Igueriben
diciembre 12th, 2008 - General - 19 Comentarios(viene del blog de David Torres)
Hacía tiempo que tenía la idea de contar la vida y desventura del comandante Benitez, uno de los héroes de Anual. En realidad Benítez no era un héroe sino que la vida le llevó a defender la colina de Igueriben. Esta semana he tenido la posibilidad de viajar a Melilla y desde allí, con la ayuda del coronel Benito Gallardo, (coronel del Tercio), pudimos escalar hasta el montículo de Igueriben. De esta forma comienza mi proceso literario que se deberá convertir en libro con la editorial Algaida.
Le agradezco a David Torres la compañía porque a esos lugares hay que ir con un amigo. Un escritor, como un soldado, no es nadie sin un compañero. Y David es un excelente compañero de viaje.
Con estos mimbres comienzo a tejer el texto de la novela y espero contar la vida de Benítez sin caer en el énfasis de los relatos épicos. No hay nada de eso, sólo la experiencia vital de un hombre joven al que le tocó mandar a un grupo de más de trecientas personas; la mayoría soldados analfabetos que no habían hecho la instrucción.
Todos ellos pagaron la locura del general Silvestre y sufrieron el ataque de las kábilas de Abd-El-Krim que no dudaron en cortarles el cuello con una gumía y en rematar a los heridos para arrancarles las muelas de oro con la culata del fusil.
El teniente Casado lo contó en un libro publicado en 1923, después de año y medio de cautiverio. Casado fue uno de los pocos supervivientes de la posición. de más de trecientos quedaron apenas once. Murieron defendiendo una patria que les había dejado solos en una loma, sin agua, sin municiones, sin refuerzos. Y a Casado le fusilaron en 1936 por ser republicano.
Por una de esas pendientes realizó Benítez la última carga, lo hizo junto al resto de sus oficiales para defender a una columna de soldados que quiso salvar. Benítez, lo repito, no era un héroe, al revés era un tipo bastante normal. Su último mensaje a Anual fue terrible: “los de Igueriben no se rinden. Nos quedan doce balas de cañón, contadlas, y al escuchar la última disparad sobre nosotros porque estaremos todos mezclados”.
Eso ocurrió en julio de 1921, dicen que fue uno de los veranos más calientes del siglo.
(sigue en el blog de David Torres)
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