeros, que con más miedo que certeza nos subimos a un avión para poner nuestras almas al servicio de la tecnología punta.
Me consta que según todos los estudios el transporte aéreo es más seguro que subirse a un burro-taxi de Mijas pero accidentes como los del vuelo de Malaysia Airlines o el de Air France que partió de Río de Janeiro sin llegar a París, levantan pánicos. La pericia de los tripulantes, la formación de los pilotos, el alto grado tecnológico de los aviones son dignos de elogio pero cuando la máquina se equivoca o nos topamos con la furia de los elementos entonces apañados vamos. También se le llamó “Armada Invencible” a un experimento que acabó roído por los gusanos.
No seré yo quien encabece la lista de los valientes cuando tienen que subir a un avión, de entrada me escama que al edificio aeroportuario se le llame “terminal”. He leído todo lo que ha caído en mis manos acerca de volar sin miedo y me he subido a un simulador de cabina que se movía peor que un potro salvaje. A pesar de que repaso de memoria que nada hay más seguro que un avión no deja de entrarme cierta duda cuando el comandante aprieta motores y lanza ese lacónico mensaje: “entrando en pista para despegue, buen vuelo”. Es ahí cuando lo imagino repasando la foto de sus hijos que llevará pegada al salpicadero de mandos con un imán y bajo aquella leyenda: “papá no corras”. A partir de ese momento cualquier expresión rara de una azafata la interpreto como síntoma de un problema cuando puede tratarse de que le apriete un zapato. Hace años en un vuelo interno en Brasil escuché como los pasajeros aclamaban al piloto al tomar tierra, por supuesto que me uní a ese coro de entusiastas.
La idea de que un Boeing haya estado desaparecido quince días no ayuda a la calma del pasajero, ¡caramba que es un 777 no una maleta roja como las que llevamos todo el mundo! En España, a otra escala, allá dónde llega el AVE se han reducido vuelos, y eso que en un trayecto Madrid-Málaga debe ser difícil perderse, (salvo que aterrices en el aeropuerto de Ciudad Real).
Esta vida está llena de misterios, lo importante es no acabar protagonizando uno de ellos por la cuenta que nos trae.

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Del amor al olvido

marzo 24th, 2014 - OPINION OTR/ Europa Press - 7 Comentarios

(“OTR“/EUROPA PRESS, lunes 24 de marzo 2014)

Lo terrible de la biografía de Adolfo Suárez es que él olvidó que había sido presidente pero mucho antes España lo había borrado como político. En su caso fue la termita que se mete en el cerebro y arrasa con los recuerdos hasta hacerlos puré, en el caso de los españoles es el natural desapego que sentimos hacia quienes se han portado bien con nosotros; puestos a elegir el alzheimer de los españoles es más crudo porque no tiene solución. Muchos de los que lloran la pérdida de Adolfo Suárez le dieron la espalda y, por desgracia, sus verdaderos amigos que tampoco fueron tantos se marcharon antes que él. España usó a Suárez como trampolín para enterrar al viejo régimen pero una vez logrado el objetivo se le olvidó con celeridad y quedó fuera de la política mientras que muchos de los que él aupó siguieron instalados en ella.
A Suárez se le aclamó con griterío por las calles, tanto como al también joven rey Juan Carlos, pero luego se le catalogó entre los recuerdos del pasado porque no era necesario. Un final muy triste, en el CDS ratificó su salida por la puerta de atrás. Preguntarse ahora qué hubiera pasado caso de haber sido inglés, o francés, sería inútil porque era de Ávila, le gustaba jugar al mus y hacer tertulia con sus amigos entre ellos Sancho Gracia cuando se bajaba del caballo para dejar de ser “Curro Jiménez”. Suárez era un producto “made in Spain” en sentido puro, de otra forma no habría podido conectar con la sociología más profunda del país para que fuera perdiendo el miedo al cambio. Franco podría estar muerto pero el franquismo permanecía vivo y daba muestras de una excelente salud.
Las dos Españas se enfrentaron por primera vez en las urnas, y no en los ruedos como Joselito y Belmonte, recuerda Alfonso Guerra que algunas señoras pedían en el colegio electoral “la papeleta del guapo con corbata, o la del guapo sin corbata”, (Suárez y Felipe). Un enfrentamiento que el viejo régimen contempló anestesiado, Suárez supo hacer perfectamente el puente de reconciliación con la izquierda, hasta legalizó al PCE y provocó que Carrillo se quitara la peluca con la que había cruzado la frontera. También supo equilibrar a las fuerzas emergentes de la derecha civilizada y liberal que nada tenían que ver con los arrebatos de furia de Blas Piñar y Fuerza Nueva.
En definitiva protagonizó el mayor cambio en la historia moderna de España, transitó por la delgada línea que separa el pasado con la actualidad real de la calle. Nos sacó del pozo del siglo XIX en el que nos había metido el franquismo. Se le amó, mucho, y se le olvidó todo. Hoy se le recuerda con afecto como no podía ser de otra manera.

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Suárez y la tribu

marzo 24th, 2014 - COLPISA/VOCENTO - Sin comentarios

(“VOCENTO“/COLPISA, lunes 24 de marzo 2014)

Cuándo Adolfo Suárez es elegido presidente del Gobierno era un perfecto desconocido para la opinión pública pero, a su vez, era un perfecto conocedor de la estructura del régimen que aún permanecía en activo, su padrino Herrero Tejedor le había mostrado las entrañas por dentro. Un régimen, sobre todo el de Franco, es un monstruo diseñado para funcionar por sí mismo aunque esté su protagonista bajo una losa de mármol; podía estar muerto el dictador pero las instituciones estaban en plena actividad y no mostraban señales para dejar de estarlo. Suárez conocía el paño porque había sido ministro responsable del Movimiento con Arias Navarro, tenía claro que sus pasos se iban a observar con lupa y que la conocida por “lucecita de El Pardo”, (una leyenda urbana que atribuía una incansable actividad vigilante de Franco durante su insomnio), permanecía encendida. En semejante contexto inició el tímido avance hacia la modernidad llevado con pequeños golpes de timón.
Entre Suárez y la tribu franquista había una relación tensa porque era demasiado joven para ser presidente, tenía 43 años en 1976, recelaban de él porque no era de los de correaje y mirada imperial. La tribu eran jueces poderosos, militares de alta graduación que habían hecho la Guerra Civil, alcaldes franquistas que se mantenía en el cargo. Si unes estos factores y los presentas en un power point en una escuela de negocios nadie daría un duro por el presidente Suárez, estaba claro que la tribu acabaría devorándolo sólo era cuestión de esperar unos meses. Aquel joven abulense de buena planta y mejor oratoria iba a acabar entre los leones más temprano que tarde. Y aquí es donde supo manejar al timón con pulso firme, cualquier equivocación le hubiera costado un disgusto pero Suárez hace dos movimientos sabios, el primero es aproximarse al rey Juan Carlos y a la vez tener cerca al teniente general Gutiérrez Mellado que le pacificaría las conspiraciones de las salas de banderas en los cuarteles. La importancia de la amistad con Gutiérrez Mellado es básica; desde nuestra sociedad del siglo XXI en la que ni siquiera existe el servicio militar obligatorio es difícil tener una idea de lo que era “el ruido de sables”, (y bien que lo hubo). La complicidad con el rey fue total y dicen que llegaron a compartir mesa en largas partidas de mus, con copa y puro.
Cuando Suárez toma posesión las Cortes estaban llenas de diputados franquistas monocordes que de la añoranza hacían su razón de ser, mientras más se aferraran al pasado menos tendrían que temer y es aquí donde el nuevo presidente toma la iniciativa de abrir las ventanas, llevar la luz hasta el fondo de la cueva y citar a Antonio Machado en el Congreso, (“ni está el mañana ni el ayer escrito”). Su habilidad de alumno aventajado del flautista de Hamelin fue la que embobó a los franquistas hasta llevarlos al sumidero de la Historia, nunca antes un régimen había votado hacerse el harakiri y eso fue lo que pasó cuando se aprobó la Ley de Reforma Política, la puerta de entrada para el cambio y el adiós definitivo a las estructuras sostenidas por las Leyes Fundamentales del Movimiento que eran la constitución franquista que sostenía la legalidad vigente. Los dinosaurios, hipnotizados por Suárez, aceptaron de buen grado darse un tiro en el pie, a partir de ese momento se abría un periodo nuevo de incertidumbre pero cargado de emoción y en el que los señores del bigote y el brazo en alto no iban a contar para nada.
Por supuesto que con la visión benévola que da la distancia podría parecer que fue un camino de rosas, y no fue así. Los reaccionarios nunca aceptaron que se les había parado el reloj, que se habían hecho viejos y que la nueva sociedad que se construía de la nada no les aceptaba como compañeros de tertulia. A Suárez le pusieron a parir, soportó mil zancadillas, le llamaron hijo de Satanás, traidor a gritos, pero ya era tarde porque España salía del blanco y negro para entrar en la era de un color tímido. Por las pantallas de TVE se podían ver las aventuras de Curro Jiménez que era un bandolero bueno que practicaba españolidad contra el invasor francés por los caminos de Sierra Morena. Sin que se notara en exceso, y sin pedir cuentas al pasado, la sociedad cambió sin darse cuenta de que mutaba.
Poco le importó enfrentarse a la tribu con tal de hacer desaparecer a la vieja casta franquista que nunca le perdonó que abriera el camino de los partidos políticos. Por asombroso que parezca aquel señor de Cebreros, conservador en formas y antiguo ministro de Arias Navarro logró que tiempo después se legalizara el PCE. Tantos cambios y en tan poco tiempo logrados a base de no pocos cafés y el humo de innumerables paquetes de tabaco.

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Esa lejanía llamada Bruselas

marzo 23rd, 2014 - la gaceta de salamanca - Sin comentarios

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 23 de marzo 2014)

De momento parece que sólo hay una candidata, Elena Valenciano, y que al PSOE le interesa más Europa que al PP que retrasa el nombre de su cabeza de cartel. Europa en concepto no parecen entes lejano y nada más erróneo porque aquí Europa somos todos y en Bruselas se cuecen las habas. Nos preocupa mucho la elección de nuestro alcalde y despreciamos las elecciones a la eurocámara por una falta de acierto en el pronóstico. De hecho en Francia la que se anuncia como gran ganadora es la hija de Le Pen, así que menos “egalité” porque cuando se trata de presentarse en Europa a los franceses les gusta quedar de antipáticos.
Ayuda poco saber que la vida del eurodiputado es la de un paquidermo al que se le recompensan los servicios prestados pagándole este momio que no llega a chollo de consejero en gran empresa pero sirve para redondear una pensión de oro por ser un ilustre “botonero”. Seis mil euros netos por acudir unos días al mes, no por estar enganchado al Parlamento durante varias semanas. Ayuda poco también saber que algunos madrugan el viernes para fichar ese día, (que no hay actividad parlamentaria), y luego salir pitando al hacia el aeropuerto, fichan para cobrar una dieta de algo que no van a realizar. Esto le ocurrió a la eurodiputada socialista española Eider Gardiazabal Rubial a la que sorprendieron en pleno acto irregular. Lo mejor es que Gardiazabal repite en las listas de Elena Valenciano, ¡a un conmilitón no se le puede dejar en el camino cuando vive gracias a esta forma de robar billetes al erario público!
Lo que se vote en el Parlamento Europeo vendrá luego al resto de países y nos tendremos que hacer cargo de las leyes que de allí emanen, por lo tanto no es un asunto baladí el voto porque tiene consecuencias que no hemos tenido en cuenta. Una vez perdido el derecho a reclamar y a pedirles que rindan cuentas de sus dietas y viajes en business tampoco nos queda la posibilidad de llamarles al orden porque se convierten en seres intocables que quizá no lleguen ni a redactar una pregunta durante toda la legislatura. Lo suyo es pasar el tiempo y leer revistas picantes como hacía Revilla en el parlamento cántabro. Ah, y quejarse porque llueve mucho tanto en Bruselas como en Estrasburgo donde los días son más cortos; ¡acabarán trasladando la eurocámara a Sanlúcar de Barrameda que tiene un clima más templado! Algunos constipados a cierta edad son terribles.
Los partidos son quienes los escogen en listas cerradas pero nuestro voto es el que les avala para pertenecer a tan selecto grupo de legisladores que tendrán plenos poderes sobre nuestro futuro. Por lo menos es para reflexionar un rato.

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Gurtelianos de paseillo

marzo 20th, 2014 - el boletín - Sin comentarios

(“EL BOLETIN“, jueves 20 de marzo 2014)

Más anchos que un torero en La Maestranza, allí van los cabecillas de la trama Gurtel camino del juzgado, una manera de andar que tienen muy ensayada, no es el paso firme de El Escorial ahora trotan como si el mundo tuviera una deuda con ellos. Parece que miran retando a la cámara para reafirmar su inocencia y que todo se ahogue en un defecto de forma, en una negligencia judicial para quedar libres y quién sabe si pedir una indemnización por daños morales causados a su imagen.
A falta de que les compongan el pasodoble “Amiguito del alma” ocupan la acera completa como el chico de barrio hace cuando sale a presumir los sábados por la tarde. Si de los balcones cayeran pétalos de rosas seguro que los recibirían con alegría y brindando la cita judicial al tendido. Desde luego es otra manera de ganar el taxi a la que tiene Blesa al que persiguen los “preferentistas” con la ira propia del caso. A Blesa le dicen de todo, en cambio a los gurtelianos sólo les falta un manager para que les busque unas galas o un contrato para ir a la isla de “Supervivientes”.
Los paseíllos de ayer y hoy, los de Crespo, Pérez y Correa, no han servido para nada porque o no han declarado o le han echado la culpa de todo a la UDEF; ni Luís “El Cabrón” era Bárcenas, ni FAC resultó ser Cascos según dice Crespo. Los policías tienen una imaginación desbordante, igual ganan un concurso literario pero terminan perdiendo la Gurtel. A estos tipos se les ve con ganas de lucir palmito en la cubierta del yate, han pasado demasiados años a la sombra, tienen ganas de resarcirse.
Forman parte de la España amnésica, igual que la infanta Cristina o que su mentado marido al que no hemos vuelto a ver ni sacando al perro, el pobre animal se debe estar haciendo pis en los jarrones suizos. En España quitarse de pensar y no reconocer el pasado siempre ha dado muy buenos frutos, así que conciencia nueva y se acabó el martirio. Todos inocentes, con los zapatos muy limpios, la barbilla hacia arriba. La cita con el juez es un ratito pero luego tienen toda la mañana para tomar el aperitivo.

Nota.- Hay tonterías que tienen nombre, por ejemplo hoy celebramos el Día Internacional de la Felicidad, asunto que me recuerda lo que decía Jardiel: “para ser feliz sólo hay dos formas, una parecer completamente imbécil, otra serlo”.

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Rajoy en primavera

marzo 19th, 2014 - el boletín, General - Sin comentarios

(“EL BOLETIN“, miércoles 19 de marzo 2014)

Según marca el calendario, y habrá que creerle porque tiene la experiencia de muchos años acumulados, mañana entra la primavera, de hecho la próxima luna llena será Semana Santa. Rajoy ha querido festejar la llegada de la primavera haciendo pasar a sindicatos y patronal por los jardines de Moncloa para un encuentro discreto. No hubo banda de música, ni bandera, ni foto en la escalinata, hubo primavera que no es poco.
A las tradicionales alergias se puede añadir este año un recorte salarial que Rajoy pretendía alcanzar entre petunias y otras flores de jardín. Le llaman moderación salarial pero es un recorte en toda condición. El presidente lo podría haber planteado sin tapujos pero al elegir la modalidad de discreción absoluta lo que consigue es trasladar cierto pánico al trabajador de nómina, ¿se lo ha pedido Merkel en persona?, ¿querrá aprovechar los líos de Putin para colar otro recorte con la anuencia de patronal y sindicatos? De momento sólo Rosell dice que España no es Alemania, los sindicatos ni siquiera admiten que cruzaron por los jardines de Moncloa sorteando peligrosos enanitos de jardín.
Estamos ante otra de las medidas que se le habrá ocurrido al comité de sabios a quién Dios confunda y que nos quiere poner el IVA de las chirimoyas al nivel de las joyerías de los escaparates de Serrano, quién dice chirimoya puede decir el billete de AVE o la barra de pan. Estos sabios acabarán por conseguir un país eficiente pero sin habitantes porque habremos emigrado todos escondidos de polizones en los barcos que van a Sebastopol.
Habrá que estar atentos a este anuncio de primavera que protagoniza Mariano Rajoy y que amenaza con desplazar al que tradicionalmente rueda El Corte Inglés. La nieve se descongela pero los sueldos pueden acabar en las cámaras del Capitán Pescanova ahora que las tiene vacías porque se retiró de navegar.

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Los Tejero de festin

marzo 19th, 2014 - OPINION OTR/ Europa Press - 1 Comentario

(“OTR“/EUROPA PRESS, miércoles 19 de marzo 2014)

Antes de entrar en detalles de orden castrense al hijo de Tejero, teniente coronel de la Guardia Civil, había que haberle relevado del mando por llamar paella a lo que siempre ha sido un arroz cuartelero, por favor no nos equivoquemos porque la diferencia es abismal, ante todo no perdamos el buen gusto. Tejero junior quiso festejar a papá golpista por el aniversario del 23-F pero en lugar de llevárselo a un restaurante le invitó a su cuartel donde el menú sale más apañado de precio. Y para mayor deleite de los reunidos, entre ellos el ex capitán Muñecas también condenado por el 23-F y buscado por la justicia argentina, organizó posterior mini-desfile como si fuera Kim Jong-un en la época en la que vivía papá Kim Jong-il. Y todos tan contentos igual que coreanos del Norte en domingo festivo.
Los quince años que pasó Antonio Tejero Molina en la cárcel no le han servido para arrepentirse, (ni para distinguir arroz de paella). Le falla también que nadie le acompaña en su deseo de pasar a la historia como espadón redentor, salvo en un bar de Despeñaperros donde siguen convencidos de que Franco vive y se mantiene algún retrato del bigotudo golpista. A Tejero no le quedan beneméritos que le secunden porque los últimos que tuvo saltaron por la ventana después de una noche de farra en la que se bebieron hasta el agua de los jarrones del bar del Congreso y se marcharon sin pagar. Tampoco está, ni se le espera, esa autoridad militar que anunció el entonces capitán Muñecas en la tribuna. Tejero es hoy un espectro que agita Jordi Évole para llamarnos ingenuos audiovisuales que se lo creen todo.
Al teniente coronel Tejero Díez le han quitado el mando de la unidad pero de momento no se le ha abierto expediente y no parece que se le vaya a apartar del Cuerpo. Para “ayudar” le ha salido un hermano cura en Mijas-Costa, ¡eso sí que es un nido de lujuria y desenfreno!, que ha llamado cobardes al director general de la Guardia Civil y al Ministro del Interior. Es decir, todo enmarcado dentro de un entorno de paz y armonía. En la familia sólo les falta un torero y ya tenemos a la España cañí sentada alrededor de una mesa con mantel a cuadros y vino peleón, (eso de preguntar por la añada no es de hombres).
Ya verá el ministro Fernández cómo apaga este incendio, de qué manera explica que no controla lo que pasa en sus cuarteles. Lo que de momento no tiene perdón es llamarle paella a un arroz infame hecho con ínfulas de paella nacional con grano pasado, muy pasado, como el golpe del 23-F.

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Proyecto Valenciano

marzo 18th, 2014 - COLPISA/ VOCENTO - Sin comentarios

(“COLPISA“/VOCENTO, martes 18 de marzo 2014)

En algún lugar secreto de la sierra de Madrid, escondido en un pinar inaccesible, el PSOE tiene un almacén dónde guarda los artilugios e inventos de la época de Zapatero, todos juntos le dan a la nave un aspecto de chatarrería surrealista. Allí están los planos de la Alianza de las Civilizaciones, un luminoso con la palabra “crisis” que no funciona, las canastas de baloncesto de Moncloa, también la foto junto a Obama que tanto costó hacer y varias copias de la película “Buenas noches, y buena suerte”. Lo más llamativo son las cápsulas espaciales en las que Zapatero lanzó algunos de sus proyectos más tronados: la candidatura de Miguel Sebastián a la alcaldía de Madrid, las clases de economía con Jordi Sevilla, o el cohete en el que subió a Solbes para que se uniera a la segunda legislatura.
Ahora, y gracias a las elecciones europeas, sabemos que en el último sputnik de Zapatero va subida Elena Valenciano. Alguien debió entrar en el almacén, le quitó el polvo a la nave y se la llevó a Rubalcaba a Ferraz donde creyeron que sería una buena idea repetir con Elena Valenciano lo que los soviéticos hicieron con Valentina Tereshkova. Tardaron poco en convencerla. Día a día comprobamos la órbita de su vuelo y, por desgracia, también los efectos que afectan al cuerpo humano expuesto a largos periodos de ingravidez. Sólo desde ese punto de vista se puede entender el gran despiste que tiene Elena Valenciano y que le lleva a decir cosas extrañas que espantan a sus posibles votantes cuando sentencia que a la izquierda del PSOE hay una “cuevita” en la que se está bien pero que no da votos. Elena Valenciano no ha estado nunca entre las pensadoras europeas del socialismo pero debería conocer la raíz de su partido y tener claro a quién se dirige. La expresión “cuevita” no se le hubiera ocurrido ni a Carlos Floriano. Que tenga cuidado por si sale de la cueva un oso que le gruña, mejor que no se entere Alfonso Guerra que es el último que sabía que puño levantar cuando todavía se iba a Rodiezmo.
En el PP siguen con asombro la trayectoria de Valenciano-Tereshkova y parece que optan por dejarle hablar para que también les haga la campaña a ellos. Si el domingo fue la ocurrencia de la “cuevita”, (Platón nos habló del mito de la cueva pero eso es otra cosa), en unos días puede crear nuevas metáforas perversas que alejen más su órbita de la tierra, de los terráqueos, de sus votantes. En el PP no creen que haya que lanzar sputniks para llegar a Bruselas, no parece necesario entrar y salir de la atmósfera cuando en avión se puede llegar desde Madrid en apenas dos horas y con suerte te dan una bolsa de almendritas para distraerte.
Veremos cómo acaba el Proyecto Valenciano, si sale mal que no espere a una nutrida delegación aguardando su regreso, acabará en el almacén junto a una cafetera herrumbrosa llena de hongos. No habrá paseo en descapotable por las grandes avenidas de Moscú.

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